Category: Pensamientos


De pequeña quería ser chico. «Los niños son más nobles y valientes, saben ser buenos amigos. Las niñas son tontas, traidoras, cotillas…» Y eso que mi madre nos sacaba adelante porque topó con hombres bastante incapaces de todo. Ni en el instituto, que era uno experimental, que se pobló de gente con ganas a la muerte del dictador, ni en la universidad, con todas sus personas interesantes haciendo cosas interesantes, ni en los grupos de lucha social que empecé a visitar pude NUNCA descubrir el feminismo. Qué extraño, pienso ahora. Curiosamente, la gente de mi pasado que voy encontrando por la vida sigue sin haberlo encontrado, y no lo echa en falta. Esto me produce estupor y tristeza.

Volviendo a mi caso, tuve que salir al extranjero, la vieja historia de la nación-estado llamada España, para ver que las mujeres escribían y publicaban, que habían sido parte de aquella sociedad, políticamente, que actuaban autónomamente, sin siquiera la bendición de ningún hombre de la izquierda política, o «independiente». Llegué a Londres en 1989 y cuando me lo topé, el feminismo, reaccioné con los prejuicios que perpetúan todos los días, que validan todos los días el sacrosanto sistema (el Sistema patriarcal). «Pero ¿eso de mujeres solas…?» (¿pensando solas?) Solo que yo siempre he sido muy abierta de verdad de mente. Siempre he conservado un espacio de inocencia. Y por eso tengo la capacidad que tengo para aprender.

Desde 1989 no he parado de educarme, de aprender a pensar, a procesar, a relacionarme, a sensibilizarme… Y aunque soy una evolucionada feminista, aunque mi curiosidad feminista y mi inteligencia feminista tienen un desarrollo bueno o alto, sigo encontrando cosas en mí profundamente marcadas por el Sistema patriarcal y sus dogmas impuestos a sangre y fuego siglo tras siglo, y con nuestra total colaboración.

Cynthia Enloe habla de «curiosidad feminista» en un libro publicado en 2004 (The Curious Feminist) que yo compré en 2012. Yo empecé a usar «inteligencia feminista» al entrar en las redes sociales, en algún momento entre 2010 y 2012. Son dos conceptos a los que nos ha costado toda una vida de trabajo revolucionario llegar, gracias a que no nos ha vencido el miedo que a tanta gente vence: que se nos asocie al grupo más denostado de la sociedad, el de las personas capaces de curiosidad feminista y que desarrollan inteligencia feminista. Personas que deberían ser un modelo, una fuente de inspiración, para tanta gente «tolerante-piel-de-elefante», que cree que se puede pensar (bien!) sin desarrollar inteligencia feminista.

Rozo ya el borde de la amargura, no puedes ni apuntar nada, ya lo saben todo desde siempre, no nos ignoran, piensan, es que nada de lo que podamos hacer tiene ningún valor, para nada: casi que siento ganas de escupir, por el empecinamiento tan destructivo y cruel que enfrentamos. Por esa profunda ignorancia, adicción a la ignorancia, a tapar siempre la violencia, justificarla.

No quieren ni que rechistes, por eso nos hacen todo lo que pueden, de lo más superficial y trivial a la aniquilación pasando por la tortura. Ningunean una labor vital para la especie, obliteran su rastro, odian y desprecian a sus exponentes, como si en ello les fuera la vida, la vida de siervos del Sistema. Pero son buenas personas que se esfuerzan, no como nosotras, «las feministas».

Y si acaso tu crítica le abre un mundo a alguna de esas personas (que, difícilmente, pero ocurre, yo lo he visto), lo último que harían sería reconocer su fuentes (decir «gracias» por ejemplo), el mínimo respeto.

Qué pesadez tan grande, qué pesadez. Y esto es lo menos menos visiblemente violento de todo.

Quizá David fue Anónima, como siempre.

¿Por qué importa hablar de «género» y no de sexo?

La trivialización de los términos acuñados para el análisis (científico, es decir, no dogmático) no es indicativa de un profundo conocimiento de la realidad, sino todo lo contrario.

«Género» se acuña para establecer el hecho de que el sexo no necesariamente genera el par de género que construyen las sociedades patriarcales y que son su base ideológica, desde donde todo en la sociedad, lo público y lo privado, se organiza. Pretender trivializar este concepto indica resistencia a razonar sobre un hecho social que el siglo veinte ha venido a cuestionar de manera más generalizada a través de la práctica que es la vida individual de las personas en sociedad.

Existe un hecho irrefutable: a lo largo de siglos, la mayor parte de las sociedades terrícolas se han organizado desde la base conceptual de que las personas se dividen en dos grupos, «hombres» y «mujeres», definidos en función de cómo el sistema que organiza la sociedad pretende darles realidad. Un «hombre» está asociado a un conjunto de rasgos y funciones que en la realidad de la vida del ser humano no es ni mucho menos todo lo que puede ser el hombre. Con la «mujer» ocurre lo mismo, sólo que además el siniestro sistema ideológico patriarcal la cosifica (contenedor o muñeca hinchable), dado que se le atribuye incapacidades varias y la obligación de servir voluntariamente al «Hombre».

El concepto es que son «hombres» y «mujeres», dos grupos, se debe estudiar científicamente, es decir, dejando de lado la superstición, los dogmas religiosos, el afán de manipular el pensamiento transmitiendo que el sistema sexo-género patriarcal es «natural». Ahora sabemos que la mente humana es maleable y puede desarrollarse de infinitas maneras, lo que nos dice que la sociedad podría no estar organizada de base según este dogma de fe que es el ser «Hombre» y el ser «mujer» en el patriarcado.

El patriarcado toma un hecho biológico, el de que se requiere la combinación en el acto sexual para la procreación de la especie de una persona con útero y óvulos, y otra con espermatozoides, para transmitir una ideología particular que se pretende sea «universal» nada menos. El ser humano, las personas, no son ya sencillamente, sexuales o asexuales, con cuerpos diversos, sino símbolos de una idea binaria donde un elemento domina al otro, hasta tal punto de que teniendo ambos elementos la misma mente humana, el mismo potencial, se ha conseguido borrar durante siglos, negar durante siglos que el miembro «mujer» del par poseyera el mismo potencial.

Esos elementos, «hombre» y «mujer» patriarcales, lo son, patriarcales, porque vienen definidos de tal manera que quedan excluidos los cuerpos y las mentes, es decir, las personas, que pudieran tener diferentes rasgos y las personas como personas, pues son desde antes de nacer empujadas a uno de los grupos, sea como representantes idóneos o como ejemplos defectuosos. Todo ser humano que no se ajuste a dicha conceptualización de par, que además es complementaria-jerárquica, es decir, se entiende que uno de los miembros del par «generador de vida» es superior al otro, «el Hombre» superior a la mujer, y tiene la función de dominar la vida del inferior, es considerado inferior en todos los sentidos, un ser enfermo o idiota. Territorio, el de «inferior» por tanto poblado, por ejemplo, por todas las personas que teniendo teóricamente la obligación de incluirse en el grupo «hombre», son incapaces de reproducir los comportamientos e ideología del grupo dominante «Hombre».

SOBRE SI «HOMBRE» Y «MUJER» PUDIERAN TENER UNA REALIDAD: no se puede investigar esta cuestión si se da por hecho sin analizarse (científicamente) que ese par tal como lo ha definido dogmáticamente el sistema social patriarcal es «natural». En cualquier caso, incluso si aceptamos que la reproducción requiere el acto sexual de un varón y una mujer, y por tanto, se comprende la existencia de estos dos sexos, esto no implica necesariamente que todo el mundo humano deba quedar reducido a una conceptualización de estos dos sexos, dado que el ser humano es más variado, tanto en los hechos naturales como en el potencial que le da su mente, la imaginación. Además, igual que tener inteligencia no implica ser inteligente, tener la capacidad reproductora potencial (ser heterosexual) no implica querer usarla para gestar, parir, criar y educar, ni tampoco desear mantener una relación monógama.

Las personas somos como poco tan culturales como naturales. La base de la cultura habiendo sido un concepto de género que se ha impuesto sobre el de sexo. No podemos trascender (superar vitalmente y comprender conceptualmente) el aprendizaje cultural de cómo deben organizarse socialmente y en privado los sexos humanos descartando un concepto vital para poder realizar el análisis. Eso sólo juega a favor de la perpetuación del sistema patriarcal. Por mucho que moleste, para conocernos, individual y socialmente, hay que entender en qué sistema nos hemos organizado durante siglos y por qué. No son las personas con inteligencia feminista quienes deben demostrar que no deliran, lo que está plasmado en toda la cultura de muchas sociedades del planeta durante siglos. Es preciso que quienes no han desarrollado una inteligencia feminista se planteen aprender un poco a hacerlo.

Sin inteligencia feminista no se puede comprender el mundo que hemos creado, y por tanto, lo tenemos más difícil a la hora de trascender esas definiciones brutales de lo que son las personas, para desarrollarnos de maneras más libres, individual y socialmente.

Para un punto crítico (inteligencia feminista), ver anterior: cap. 2 (2) – Ir a Página Lecturas de Lingüística con posts

Copio citas que deberían ser de conocimiento general, para que así dejáramos de escuchar las tonterías que dicen personas que no saben nada de lingüística aunque hablen su idioma materno, y personas que habiendo quedado la institución donde trabajan o desean ingresar anacrónica/obsoleta desde el comienzo del estudio verdaderamente científico (no «científico» como antes era decir que las mujeres y los negros tenían el cerebro más pequeño y que por eso eran inferiores) de la lengua, en el siglo 20.

p. 43: «El diccionario ideal de una lengua debería contener todas las palabras usadas por sus hablantes, con indicaciones claras sobre el ámbito de uso: general, regional, propio de un grupo social, de un registro culto o coloquial, «malsonantes», anticuadas… Muchas lenguas disponen de un diccionario así. La nuestra, por desgracia, aún no.» (Pensando en el DRAE, pero dónde se reconoce el salto que da el María Moliner -al menos las ediciones que hizo ella- o el Clave luego, que sí son diccionarios descriptivistas, aunque no lleguen al ideal que se describe en p. 43?)

pp. 46-7: «Éste es el caso del gran Diccionario Oxford o de su equivalente en los Estados Unidos, pero no hay algo parecido en español. Como la lengua es de los hablantes, son ellos los que pueden decidir qué es estándar y qué no. Para decidirlo necesitan saber cómo hablan los demás, y un diccionario puede ayudarles. Si una palabra no les guta o les resulta innecesaria, dejarán de usarla y desaparecerá (igual que ya no se usan los bigudíes, igual que en los salones de los hoteles de lujo ya no hay escupideras estratégicamente colocadas). Si les gusta una palabra regional pueden acabar por generalizarla (hacerla estándar), no necesita que nadie les dé instrucciones.

Existe la creencia errónea de que sólo se puede «hablar bien» si existe una institución que establezca normas de obligado cumplimiento. En realidad, la idea de «hablar bien» no es exclusiva de las lenguas con academia, ni siquiera de las lenguas escritas. (…) La sanción social y la tradición creada por esa sanción social deciden quién habla bien. 

Lo que hace falta es que cada uno sepa utilizar la lengua. Pero esto no sólo quiere decir «someterse a las normas gramaticales» sino, muy especialmente, expresarse adecuadamente a cada circunstancia».

p. 48: «El estándar le permite dirigirse a cualquier hispanohablante, o a cualquier persona que haya aprendido español, sin problemas graves de comunicación. (…) Somos tan distintos en nuesgtro vocabulario como en todo lo demás, pero eso sólo representaría un problema si la diversidad nos impidiera entendernos unos con otros. De modo que cada cual utiliza las palabras que quiere, pero conviene que conozca también las que, aunque no sean propias, son generalmente aceptadas como estándar».

(…) El estándar no es la consagración del hablar bien, es simplemente un acuerdo social más o menos tácito que permite entenderse perfectamente a personas de distintos orígenes nacionales, regionales y sociales: el vocabulario estándar no es de ningún sitio porque es de todos a la vez».

p. 49: «hablar bien [es] saber adaptar nuestra lengua al contexto, también a nuestro interlocutor. (…) Y algo muy importante: que una palabra figure o no en el famoso diccionario académico no quiere decir nada: ni una palabra es «mejor» por figurar en él, ni «peor» (mucho menos «inexistente») porque no se haya recogido en esos famosos volúmenes que tantísima atención pública merecen en cada nueva edición. Me parece patético que entre las noticias regionales de Navarra se incluya, como un triunfo de la Comunidad, que el término chistorra vaya a incorporarse al D[RAE] (…) o que se puedan escuchar cosas como: «ahora ya se puede usar la palabra gilipollas, porque está en el D[RAE]». O que se discuta en los medios de comunicación si una palabra de uso corriente desde hace mucho tiempo «merece» o no ser aceptada por los académicos».

p. 50: «Académicos, profesores, maestros, periodistas, incluso aficionados, claman (…) contra los errores del lenguaje que destruyen la lengua castellana (…). Normalmente tienen tanta razón como un santo… como un santo que condena a alguien a la hoguera por decir que la tierra es redonda, o que damos vueltas alrededor del sol, o que el ser humano ha evolucionado a partir de un antecesor común a nosotros y a los chimpancés. En otras palabras, no tienen razón. Sólo una concepción de la lengua estándar como propiedad exclusiva de alguna institución o algún otro ente semejante permite afirmar cosas parecidas.

¿De quién es la lengua? De quien la habla, no de una institución artificial, anticuada e innecesaria que actúa con criterios escasamente científicos».

p. 51-2: [Claro que se cometen errores, pero qué significa esto] En estas palabras estamos en una fase de cambio, de evolución (… la lengua está siempre cambiando). No podemos saber en estos momentos si [previó y preveyó, posible y plausible, añado: impreso e imprimido] acabarán [de una manera o de otra o especializándose como sandwich y bocata, o…]. Dependerá del conjunto de hablantes lo que suceda con estas palabras. (…) [M]uchas de las aparentes incorrecciones son cambios en marcha y muchas de ellas tienen una clara utilidad  [tareas a realizar vs tareas que se deben de realizar, y similares] (…) De manera que la expresión, aunque sea nueva y esté calcada de otras lenguas, es útil y conveniente. Puede no sonar (…) bien, pero no puede decirse que «esa construcción no existe en español», porque efectivamente existe y cada vez se usa más. (…) En general (…) cuantas más posibilidades de elección pueda tener el hablante para expresarse, tanto mejor para la lengua».

Comentario: ¿De hecho, qué hacemos continuamente al usar el humor con la palabra, al aplicarle al lenguaje nuestra creatividad, COTIDIANAMENTE, tanto porque escribamos literatura, como al hablar (p.e., usando una palabra de un contexto formal en una situación informal, o perteneciente a un grupo humano, sea la gente pija o macarra…, o trasladando una frase lírica a una situación cotidiana…) por hacer sonreír a alguien? Lo grotesco de la RAE (Real Academia de la Lengua Española, aka Real Museo de la Palabra Muerta) es que pretende restringir, reprimir el rasgo más humano del lenguaje, el que en principio pensamos que no tiene parangón con ningún otro sistema de comunicación animal o vegetal: su estar vivo, en continuo cambio de acuerdo con cómo es la sociedad que lo habla y para qué lo usa (cada vez más variado por la creciente libertad de expresión y movimiento…

p. 54-5: «Recuerde que el eslogan de la Real Academia Española es «limpia, fija, y da esplendor». Lo de fijar es peliagudo porque se puede entender de dos formas: «fijar lo que hay», poner por escrito el uso real de los hablantes (que es lo único que existe); o bien «fijar para que no cambie», que es como proclamar que hemos encontrado el elixir de la eterna juventud y castigar al que envejece. Podemos pensar que sería mejor seguir hablando latín, porque aún está generalizada esa idea de que hay lenguas más perfectas que otras, falsedad a la que volveremos enseguida. Pero no hablamos latín sino castellano y el de ahora no es el mismo que el de hace 500 años o el de hace mil o el de dentro de cien. Mi abuela decía cosas que ahora no dice nadie y mis hijos hablan un poco distinto que yo. Nos entendemos, que es lo importante (problemas generacionales aparete), de modo que no pasa nada: la lengua sigue sirviendo para lo que tiene que servir y los cambios son simplemente inevitables a menos que prefiramos un español muerto. (…)

El estándar es siempre una norma social. Ahora piense en otras normas de conducta social (…) «En los autobuses debe cederse el asiento a los sacerdotes» (…) Ya ni siquiera se espera que «los caballeros dejen pasar siempre delante a las damas» [añado: porque ahora todas las personas pueden ser amables con las demás, no sólo los varones con las mujeres]. Lo mismo sucede con el lenguaje, y cuando una norma ya no es válida socialmente, no hay institución que nos pueda obligar a someternos a ella.

En resumen: igual que en la conducta social, existen variedades más o menos formales de la lengua y normas lingüísticas sociales; no «académicas» necesariamente, ni «escolares» ni «gramaticales»: son los hablantes, en un proceso extraordinariamente complejo pero que se produce sin necesidad de ningún acuerdo previo, los que deciden qué formas de habla van a considerar más adecuadas para cada tipo de contexto, de situación».

p. 57: «[M]i opinión sobre la conveniencia de que exista una Academia de la Lengua con autoridad legal es radicalmente negativa. (…) incluso me atrevería a decir que dicha institución es un peligro pra la adaptación de nuestra lengua a los cambios que afectan al mundo y, en consecuencia, también a las lenguas. Es necesario buscar otras vías de regulación de nuestra lengua estándar, igual que se lleva años intentando redactar diccionarios modernos del castellano que recojan la realidad de nuestro idioma».

[Comentario: y añado la cuestión tan dañina que es que ahora que aquí la RAE no tiene credibilidad alguna (del mundo científico moderno) se está volcando en el continente americano, como la reina de Gran Bretaña gobernando en los territorios de su imperio, pretendiendo gobernar con su castellano las variedades del español en América. Es grotesco. Pero la pompa de su espectáculo seduce al grupo de personas del mundo de la cultura que es susceptible de ser seducido por esas normas del clasismo, de sentirse clase superior al pueblo llano, como aquí le pasa a quienes creen que la RAE tiene alguna autoridad, a pesar de cómo se demuestra continuamente, desde las ciencias modernas, su existencia anacrónica y grotesca, por autoritarismo/imperialismo.]

Ir a Página Lecturas de Lingüística con posts

Este tema es continuación de ¿Qué son las lenguas? – capítulo 2 (1) – Ir a Página Lecturas de Lingüística con posts

La sección «Vocabulario estándar» de este capítulo, de la 43 a la 49 está muy bien [saco citas en capítulo 2 (3)], y eso hace más dolorosa la falta de uso de una inteligencia feminista, que podría haber proporciona varios ejemplos a lo largo de este capítulo: ¿cómo es posible que el análisis y la acción noviolenta lenguaje feministas no hayan aportado nada relevante para este análisis? Es imposible. En este capítulo hay varios momentos en que sería relevante poner ejemplos del análisis feminista del lenguaje y de cómo este movimiento social ha transformado el lenguaje.

El análisis feminista del lenguaje no existe en nuestra mentalidad de por defecto y esto no se debe a la escasa relevancia del feminismo, precisamente. Basta analizar cómo se ha beneficiado el lenguaje estándar de la inclusión de las mujeres en los últimos 30 o 20 años (empezaron a dejar de reírse e insultar abiertamente ya en el siglo 21, aunque también entonces se produjo la patética reacción de que «hombre» era neutro, cuando nunca lo había sido; el ridículo hecho en palabras de «Me revienta/pone de los nervios -en lenguaje de «mujeres»- y Es ridículo el uso de -en lenguaje de «hombres»- las arrobas»! (ridículo a dos bandas: 1. la propuesta de nombrar a las mujeres no nos dice que haya que usar arrobas, 2. Por qué pone eso «de los nervios»?)

Basta ver con qué facilidad asimilamos palabras tan raras como DVD o ipod y cómo aunque se haya extendido el uso de, por ejemplo, femeninos que no son ridiculizantes como antes (p.e., en profesiones: ahora «presidenta» no es la esposa del presidente, alguien que sin haber tenido más mérito que el de enamorar al varón en cuestión se arroga estatus), consistentemente hacemos como que no ha pasado nada, cuando no directamente nos burlamos.

Más, la creatividad lingüística humana, tan abierta a préstamos e invenciones expresivas, ¿por qué sufre tal ceguera frente a los usos del lenguaje que pretenden incluir y conceptualizar mejor a personas de diferentes grupos cuya existencia ha sido borrada del lenguaje, o cuya existencia no ha tenido acceso al lenguaje? ¿Por qué se ven y asumen palabras que el mercado quiere que usemos y consistentemente se practica el no ver ni entender con palabras sensibles a la justicia social? ¿Cómo se va a analizar la estupidez y el no-carácter científico de instituciones (es lo único que son: paquidermos de la pompa) como la RAE sin incluir los hechos lingüísticos de la transformación hacia la justicia social, hacia el derecho a ser nombrada la existencia de quienes no tenían ni ese derecho? ¿Por qué en Lingüística no se va a tener en cuenta la realidad de transformación conceptual y nominal que nos conduce a un mundo mejor, menos violento e injusto? Y no digo en monográficos del tema, digo en el explicarse de cualquier otro tema de lingüística.

La gente de Lingüística tiene que incorporar los usos transformadores de la realidad hacia la justicia, porque además han hecho mella en el lenguaje. Hay que hacer un esfuerzo. No vale con dejar fuera el análisis feminista del lenguaje, pues el modo por defecto dista de incluir algo tan valioso e interesante y que desde luego ser neutro o científico: se convierte en una acción a favor de la perpetuación de la no existencia humana de las hembras humanas y en especial de ellas como pensadoras. De Saussure explicó bien lo de que el uso de la lengua es lo que importa, pero hay también que explicar el potencial transformador de las lenguas respecto a la propia realidad social, ese pre-uso que luego se vuelve uso común generándose una realidad social muy distinta (no sólo vamos a tener en cuenta las realidades del mercado, repito),  o que no y por qué, la dificultad que entraña construir un lenguaje que refleje que las personas son personas más allá del hecho del racismo, la misoginia, el nacionalismo, el clasismo…

El resto del capítulo (hasta la p. 59) también está muy bien (incluye “hablar bien y hablar mal”) y también se beneficiaría mucho si incorporara la inteligencia feminista.

(He seguido leyendo el libro, que a mí me parece maravilloso, y por ahora la crítica que hago aquí sólo me ha surgido con mucha claridad -quizá no haya dado con las palabras aún- en el capítulo 2.)

Siguiente post, citas: ¿Qué son las lenguas? – capítulo 2 (3)

Ir a Página Lecturas de Lingüística con posts

Tengo ganas. De que se acabe este año, tan lleno de cosas malas de salud y de visiones sobre las personas. Vivir, al final, sí es una fuente de conocimiento, si se quiere.

Da igual, claro. El tiempo es relativo. Esto lo entiendo muy bien, creo. Pero como un juego, así me tomo yo el yo simbólico, como juego, es bonito pensar que existen transiciones del tipo: final de un tiempo, inicio de otro periodo.

Yo, además, estoy resuelta a ser muy simbólica en estos tiempos, respecto al tiempo, porque en la primavera que viene tendré medio siglo de vida en este planeta, y eso hay que celebrarlo, sobre todo porque sin entender nada, aquí estoy, no puedo más que celebrar la vida superviviente.

Por otro lado, estoy pedo. Las drogas tienen su utilidad. Siempre las hemos necesitado. Y yo soy del grupo minoritario que no depende de ellas, pero que sí se beneficia de ellas. Bicha rara.

Quería decir, sobre todo, que he aprendido cosas sobre las personas, pero que este aprendizaje sólo sirve para acompañarte, sin más relevancia. He aprendido que la gente hace lo que puede, y dado el contexto esto es decir que hace pero sin aspirar a la luna. La amistad es ciertamente una belleza de la vida humana, y hay que aprovecharla, vivirla cuando se dé, que será en periodos o momentos, como todo lo demás salvo las cosas raras.

Las cosas raras tienen un salvoconducto.

 

 

 

Lo siento. Duele imaginar el mundo en tu inteligencia. Siglos después, tenemos más espacio para sobrevivir, y de éste podemos sacar algo para vivir, pero seguimos sin entender nada. Toda nuestra fe para lo que nos destruye.

Si yo comprendiera lo que es una medalla, supongo que te daría una a ti. Por suerte, soy de tu saga: no puedo imaginar que la vida necesite una escala de valores.

Siguen tomándose esto como agresión. Sigue predominando la incapacidad de comprensión. Pero, es cierto, tenemos más aire. Yo intento siempre tomar todo lo que me cabe, y más, por si se puede más.

En un documental, nos muestran su vida, con huerto ecológico, qué precioso es eso de trabajar con tus manos la tierra, y cultivar tus alimentos, ordenadores (¿podrán navegar?, no lo creo), alquileres de tierra a Codorniu (todo el mundo necesita dinero para vivir), otras fuentes de ingreso, incluidas estatales (!, en una sociedad laica), atención a gente discapacitada, talleres a gente que no pudo con la ESO (hombres y mujeres), y así… Y de paso mencionan un detallín: que al sitio de lectura y silencio y descanso no pueden entrar las mujeres. ¿Por qué?

Así es la relgión en el patriarcado: si el hombre tiene un problema, se castiga a la mujer, al fin y al cabo, ella debe de estar alegre por todo lo que recibe de los hombres.

Escucho en un programa llamado «Para todos La 2» (7 dic 2012) a un hombre incorporar el consumismo en su cosmos de comprensión (y animándonos a hacer lo mismo, claro) como un indicador de civilización, como algo que llevamos haciendo 200 años y que es parte de nuestra identidad.Hay que tener cero escrúpulos para decir esto. El ninguneo de quienes están abajo de este sistema ideológico, ya sin dudas, por mencionar algo. En su día, pensé «Hemos pasado de la dictadura al consumismo saltándonos la democracia». Pues aquí está un detalle que así lo confirma.

Ya lo tenemos en la tele, la idea que debemos tragarnos.

No es un análisis, es un ejemplo de manipulación, al estilo de la que durante siglos han aplicado los hombres de la religión. En la que se apela a algo humano, en este caso, el deseo de expresar amor de las personas hacia otras personas queridas, para forzarnos a tragar algo que no se puede tragar: que debemos consumir y callar.

Añade el hombre, algo más inseguro al parecer porque repite continuamente una palabra clave, que el bombardeo al que se somete a la gente cuando se acercan las vacaciones de invierno es «legítimo». Legítimo, legítimo, legítimo.

Los imbéciles de la propiedad, que se han quedado tontos de tanta ansia. Los imbéciles, que no se dan cuenta de que disponemos de mucha información y también de inteligencia para ubicarnos.

Que siga la gente juntándose en la calle y analizando.

Capítulo 1 – Ir a Página Lecturas de Lingüística con posts

Capítulo 2

Los términos «lenguas, dialectos, idiomas, hablas, jergas…» son sobre todo términos sociales o políticos y no lingüísticos. ‘Dialecto’ y ‘jergas’ se han usado (para establecer jerarquías de validez, es decir, se han usado) peyorativamente. Por esto ahora más bien hablamos de variantes.

«¿Por qué los estatutos de autonomía de Valencia y Baleares hablan de las lenguas valenciana y balear, y no de la lengua catalana? Los baleares son ajenos a la discusión valencianista sobre los orígenes de su habla, pero se ha evitado el término lingüisticamente correcto «catalán», para no dar la impresión de que las Baleares son, o hayan sido, o puedan ser, «países catalanes».

La confusión, por lo general intencionalda, de nación y lengua tiene la culpa [es responsable] de casi todo esto.»

«ya no se habla de dialectos, jergas y todo eso, sino de variantes diatópicas (por lugar) y variantes diastráticas (por grupo social), así como de lenguajes especiales (jergas).

[No me gusta el ejemplo humorístico de p. 35 porque no diríamos «literatura en variantes diatópicas castellanas» para nombrar la literatura extremeña, murciana, canaria o andaluza. Se dice, que yo sepa, Literatura gallega, y otra, Literatura en gallego, etc. Y en general se habla de «variantes» de las lenguas, ¿no?]

Lenguaje (humano): «capacidad que poseemos los seres humanos [las personas] para hacer ciertas cosas por medio de una serie de señales sonoras o visuales.»

Lengua: lo que todo el mundo entiende por lengua. «Una lengua es un consenso social.»

«Algo fundamental es que toda lengua existe solamente en la diversidad: variantes sociales, regionales, de edad, sexo (ahora se suele decir «género» – [?? no suena bien: al margen de lo que pueda entenderse de esto, que es sólo una cosa, está la realidad, además. El análisis con inteligencia feminista también es científico y como tal, requiere la creación de terminología adecuada. Usarse esos términos fuera de contexto o sin explicación no genera más interpretación que la que se impone que tiene relación con negarse a atender a los análisis feministas])

«Más adelante nos enfrentaremos a la cuestión de la diversidad y cómo podemos someterla [abordarla] científicamente».

Lengua estándar: «Es lo que se enseña a los extranjeros, normalmente también lo que se aprende en las escuelas. La inmensa mayoría de los textos escritos* está en el estándar y es la forma de lengua que se utiliza pra dar conferencias y clases, en debates políticos y otros muchos ámbitos.» [¿Y por qué no incluir ya los estándares orales, ya que operan hegemónicamente y eso se podría evitar, para dejar de reproducir malas ideas. PIenso en el caso de gente que trabaja en canales nacionales y tiene en su español un acento andaluz o canario que pueden hacer estándar andaluz o canario culto, pongamos, una presentadora canaria trabajando en la tele nacional: ¿por qué tiene que imitar el acento castellano? El acento andaluz o canario no implica menos cultura o control del español. Los acentos distintos al español castellano tienen que ser disimulados forzando a la gente a adoptar el «acento español» según la Real Academia de la Palabra Muerta y sus secuaces? Uno de los autoritarismos lingüísticos más acatados por el público, a quien si se lo planteas te dicen que «hombre, es normal que…!»]

* …

«Pero hay bastante gente que en el ámbito privado puede usar otras formas de la «lengua española». Por ejemplo, pueden expresarse en lo que podemos llamar «ganadino cerrado», o sea el dialecto o variante diatópica de Granada. En ello no hay absolutamente nada de «incorrecto»: las cosas son así, y ya está.»

«Hasta los samoanos tienen una forma de hablar «culta» [socialmente consensuada como común, compartida], socialmente reconocida, y otra más coloquial.»

«El estándar no es otra cosa que la forma de lengua socialmente aceptada com la más adecuada para los contextos formales de uso.» p. 38

«Normalmente, el estándar es tan fuerte que va eliminando poco a poco los dialectos.»

«¿Quiere esto decir que todo el mundo que utiliza el estándar habla igual? ¡No, en absoluto! Un problema en la concepción no lingúistica de las lenguas es precisamente el pensar que hay una sola forma correcta y que el resto es dialecto (en sentido peyorativo) o puro y simple «hablar mal». No es sólo ni principalmente culpa de la gente de la calle, desde luego, porque esta idea ha sido la oficialmente predominante durante emucho tiepo y se ha visto favorecida hasta por las instituciones: las academias de la lengua, que deciden de manera artificial [violenta; que pretenden imponer haciendo uso no de argumentos sino de mala saña] lo que está bien y lo que está mal (…) Problemas causados por enfoques ya antiguos y anticuados de la lengua pero que seguimos inclulcando a la gente… ¡incluso algunos lingüistas!»

Resumiendo: Hablar distinto no es necesariamente hablar mal. Necesariamente tenemos que hablar distinto según con quién y dónde estemos o qué tengamos que hacer con el lenguaje. Mis ejemplos: utilizar el lenguaje epistolar en un sms es de ignorantes no ya de pedantes, como también utilizar lenguaje formal de textos escritos en una situación de comunicación de la vida más cotidiana, de hecho, eso se hace en humor para hacer reír.

«Lo cierto es que «estándar» no es exactamente lo mismo que «lengua normativa. (…) El estándar, por su misma naturaleza, admite diferencias. Normalmente no en la ortografía, que es fija: español, alemán, italiano, neerlandés, ruso, checo, griego… tienen una ortografía única para todos los que quieran usar el estándar. [Esto no incluye la vida real nueva que tenemos: la comunicación oral escrita, por escrito, como en chats, sms, foros… Es decir, antes (¡y no ahora, necesariamente! si aceptamos la existencia de otros lenguajes escritos, los orales!) el lenguaje escrito estaba vinculado a las élites que lo usaban casi exclusivamente para textos formales, de análisis, legislación, y similares. Hoy en día, nos comunicamos por escrito a niveles íntimos e informales y también teniendo en cuenta el medio de comunicación que usamos, por lo que los usos del lenguaje oral se han ampliado en número y naturaleza.]

??: «en Inglaterra se usan ciertas formas que son distintas a las habituales en los Estados Unidos, situación cuyos orígenes están en la idependencia de la nación: al ser otro país tenían que tener otra lengua… y empezaron por la ortografía» O no lo entiendo, o disiento: a mi modo de ver, partieron de lo mismo, como quienes en América habían sido forzadas y forzados a sólo hablar español, y ocurrió algo que yo entiendo ocurre en la evolución de las lenguas, pero quizá me equivoque: que la lengua en su lugar de origen evoluciona más rápido, o cambia más a lo largo del tiempo respecto a su propia estructura, que la lengua que después ha sido adoptada en un lugar. Me baso en la idea de que el inglés estadounidense será más moderno en las palabras acuñadas y su cantidad, refiriéndome a neologismos, pero sintáctica y morfológicamente y también en ortografía es más fiel a cómo era el inglés británico hace muchos años, es decir, tarda más en evolucionar en eso. Así, por ejemplo, nos encontramos cosas en inglés estadounidense y en español en las Américas que a la gente de Gran Bretaña, o bueno, Inglaterra, y de España, le suenan de un español más antiguo. (sin embargo, al tiempo, esas variantes americanas de ambos idiomas se nutren de las lenguas y culturas de su zona, claro, y por eso mismo hay varios estándares de cada lengua, pienso, porque no se puede ignorar el hecho geosocial, o como se llame). Cro-que-tando: que el dicho de lo de la lengua y el ejército aquí, en esto, no lo veo…

«Un estándar admite variaciones porque es una norma fundamentalmente implícita, no impuesta por ninguna autoridad externa a la dinámica de la lengua misma

«En todo estándar hay variación. En primer lugar, (…) pronunciación. (…) El problema puede empezar cuando se trata de gramática. Sin embargo, el estándar lo único que hace es reconocer las formas socialmente aceptadas. Argentinos, uruguayos o chilenos se expresan en el estándar español (…) aunque usen el voseo y formas especiales del verbo que no existen en España u otros lugares de América. Un «leísta» («yo le vi») es tan estándar como un «loísta» («yo lo vi»), y así sucesivamente. Si un hablante de otra lengua aprende español en Latinoamérica las cosas serán distintas que si lo aprende en España.»

«El inglés nos ofrece quizá el ejemplo más radical. (… Pigmalión, de Shaw) en inglés estándar normativo [y eso sin Real Museo de la Palabra Muerta, pero eso sí, con patriarcas que usan el lenguaje como manda la tradición, para establecer clases sociales y repartir lugares en la historia] británico único e invariable era la señal de cultura por antonomasia.» [Pero en la web de la British Library te dicen qué porcentaje de la población habla el Received Pronunciation: el 2% de la población… Sin embargo aquí, los soldados del Real Museo Muerto pueblan los periódicos, las «discusiones», etc., sin dejar, con sus autoritarismo socarrón, espacio para ninguna presentación o discusión de más ideas, todo por defender a los amos o por un sillón en la Academia Asesina de la Lengua]

«Desgraciadamente, las tradiciones tardan en morir y la visión prelingüística del estándar/lengua normativa como obelisco inmutable, intocable y único sigue perdurando; a veces incluso causa ciertos problemas psicológicos a los hablantes de estándar que utilizan una variante regional, pues se ven a sí mismos como «incorrectos» [Claro, porque para eso existe la Academia Autoritaria; el empeño en dejar fuera a las mujeres es el caso más claro de que usan el lenguaje para crear clases, méritos, respeto a autoridades, o todo lo contrario hacia el resto, el «pueblo llano» del que ahora dependen para defenderles (pues gracias al desarrollo científico en las áreas de conocimiento, en nuestro caso, la lingüística, ya es difícil que ocupen un lugar relevante) y al que siempre han despreciado ostensiblemente. Misóginos, homofóbicos, racistas, clasistas… Es anacrónico que sigan por aquí. Habría que reunir todo lo que han hecho para impedir que la situación de las mujeres, al fin, promocionada, no se reflejara en el lenguaje.]

«Y es que el estándar es un compromiso implícito entre los hablantes y cambia cuando ellos así lo deciden al admitir como estándar formas que antes estaban socialmente estigmatizadas. Y ninguna academia de ninguna lengua puede hacer nada por evitarlo (…) es cuestión de aceptación social, no de imposición externa de normas artificiales» [pero no diría yo (o únicamente) artificiales, son del poder; el poder ha usado siempre el lenguaje para crear la sociedad también. por eso nos impidió acceder a la cultura, la propiedad, los viajes y el uso «legítimo» de la violencia, y desde luego, mucho más, figurar en ella].

«En épocas más recientes se han creado otros estándares: el finés, el eslovaco, el griego (tienen 2), el noruego (ídem), el hebreo, el samoano y muchas lenguas que no contaban con una tradición escrita reciente. Dicho sea de paso, quienes critican el euskara batua o vasco estándar por ser artificial tendrían que echar un vistazo a la historia: prácticamente todas las lenguas estándar son tan artificiales como esta forma ahora oficial de la lengua vasca. (…) Por naturaleza, el estándar es artificial, no corresponde exactamente al habla de ninguna región concreta (el castellano no es de «Valladolid», por ejemplo).» …

Vocabulario estándar p. 43 – sigue en los comentarios posteados en este tema.

Ir a Página Lecturas de Lingüística con posts

de Enrique Bernárdez (1999) – Ir a Página Lecturas de Lingüística con posts

SUBRAYADOS Y APUNTES EN EL LIBRO

¿Qué es una lengua? (pp. 25-26)
«las lenguas humanas, pese a sus enormes diferencias entre sí, son esencialmente variantes de la misma cosa, igual que todos los seres humanos somos» «variantes de» «una misma especie».

La lengua: un dialecto con ejército (pp. 30-31)
«algo es «una lengua» por motivos sociales y políticos, no lingüísticos. Y aquí vuelve a aparecer un problema: los lingüistas utilizamos el término lengua en forma muy diferente a cómo lo usa la mayoría».
«Que catalán central y valenciano son dos lenguas es una cuestión puramente política, no lingüística. Si se decide que inglés estándar norteamericano y ebónico son dos lenguas distintas, se hará igualmente con criterios políticos y tendrá consecuencias político-económicas: por ejemplo, que para garantizar el aprendizaje del inglés estándar por los niños afroamericanos habrá que dotar de fondos adicionales a las escuelas y otorgar formación, consideración y paga especiales a los maestros encargados. El tema está claro: ¿quién decide? No una comisión de lingüistas, sino el Senado de los Estados Unidos, una institución política.»

(Nota mía: ese hecho de la realidad del poder (la política concebida por poder) no implica (¿o sí?) que equipos interdisciplinares que incluyeran a lingüistas necesariamente, en especial a gente de lingüística que comprende el papel condicionante que tiene el lenguaje a la hora de que se conciban ideas y relaciones, estuvieran óptimamente capacitados para decidir cuestiones políticas relacionadas con el lenguaje. Es decir, el único motivo que racionalmente (racionalidad empática y no la patriarcal, tan anacrónica realmente para el conocimiento de que somos capaces ya) pueda existir para ignorar los análisis de la gente dedicada a la ciencia del lenguaje sería que ésta siguiera ciega a todo lo que se puede descubrir con una mirada más libre, y que siempre es lo que tiene que ver con las revoluciones/transformaciones sociales, sobre todo, las feministas).

«En Indonesia se hablan muchas lenguas pero la oficial es el indonesio, el bahasa Indonesia o «lengua de Indonesia», derivada del malayo hablado en Malasia y Singapur. ¿Son dos lenguas distintas? El siglo pasado por estas fechas no había duda: eran, efectivamente, la misma. Hoy día hay ciertas diferencias en todos los aspectos, desde el vocabulario a la pronunciación y la gramática, en parte porque muchos neologismo del indonesio proceden del neerlandés mientras que en malayo se derivan del inglés. Lo cierto, sin embargo, es que quien entiende una entiende la otra prácticamente sin ningún esfuerzo.»

(Como pasó con el serbocroata tras las guerras en los Balcanes a la muerte del dictador Tito: ahora el serbio, y el croata, y no es sólo político en el momento en que las fronteras contribuyen a desarrollos de las lenguas independientes y por tanto, con un alto porcentaje de posibilidades de que vayan desarrollando diferencias, sin saberse hasta qué punto, ¿hasta el punto de no entenderse sin dificultad?

Una cuestión aquí: esto podría tener relación con la vergüenza que me da a mí (superada finalmente la no transición que tuvimos y la dictadura y sus destructivas políticas con las lenguas), hablante de español castellano, llamar a la lengua que hablo (no a la variante que hablo) «castellano», pues «español» es a mi modo de ver, una lengua hablada por diferentes comunidades y pueblos, y éstas y éstos serán también variantes de esa lengua común que compartimos. Así, si estoy en Catalunya, tenderé a adaptarme a emplear el término que se considera aceptable al nombrar ‘español’, y que es ‘castellano’, sin embargo, en Catalunya hablan español catalán (como en Andalucía hablan español andaluz, o en Galicia, español gallego: todas «español» pero todas con sus rasgos culturales distintivos plasmados en la lengua), digamos, ese estándar y no español castellano, pienso. En el ámbito internacional, sin embargo, mantengo el uso de «español» para nombrar la lengua que hablo yo al margen de la variante de esta lengua que yo emplee. Igual que llamo «inglés» a las variantes de esta lengua en Canadá, Gran Bretaña, Sudáfrica, India, Estados Unidos…

Y sobre entenderse sin esfuerzo: ¿cómo establecer el grado de esto? Según me consta a mí, la gente de habla portuguesa comprende bastante el español y que la gente hispanohablante no parece comprender nada el portugués, aunque de hecho se escuche que «se entiende bien».)

Ir a Página Lecturas de Lingüística con posts

Ayer vimos una buena peli, aunque el prota era un psicópata, por lo bien que actuaban la prota y los dos protas, y por la historia, quizá. Empezaba mal y me lo perdí. Siempre se me ocurren tareas urgentes en ciertos momentos televisivos. Realmente estoy muy saturada de violencia. Es como un rechazo instintivo y viejo. Una insumisión general. Pero volví a la peli: al menos tuvieron la delicadeza o la inteligencia de no hacer a una mujer picadillo, como en las pelis de psicopátas, que rechazo o me rebotan por eso. Mataba(n) a cuchilladas a un hombre, corrupto, claro, en el patriarcado las muertes de los hombres tienen sus sentidos relevantes. No como las de las mujeres. El caso es que hoy estábamos de zafarrancho y al sacar el paquete de detergente para lavar la ropa, vi que podía echar lo que quedaba en el nuevo y me puse a ello, sabiendo que tendría luego que meter la mano para intentar arrancar los cachotes de detergentes como petrificados, las rocas jabonosas, y que te duelen las uñas porque cuesta, y por eso al final, tiras la caja de cartón con detergente en el fondo, como para unos dos lavados, medio mes de ropa sucia. El caso: justo antes de meter la mano lo vi como un rayo. Abrí la caja nueva, volteé la vieja sobre ella y lancé cuchilladas sobre el fondo. Se desprendió todo el jabón y luego sólo tuve que deshacer las rocas jabonosas. Nada de dolor bajo las uñas. Lo que se aprende de la tele…

Seguro que la estampa de una mujer acuchillando el fondo de una caja de cartón para que se suelte el montón de detergente adherido y como petrificado (porque le da vergüenza tirarla tal cual, porque le da vergüenza la sociedad de consumo con su pornografía de lo que es basura) da más miedo que la de un psicópata haciendo su nauseabunda función misógina siglo tras siglo en el patriarcado.

 

29 sept. 2012, Graus, Huesca

100 Thousand Poets for Change – Huesca

 

Modificado

No sé si tú analizarías, si vivieras ahora, lo que analizaste cuando lo analizaste, tan bien visto todo (salvo en el no ver a las mujeres como personas, como trabajadoras, pero quién las había visto más que un grupo bien pequeño de personas), porque todo era la industria, no? Pero pienso que no, que, encerrado en la biblioteca, con la suerte de poder dedicarte a pensar y a analizar y a escribir por tu inteligencia y también por tu colchón económico, no habrías podido llamar a los elementos como aún siguen llamándolos porque tú así los llamaste (como quien corta el cordero en tres para asarlo y no sabe por qué y resulta que antes se hacía porque no cabía en el horno), ahora que el feminismo ha calado algo más, que la guerra ha incorporado Todo masivamente, que existe internet y la mayoría de los trabajos son paro y servicios, y «los obreros», bueno, tienen tele, coche, casa desde hace ya varias décadas, y sus hijos e hijas tienen acceso a internet y móviles asombrosos, y las fábricas tienen a cuatro gatos, literalmente, vestidos de blanco, porque todo está automatizado… Bueno, y la mayoría de los obreros y las obreras que viven en países lejanos a donde van los objetos que producen, en el sur del planeta, no sé si así les llamarías, obrer@s, a mí se me parece más a esclavitud…

Bueno, también siento no haberte leído, es pesado para mi cabeza autodidacta y necesitaría profe, pero eso, lo que pudiste influir está en el aire de la cultura que respiramos,* ha ayudado a formar el pensamiento moderno, pienso, algo quizá más fiel a lo que pretendías que lo que se hizo interpretándote en las políticas de los partidos políticos.

Disculpa mi ignorancia. Me mueven estas grandes sospechas y me hubiera gustado preguntarte, eso sí, si personalmente fueras un hombre capaz de no temer el cambiar de idea sobre algo, al aprender más cosas.

*Fíjate, tenemos en la sangre esto:  «¡De cada cual, según sus capacidades; a cada cual, según sus necesidades!» Una bellísima idea.

  • Porque no soy creyente, no creo que haya cosas “sagradas”, ni intentaría llevar a las masas a la acción por tocar su fibra espiritual o religiosa, eso me daría mucha vergüenza y políticamente me parece efectivo pero no revolucionario, transformador de raíz.
  • Porque no soy nacionalista, mi respeto por las identidades colectivas vive al margen del mundo geopolíticomilitar de las naciones; además, todo nacionalismo requiere un ejército, como el noviolento gandhiano, considerando “ejército” al grupo de personas que sigue ciegamente (y siendo capaz de ver la diferencia entre ejércitos, y “ejércitos” noviolentos, como la veo también entre ejércitos y guerrillas sociales).
  • Porque no soy clasista, y no me parece sana la idea de Héroe, Mártir y sacrificio.
  • Porque no apoyo el Sistema patriarcal: soy autocrítica con mi machismo cultural y tengo mejor idea que Gandhi (más evolucionada) sobre lo de que los fines son los medios.

¿Cómo se puede ser pacifista si no se es gandhiana?

Basta dejar de pensar en el pacifismo desde la Razón patriarcal, esto: como movimiento de hombres que se niegan a ir a la guerra (sin incorporar la crítica feminista: nunca mencionando que también se niegan a violar; porque sólo piensan en las mujeres para que se nieguen a pedir la igualdad sobre ingreso en los ejércitos) o como movimiento de madres (patriarcales) que piden la paz porque ellas dan la vida (las mujeres son personas con una mente humana, y no necesariamente madres y se puede pedir porque entiendes que los problemas se resuelven mejor a través de soluciones noviolentas). Es muy positivo que haya hombres patriarcales que hablen de lucha noviolenta, y madres patriarcales que les recuerden a todos que es mejor la vida que la muerte, pero… ¡hay más mundo, y estas personas no ayudan a que se vea, no lo necesitan, porque no tienen dudas!

El pacifismo político feminista existe pero no se ve (¡casi no lo vemos quienes lo estamos haciendo!, aunque sí sabemos algo de a qué nos enfrentamos para ser visibles), por más evidente que sea, por las limitaciones de no tener suficiente valor y honestidad como para hacerse la autocrítica en lo que tenemos de transmisores del Sistema, porque en el fondo, mucha gente, no cree que otro mundo, fuera del patriarcado, sea posible, sólo saben construir identidad como dios manda, en contra de un oponente.

Aclaración

Estudié y aprendí de Gandhi, tomé lo que me sirvió, pero como es lógico, estoy más r-evolucionada porque comprendo algo más que él no comprendió, el respeto a todas las personas, aunque sean mujeres.

La dificultad para verlo es que los grupos antimilitaristas escupen fuera a las feministas, y que los grupos pacifistas son percibidos como gente mística, espiritual, donde, por ejemplo, ¡nunca iría una anarquista feminista pacfista! Pero la mayor dificultad es lo profundamente que llevamos el patriarcado en la mente, que nos impide ver a las personas mujeres, como seres pensantes, ejerciendo política, es decir, implicación en la construcción social. Esa mente patriarcal que nos hace odiar el feminismo (odio que no es hecho individual, sino sello de cómo de hondo se está asimiladx al Sistema, odiar la única herramienta que ha podido atacar a la raíz patriarcal, al padre de todos los subsistemas que nos machacan.

Lo más jodido del análisis feminista es que es un espejo de cosas que no queremos ver porque pensamos que somos por ser individuxs. Nos falta inteligencia para comprender a fondo. Y desde aquí, lo evidente: que la lucha pacifista no se hace en un frente sino desde adentro. Esto produce desconfianza o risa, porque no se entiende.

Pondré algunos ejemplos.

Evolución: cita de Charlotte Perkins (p. 273 de su autobio en inglés), evolucionada por mí (cambiar “mujeres” por “hombres”; más traducción actualizada también):

“Cuando los hombres logren saber crecer, lograrán ser más justos en sus evaluaciones”.

Original: “When women men really grow up they will be more fair-minded” Charlotte Perkins.

¿Cómo pueden los «hombres» liberarse? Aprendiendo a abandonar la posición que les esclaviza: el egocentrismo.

El egocentrismo patriarcal implica una identidad específica: ser “hombre”, y saberse (creerse) la razón (la Razón patriarcal, la única inteligencia posible) sobre todas las formas de vida, incluidas personas que no se sometan al Sistema. Nacer “hombre” implica partir de esta perspectiva, que siempre es jerárquica (Sistema) porque siempre hay otro ser humano por debajo, que de entrada siempre son las “mujeres”. Y esa identidad, el patrón de esa identidad, se puede rastrear en todos los sub-sistemas patriarcales, todos sustentados por los mismos valores de violencia.

(Combatir el Sistema es revisar el propio egocentrismo, y no decirle a las personas menos marcadas por ese tipo de egocentrismo lo que tienen que hacer.)

 

Si bien hay mucho a lo que atender del feminismo de la igualdad y del feminismo de la diferencia, como feminista quisiera exponer por qué no me considero una feminista de la igualdad o de la diferencia.

Está el plano teórico y el de la vida práctica. Al no ser yo una estudiosa del feminismo, abriendo este tema sí me alegraría recibir alguna aportación al respecto. En lo que respecto al plano de la vida práctica…

La cuestión de la igualdad de derechos y la cuestión de identificar del ser mujer con el mundo simbólico de la madre (con su capacidad de gestar) no me parecen aproximaciones pensantes transformadoras de un mundo regido radicalmente por el sistema sexo-género patriarcal, un sistema, por su parte, que ignora la naturaleza humana y en general del mundo animal, y haciéndonos creer que está basado en hechos biológicos.

Los derechos se establecen desde una ideología, y al estar tratándose en el marco del sistema patriarcal, los derechos humanos se conciben desde el patriarcado. Da igual que las ideas que han ido más allá nos digan que todas las personas de la especie deben no ser objeto de comportamientos abusivos; en el marco del feminismo de la igualdad se acepta que lograr unas cosas implica dejar otras cosas, se aceptan, como en política (y por eso la política no parece un lugar bueno para el activismo social, al menos coherente), el mundo de prioridades que se establece en función de lo que la ideología patriarcal pueden asimilar, y curiosamente, a esta ideología se le da muy mal entender que las mujeres son seres humanos y que deben ser ellas las que decidan si quieren o no ser madres, o cuando, cómo y con quién.

El feminismo de la diferencia desea construir un mundo simbólico para «las mujeres» puesto que ellas han sido, como en el lenguaje y por tanto en la cultura patriarcal, omitidas como personas con una mente humana, y no tienen nada, como personas, sólo como mujeres, y como mujeres son, patriarcalmente, inferiores a los hombres, que sí pueden ser personas, además de personas-hombre. Esto ciertamente lo echamos de menos. Yo misma el otro día, al escribir un poema (y por poner un ejemplo) «me inventé» a Sírsifa, condenada a subir eternamente una piedra. Sin embargo, desde mi punto de vista, cualquier idea que dé a la constitución biológica una explicación sobre lo que somos las personas, nuestros grupos, es peligrosa y tiene necesariamente que ser injusta con alguien, pues en la naturaleza hay todo tipo de posibilidades de constitución biológica, y en una especie con imaginación, sobre todo y además, la constitución biológica no es tan determinante para la vida humana como la mente humana: la imaginación, la cabeza-corazón, pues en la mente nacen los pensamientos y los sentimientos, el lenguaje, las relaciones. Así, si biológicamente sólo las personas con útero pueden gestar a otra persona en su cuerpo, humanamente (desde la inteligencia humana), desear gestar, por no decir todo hecho que pudiera vincularse a la gestación, es algo que puede sentir cualquier mente humana. Así, si hay personas con un deseo de cuidar a pequeñas personas, lo que esto pueda tener que ver con la biología es ciertamente insignificante frente a querer hacerlo, desear hacerlo como persona que utiliza su mente humana.

«La imaginación al poder» (como «la libertad sexual», por cierto) es una idea que no se ha podido asimilar aún. Como personas con una mente humana (puede verse en el día a día), la biología juega un papel no fundamental en el tipo de vida que desarrollamos. Lo que desarrolla un papel fundamental es la ideología patriarcal y su sistema sexo-género. Si bien esta cultura determina profundamente no sólo nuestras relaciones sociales, nuestras sociedades, sino también nuestras relaciones íntimas y la constitución de nuestras personalidades o formas de ser, estar y actuar, tendríamos que saber con claridad, que esto que determina no es la biología, sino la cultura (p.e. ¿qué hay de biológico en querer cierta marca de ropa, en mirarse al espejo, escribir poemas, en darle la mitad de bocadillo a otra persona que no volverás a ver cuando pasas hambre?, ¿qué hay de la biología del sistema sexo-género en estos deseos?), y que como especie tenemos mucho más potencial, el potencial de trascender esos papeles patriarcales para desarrollarnos como civilizaciones inteligentes, con personas libres del mundo de identidades que nos han convertido en una especie tan violenta, tan confiada aún en que la solución a los problemas pasa por la violencia, en lugar de por el mejor uso de este tesoro que es la inteligencia humana, capaz de empatizar con sufrimientos ajenos y de colaborar para el bien común de cada grupo que decida constituirse como tal.

Cuanto más ahondamos en lo que es el Sistema patriarcal, más claro se ve cómo éste ha usado la biología, el miedo a la muerte, y el miedo a la carencia para desarrollarnos como sociedades violentas. El genio del sistema no ha sido aplicar la tortura y el asesinato únicamente: ha sabido convertir en violencia todo lo que toca, el lenguaje, el silencio, los sentimientos, las estructuras…

Por eso, desde aquí entiendo el eslógan que usamos en esta época, «La revolución será feminista o no será«. No podemos acceder al cambio profundo de las sociedades que creamos en nuestra interacción (sería bueno que la mayoría entendiese que el sistema de violencias patriarcal no se sustenta sólo por la ejerción de la violencia física, sino también por los silencios de las mayorías, o por sus acciones directas violentas masivas, por ejemplo) sin aprender a ver desde otro punto de vista lo que somos. Y viéndolo, si se tiene el valor de verse, hará falta más, hará falta más: autotransformación. No hay revolución social sin la transformación de la mente individual.

Se empieza a saber ahora que formaciones tan perfectas en tantos sentidos como la forma V del vuelo de las aves, por ejemplo, no responden a un plan global de la especie, ni a que sigan a un líder (mentalidad patriarcal). Responden a unas pocas pautas que sigue cada ser individualmente (el gráfico que adjunto, de la red, es un pequeño ejemplo, pienso, de lo que hacen, pero para la especie humana!). Sin embargo, crean un conjunto eficaz, armónico y bello! (esto último ¿lo notamos sólo nosotrxs?). Como especie humana podemos combinarlo todo, porque tenemos imaginación, pero tiene que acelerarse el proceso de comprensión más inteligente de cómo sobrevivir y vivir en el planeta, y éste no puede ignorar la necesidad de convivir.

Todos los organismos vivos modifican su naturaleza, y sin duda sus acciones, dependiendo de su interacción con el ambiente. Para el caso de la especie humana, yo entiendo que lo cultural, no lo potencial cultural, lo encarnado por la minoría, sino lo cultural predominante, conservado en el tiempo por los usos y la tradición, impacta, a su vez, cómo concebimos las cosas (como un gen), y la ideología patriarcal está profundamente enquistada en nuestras mentes, de ahí la necesidad de la inteligencia feminista. Pues bien, hay un aspecto extremo en esta ideología, y es la crueldad radical hacia las mujeres, lo que nos cuesta empatizar con ellas y siquiera nombrar los horrores que han padecido a lo largo de la historia y padecen (ya que mujeres con las opciones que mi sociedad ofrece y yo me busco son una minoría en el planeta), para ponerles remedio desde la raíz, y no paños calientes. Cuando el Hombre analiza su opresión, es análisis que lleva al progreso, cuando las mujeres lo intentan, es victimismo. Cuando el Hombre exige derechos, es un héroe. Cuando las mujeres lo han intentado, se las ha guillotinado, en todos los sentidos, y cuando hemos logrado algo como grupo –el que yo esté aquí escribiendo– el Sistema nos ha invisibilizado como actoras, es todo producto del dios Hombre.

Hay un horror extremo invisible en cómo el Sistema patriarcal ha explotado a las mujeres, sometiéndolas al tiempo física, ideológica y materialmente: la profundidad de este horror se mide en cómo se conciben y nos concebimos las mujeres, la dureza con la que las propias mujeres han juzgado a las otras en esta función de gestar, parir y criar, sabiendo lo que sabían, sabiendo de lo que ha sido y es el horror de que tu cuerpo sea utilizado como desfogue del macho, y del que se espero subsiguientemente el sometimiento absoluto a la maternidad patriarcal, al tiempo que se mantenga la violación o sexo patriarcal, pues el patriarcado identifica el placer masculino con el abuso del cuerpo femenino. Y a esto hay que sumar el mayor invisible: la humillación que es para una mente humana verse reducida a un contenedor para gestar, parir y educar para el único Ser Humano, el Hombre, como un objeto, como un ser de segunda clase.

Lo sé porque mi mente me lo hace a mí. Y la gente que me rodea lo hace continuamente, hacia mí, hacia gente con más claridad que quienes secundan la mentalidad prevalente. Porque lo escucho en todas las mujeres conscientes, feministas, y sin duda en el resto. Porque sé que ha ocurrido a lo largo de la historia, basta leer esos vestigios de que las mujeres existieron. Pondré ejemplos un día que tenga tiempo. Esto es sólo un apunte, porque no quiero olvidar el tema. Daría para un pequeño libro, muy útil para muchas, por lo que nos ahorraría, y por lo que podríamos avanzar, pienso.

Cómo puede tanta gente tener la costumbre de no contestar una pregunta. Contestas a la que formulan, y dejan la tuya al borde del fin del mundo, o peor, mucho peor, como si nunca se hubiera formulado.

No hay ninguna inocencia en no contestar las preguntas, pienso. Qué inocencia puede haber en ello.

Estoy leyendo la autobiografía de Charlotte Perkins Gilman, la biografía de Claire Tomalin sobre Mary Wollstonecraft (hoy 1 de septiembre, leo pasmada el capítulo 3, documentado, sí, pero mediado por la ideología patriarcal) y el estudio de David Harrison sobre qué perdemos cuando perdemos una lengua en el planeta, titulado When Languages Die. The Extinction of the World’s Languages and the Eorsion of Human Knowledge, libro que debería traducirse, pienso, y del que iré traduciendo cachos para Mujer Palabra.

Visualizar la impresionante lucha de las dos mujeres por poder vivir como seres humanos y no como mujeres objeto patriarcales (el poder de crimen de humillación que tiene eso, además, y cómo se siente al leerlas e imaginarlas), que es lo que ha hecho la sociedad y sus poderosos con la especie, es algo que llena de tristeza y rabia, o sea, que puede conducir a la depresión, algo parecido a lo deben sentir las personas que hablan una lengua abocada a la extinción, porque usarla les excluye de la sociedad.

Pues bien: esta combinación de información e ideas, al entrar en mi imaginación, me llevaron el otro día a hacer un ejercicio difícil pero muy interesante, sobre el que pienso ahora a ratos, para ver si puedo escribirlo para compartirlo.

Se trata de sustituir la idea «extinción de lenguas» por «uso de lenguaje sexista». Esas ideas, al menos, si no esas palabras concretas. Esto me lleva, claro, a la idea de que desde la inteligencia feminista se tiene que producir un análisis (buscaré si hay, que los habrá, espero!) que describa los daños para la especie de que se haya excluido del lenguaje en calidad de seres humanos a lo que el Sistema considera «las mujeres».

No es la primera vez que leyendo me surge un ejercicio similar. Me pasó mucho leyendo a las feministas no blancas, pues casi sentía que había cosas más próximas a mis análisis que lo que leía en algunos análisis de feministas blancas. (Y de nuevo, «blanca» y «no blanca» es nomenclatura del sistema que nos gobierna, no mía.)

Esta tarde he tenido la desgracia de despertar ante una entrevista televisiva a la escritora Espiro Freire –a quien no he leído, por cierto, porque en otras ocasiones de mi vida la escuché hablar en la televisión, cosas que me asombraron porque me parecieron falsas y pedantes. Y es que no debemos escuchar hablar a la gente que produce obras desde la creatividad, porque nos puede pasar eso. Por otro lado, me pregunto si habiendo escuchado a alguien que te parece mentir y decir cosas sin razón de ningún tipo, merece la pena, como en este caso, leerla. Quizá sí. No sé.

He escuchado con pasmo la cantidad de cosas en mi opinión faltas de inteligencia, vital o racional, sobre el amor. Una de ellas era ésta:

Le pregunta la entrevistadora (¿decidiría ella que esta mujer era una autoridad sobre el amor? ¿En base a qué?) que qué pensaba de la frase “Es el amor de mi vida”. Tras una risita artificialmente prolongada, que parecía descartar la posibilidad de que una persona pudiera enamorarse felizmente de otra, dicho más ordinariamente, emitida con la suficiencia de la persona que se considera experta o más inteligente ante las tonterías que dice de la mayoría, empezó a hilar lo que desde la lógica de la razón o de la emoción no puede hilarse.

Primero dijo que cuántas veces se decía esa frase a lo largo de una vida (la de ella, sólo habiendo llegado a los 37 años: que no podía hablar más que hasta ahí), qué risa tan repelente había que prolongar, como de hombre de negocios gordo antes de la opípara comida de negocios. Esa frase quería decir, por tanto (yo no lo entendí instantáneamente, por el sueño y el susto), que no había un amor en la vida sino muchos, algo perfectamente comunicable sin la risita, y comprensible para muchísima gente. A continuación, comentó que Qué sería la vida si no empezáramos con ese pensamiento nuestras relaciones (se refería a relaciones heterosexuales y homosexuales de amor en el sentido de sexo y algo más), si no pensáramos al empezar que esa relación iba a curar nuestras heridas y…  Bueno, tuve la suerte de que cambiaron el canal, posiblemente porque sobre el café mi cabecita a medio despertar empezaba a humear!

Ah, para esto sirve un blog! Para poder escribir pequeñas cosas, comentarios a la cantidad de brutalidades que bombardean el mundo a diario.

En fin, sigo dormida, o he empezado regulero este domingo, por el shock.

Por suerte y por diversidad de experiencias vividas y de alguna manera conocidas con mayor profundidad de lo que la sociedad con su lenguaje común (de pensamiento único, grotesco y distorsionante sobre el amor), hace 13 años (y lo digo como si contara una historia basada en la irrealidad, ciertamente) me topé con una persona de la que me enamoré, y con la que, por suerte (ser correspondida) y por conocimiento nuestro (tener claras las pocas y fundamentales prioridades de nuestras vidas individuales), mantengo una preciosa relación, de esas que está prohibido mantener, de esas que son inexistentes para el pensamiento único del amor, de esas que no puedes hablar porque nadie te cree y además te presupondrán intenciones que no tienes. Pues disculpad que personalice, pero es que la perversidad del pensamiento único sobre el amor (en la voz más supuestamente culta de una autoridad de la cultura) me es tan compleja de analizar que prefiero intentarlo a partir de un caso, el que mejor conozco, como hacía Mary Wollstonecraft, por cierto, mibonita. (Sobre la que espero hacer un trabajo para publicar en la web.)

Ni esta persona ni yo pensamos al conocernos que habíamos conocido al amor de nuestra vida. Ninguna pensamos o sentimos que eso significaba que habíamos encontrado una persona que nos ayudaría a superar dolores pasados, etc. Todo el camión de cosas que el pensamiento patriarcal sobre el amor le ha echado encima a un tipo de relación que podría sernos y nos es a algunas personas afortunadas fuente de dulzura, curiosidad, pasión, consuelo, alegría…

Cómo se puede pensar, al enamorarse, pongamos, dos personas, es decir, al sentir algo especialmente intenso por alguien, que esa persona hará o que su existencia a nuestra vera supondrá toda una lista de cosas que nada tienen que ver con el sentimiento que ha surgido entre ellas. ¿Qué tiene que ver el pasado (entendido como ¡¡fuente de temas a resolver!!) con el presente de una atracción intensa hacia una persona?

Creo que voy a volver a desayunar, a ver si puedo empezar de nuevo el día, con más fortuna. A veces pienso que debería escribir sobre el amor, como otra mibonita, de nuestros días, Kori, pero desde mi pequeña perspectiva, porque quizá no fuera tan pequeña, sino común a la de personas más rebeldes o empleadoras de su inteligencia rebelde, o al menos, ¡al menos!, un pequeño modelo no apestoso de relación… Pero todos estos temas importantes, tan completamente asediados a cada instante por tantos lados, estos temas que intentamos desde la inteligencia feminista rescatar para poderlos vivir sin toda esa porquería, de dominación, machaque, manipulación, agresión, distorsión, convicción, tradición, todos estos temas objeto de las violencias patriarcales de siglos, requieren, para trabajos más largos, un estómago más fuerte, y cierto método de trabajo, y yo por ahora no los tengo. ¡A ver si más gente lo consigue! ¡A escribir! ¡A sacar de nuestras mentes, de nuestras conversaciones, las concepciones de violencia que nos imponemos en este Sistema patriarcal que tanto daño le hace a la inteligencia humana!

El amor es una emoción buena, positiva. Cómo lo realizamos, con quién(es), viene dictado por la cultura para la mayoría de los casos, y hay que liberarse, porque ese modelo de amor es terrorífico, sólo nos hace esclavxs.

¡A desayunar!

Cuando escucho a personas (sin inteligencia feminista) en una lucha social despreciar a “la gente” porque no se apuntan a su lucha concreta (como si el movimiento social lo crearan y nutrieran sólo esas personas que saben cuál es la lucha “más importante”) llamar a la gente “idiotas” o “egoístas” por esto, me da vergüenza ajena: no es ya que se cae en la misma reducción instrumentalista de las personas que persigue el Sistema (patriarcal, o capitalista, o clasista, etc.), es que esas personas, en esas luchas sociales, suelen contar con el apoyo de las personas feministas y no habiendo entendido nunca el valor que tiene y la necesidad que tienen de adoptar la inteligencia feminista para conseguir cambios sociales e individuales duraderos y producto de procesos noviolentos, como los que han logrado las luchas feministas.

Yo creo que deberíamos hacer una camiseta, una pegatina, un cartel que pudiera llevar una persona a una lucha social, pongamos, la anticapitalista, que ignora y por tanto invisibiliza e impide que se amplíe o profundice las nociones de lucha social del tipo: “Soy feminista y en esta lucha también estoy. ¿Y tú te apuntas también a apoyar las luchas feministas? ¿Empezamos ya aquí, a incorporarlo?”

 

 

A la vista de lo que se descubre respecto a fútbol y cerebro humano (riesgo de crisis cardiaca o de actitudes violentas), tendría que ser un Asunto de Salud Pública no fomentar la excitación en torno a los partidos de fútbol (a través de la impunidad en la polución acústica en las vías públicas, incluidas las pantallas gigantes en la calle, a través de convertir un deporte, desarrollado en un mundo machista, misógino y homofóbico, en el cuerpo del neonacionalismo español o regional).

Ya que no entienden otros argumentos, claro.

No, no todas las generaciones han pensado que estaban cambiando el mundo, bobo.

Nadie con conocimientos de los hechos de anteriores épocas y con capacidad de conocer el mundo, pongamos por ejemplo, alguien con capacidad crítica feminista, no sólo no se atrevería de decir esa «idea rompedora»: se moriría de vergüenza ante la ignorancia añadida que además empuja a decirlo en una entrevista. Dice tanto de su falta de nervio inteligente.

(Cómo jode que haya mujeres que no se creen el dogma de fe patriarcal: que no sirven para pensar, ¿no? A seguir excluyéndolas de toda concepción de lucha, hombrecillo, que la omisión siempre ha sido lo que merecen esos seres inferiores, menores, incapaces de aportar pensamiento, mucho menos valioso, a la especie, sólo buenas para parir y ser violadas.)

Para lecciones de pensamiento crítico, atiéndase al movimiento feminista. Lúcido pensamiento crítico que cambia el mundo sin ejercer la violencia.

El Sistema Patriarcal a juicio por crímenes contra la humanidad, empezando por el crimen de imponer la ignorancia como racionalidad y conocimiento.

Don Quijote frente a los molinos no representa la lucha idealista contra el Poder establecido, lo que representa, quizá, David ante Goliat por poner un ejemplo que se entienda, o innumerables imágenes feministas, por mentar una evidencia que a menudo se ignora. De lo que yo entendí, Cervantes era bastante crítico con muchas cosas, lo que consta en el prólogo de Don Quijote y lo que se desprende del hecho registrado de que leyendo basurilla sí se te puede ir la olla.

Sin embargo, y me parece sospechoso, se asocia al viejo caballero que perdió la cabeza leyendo literatura basura (para la época las novelas de caballerías) continuamente al idealismo. ¡¿Pero esto qué es?! ¡Pobre Cervantes! Distorsionado hasta la náusea por activa y por pasiva cuando no puede defender su obra. ¿O el dinero de la fama del personaje o el poder que le diera le hubiera cerrado la boca al propio autor? La verdad es que no imagino a Miguel de Cervantes haciéndole tal mezquindad al mundo o a su inteligencia.

En el camino que me abre mi sospecha, pienso que a Mary Wollstonecraft le habrían hecho lo mismo con sus “ficciones”: que pretendiendo ella denunciar con la novela llamada filosófica la adicción y las nefastas ideas que genera y sostiene siempre la literatura basura dirigida a las mujeres (en la época llamadas románticas) acabáramos tomando a su heroína como ideal de madre y esposa en el Sistema patriarcal.

El idealismo no es cuestión de gente que ha perdido la cabeza y tiene comportamientos absurdos o grotescos aunque también un corazón muy grande. Las personas idealistas pueden saber perfectamente dónde están y pueden nutrir sus ideas de razonamientos y no de historias diseñadas para que nadie luche por nada y ocupe su «ocio» con materiales que mantienen siempre las cosas «en su sitio».

La difamación y la distorsión, qué armas tan corrosivas. Después de la omisión, son las más usadas, por eficaces, contra las personas (en especial, mujeres) que piensan y expresan desde mentalidades críticas, o sea, constructivas. Lo más espeluznante es la facilidad con que las usa todo el mundo sin saber siquiera que se está siendo una tuerca más en la fundamental maquinaria patriarcal… Claro que podemos verlo como inocente, coincidencia, error, así seguiremos sin tener nada que ver, como sociedad, con ningún crimen del flujo de esta Historia. Como si de principio a siempre la única posibilidad fuera la que concibieron los Patriarcas.

 

Justicia

La justicia es un sentimiento generado por la aplicación de la racionalidad empática en la organización social. Mucha gente ha podido imaginarla, pero hasta el momento mucha más, muchísima más, no la comprende o siente, la desconoce.

Si te gusta jugar al fútbol, y es tu pasión, o te genera mucho interés hacerlo, y tienes un talento para ello, o vas desarrollándolo, o las dos cosas más bien, la interpretación equiparación ordinaria es que te gustaría ser, pongamos, Messi, tanto por la fama y el dinero (quizá se incluya también el estatus), y también por la maestría, el talento desplegado en la actividad, ese “ser el mejor” en “lo tuyo”.

A mí esto, en un sentido idealista (de ideas sólo), me parece comprensible, pero por cómo operan las sociedades, y por esto sé que esa interpretación no es la única que explica las relaciones de las personas con las actividades que aman hacer, o necesitan hacer, o a las que quieren dedicarse. Sin embargo, si yo expresara en alto que existen otras aspiraciones o deseos de relación entre una actividad y la persona, es probable que la mayoría sonriera incrédulamente. Como cuando ven a una mujer que no ha sentido la necesidad ni el deseo de ser madre tratar a una niña o a un niño con amabilidad e interés, o sentirse conmovida por su inocencia y espontaneidad, por su inteligencia, digamos, la mira “la sociedad” y piensa: “seguro que le da pena no haber tenido sus propios hijos”. El autoritarismo de las opiniones que sustentan el sistema es así: no se concibe ninguna otra posibilidad o explicación.

Sin embargo, yo puedo imaginar con cierta facilidad, por ejemplo, que hayan existido personas con talentos e intereses o pasiones, que aun deseando comunicar, no han buscado ni “ser el mejor”, ni “reconocimiento por su producción”, ni han aspirado a amasar “poder y dinero”,  y estas ausencias no han implicado “falta de ambición”, “cobardía”, “inseguridad”, sino sencillamente no sentir ninguna atracción a esos caminos en los que se quiere exponer la obra, porque se tiene interés o atracción por otros caminos. Si hay algo cobarde, falto de ambición, es creer que la mente humana sólo da para un par de ambiciones “universales”.

El ninguneo me molesta, tanto individualmente como por compromiso social. Y cuando se habla del ser humano como si éste sólo pudiera ser de una manera, siento una furia tremenda bullir para arriba y salir por mis dedos o mi boca, según el contexto. Por eso me enfado cuando leo opiniones como que las escritoras deben no ser cobardes y aspirar a ganarse la vida con su obra. Bullo de indignación porque me parece un marco asfixiante, que estrangula a unas y ningunea a otras. Se siente: sí hay algo incómodo en ganarse la vida con la expresión artística, pero hay que tener valor y aceptarlo, y no usar a gente que eso no lo quiere hacer para justificarse como artista.

¿Por qué parece costarle tanto a la gente ser capaz de construir su identidad sin que sea a costa de otras personas?

Aquí algunos hechos que deben sumarse a otros hechos:

Existen personas que aunque son biológicamente hembras (periodo-útero) no sienten la necesidad de gestar y parir, de gestar, dar a luz y criar bebés. Existen. Es así de fácil. Y nadie debe forzar a un ser humano a hacer algo tan salvaje contra su cuerpo, su ser, pues gestar y parir cuando no se desea es literalmente una de las más brutales torturas.

Existen artistas que aunque buscan la comunicación, es sólo en el sentido de que sus obras no queden en un rincón oscuro, les conecten con otras personas, y esto no se puede equiparar a desear fama, poder o dinero. Se puede crear por muchas razones, y de muchas maneras. Concebir el arte como la pista de competición donde existe un canon (el concepto mérito, maestría, aplicado al estrecho y definido territorio de la regla de valor) y donde el premio se lo lleva quien, según ese canon, «supera» al resto es una visión infantil en el sentido de limitada al mundo propio de valores, no explica el conjunto, no le sirve a todo el mundo.

El hecho es que millones de mujeres y de personas en general han pasado por el planeta teniendo mucho que aportar y no habiéndolo podido hacer por su contexto o habiéndolo podido hacer sólo desde el aislamiento, o sea, sin que esa obra pudiera llegar a otras personas. La mentalidad por defecto (que llevamos dentro por educación, esa fuente de mezquindad y crueldad justificada) dirá: «Eso lo dices porque te identificas con esas personas». Pues claro! Porque entiendo que existe otra realidad! Es evidente. ¿O he entendido mal tu  comentario?, ¿no debo entender lo que pone, sino tu intención de desacreditar a la gente así?, ¿de borrarla del mapa?, ¿para justificar tu orden?

 

Una persona intenta reflexionar y le da voz a ese proceso, y lo que la gente entiende le devuelve una amenaza.

Sócrates reflexiona sobre la virtud, si puede enseñarse o no, y plantea la cuestión: si existe una persona virtuosa, pongamos Pericles, sus hijos serían virtuosos por aprendizaje ¿o no?

Respuesta de la gente que no comprende: ¿Qué estás diciendo: que Pericles es un mal padre?, ¿que se ha negado a enseñar a sus hijos sus virtudes? Ándate con cuidado… Estás denigrando a un personaje de la patria.

Lo primero que se lleva quien intenta cambiar algo es una hostia, sin importar lo que dice, si lo que dice se relaciona con la virtud o no. Si vas a un lugar y dices: aquí traigo este regalo, que puede hacer nuestra vida algo mejor, la gente entiende que estás diciendo que lo que hay ahí es una mierda.

¿Cómo se puede desarrollar la virtud? ¿Se puede aprender o enseñar, transmitir o desarrollar?

La innovación, la creatividad, la investigación, el razonamiento empático son vistos como amenaza en las sociedades prevalentes (la sociedad «normal»). ¿Por qué y en qué medida se puede cambiar esto? Sólo permiten que haya más de lo mismo, no que haya diferente. Y la sociedad defendiendo a sus «emprendedores» no se dan cuenta de la contradicción flagrante en la que incurren. ¿Dónde está la contradicción deformante de ese pensamiento? En una falacia «de la ambigüedad», se usa el mismo término o expresión con dos sentidos diferentes al mismo tiempo. Va cambiando de sentido según lo que interese decir: en un sentido se asocia a una conducta virtuosa y en otro a una conducta contraria a la virtud.

Alaban a «los emprendedores» (queriendo decir, «empresarios que harán más de lo mismo») y desprecian el 15M, que está lleno de personas con iniciativa! (que quieren hacer otra cosa, no lo mismo).

Capacidad introspectiva, conocimiento de los mecanismos sociales. Ingredientes fundamentales para resolver el problema.

Es tal la necesidad de encontrar una posibilidad factible, que cuando una persona muestra en un acto (verbal u otro) bondad, convierto ese detalle en un todo y me comprometo a apoyar radicalmente (a nunca engañar, ni ser mezquina, en ningún sentido, aunque esto no incluye «sacrificio», es decir, recorte a la libertad). Así se construye un mundo no real.

Con todo, dos reflexiones:

No hay una construcción perfecta (correcta, ideal).

Esta construcción mía se diferencia a las construcciones sociales que imperan (y que son acatadas anulando la capacidad de racionalidad empática, de razón compatible con sentimiento), que tampoco remiten a un mundo real, en que no contiene intenciones o actos de maldad y mezquindad.

Por desastrosos que sean los hechos que lleva asociados.

Lo que me parece indudable es que no se puede actuar mejor sin desarrollar la introspección. Y que es preciso desarrollar la inteligencia social también, para protegerse.

Los materiales que construyen nuestras identidades comparten el hondo impacto de lo que el sistema patriarcal define como Hombre y Mujer. La mayoría acepta que estas definiciones son hechos naturales, inevitables. Pero siempre ha habido minorías que han cuestionado, rechazado, transcendido estas definiciones, lo que no implica que hayan podido desenraizar el impacto de estos papeles. Con todo, y dado que todo es un proceso, todo papel aprendido puede modificarse en alguna medida para aspirar al ideal de no construir la identidad a costa de nadie. Aunque mi ideal es llegar a ser una persona, trascendiendo los condicionamientos del Ser Mujer en un sistema patriarcal, hay elementos del Ser Mujer que no me incapacitan para comprender y por tanto trabajar para ser la persona en proceso, la persona que convive y vive en sociedad.

Sobre la cuestión de los condicionamientos biológicos no me preocupo nada, porque un ser con la capacidad de imaginación que podemos alcanzar (creatividad) no es arrastrado por los condicionamientos biólogicos. El que yo, al ser mujer biológicamente (con matriz), tenga la capacidad de gestar un ser humano no implica necesariamente que desee hacerlo, ni siquiera que tenga la capacidad o voluntad de ser Madre (según la ideología patriarcal: único ser Mujer que asume incluso contra su propia vida la crianza y educación del ser humano que ha gestado). El cuidado de las personas pequeñitas puede hacerse de muchas maneras cuando se tiene una mente capaz de imaginar. Los condicionamientos biológicos tienen algún papel (p.e., podemos morir de frío, sin matriz no puede gestarse contando sólo con el propio cuerpo, sin esperma que fecunde un óvulo no puede gestarse, si no bebemos morimos antes), pero no tienen el papel que el sistema patriarcal ha concebido e impuesto.

La importancia de plantearse la identidad crítica(libre)mente es que además de todas las otras cosas que dependen de este concepto, la violencia, la guerra vienen producidas por este tipo de ontología (nacionalismo) del ser.

Matar, someter es de cobardes, de personas incapaces de controlar su miedo y hallar soluciones a los problemas. Lo valioso, lo difícil es tejer un mundo que acoja personas libres y solidarias. El hecho de que no podamos prescindir de la única violencia de negar la libertad a quienes no pueden o quieren dejar de ejercer violencias contra otras personas no niega lo que puede ser; sólo hace que la búsqueda de soluciones sea compleja, dado el hecho de que en la consciencia colectiva de la especie prevalece la idea irracional de que sólo podemos vivir y convivir ejerciendo violencias. Si los recursos y esfuerzos empleados en generar las innumerables violencias que construyen el mundo social que tenemos fueran puestos al servicio de las buenas ideas y sentimientos, el mundo sería indudablemente mejor, no un imposible. Pero la cobardía, el asumir semejante limitación a la cabeza-corazón humana, es sencillamente pura cobardía, pura rendición. La razón patriarcal es un anacronismo, el camino que deberíamos empezar a ver y al que deberíamos dirigir nuestros esfuerzos es el que nos ofrece la razón empática, una racionalidad construida desde la capacidad del sentimiento de bondad, generosidad, honestidad, solidaridad. La justicia y el sentimiento de libertad no son más que valentía inteligente.

Hace muchos años, quizá cuando cayó el muro de Berlín, no recuerdo bien, di un taller en una reunión de la IRG llamado «Conceptos peligrosos, la revolución olvidada«, donde le daba una buena paliza a «reto/desafío», siguiendo la estela brillante de Rafael Sánchez Ferlosio en su libro Mientras no cambien los dioses, nada ha cambiado. Y estoy pensando pero no recuerdo el otro concepto al que le hice la crítica, jo. Los criticaba salvajemente porque se usan en el movimiento social y considero que se basan en unos valores de mierda que de hecho el movimiento cree combatir o desea combatir o dice combatir. Y algo es curioso, en todo ese tiempo, ese título no ha surgido por todos lados como las setas cuando llueve.

Hay una humildad que no es obediente ni indigna, sino rebelde y digna, la de saberse igual a las demás personas…

Y una mierda que amar es suspender la inteligencia. Amar es justamente usar la inteligencia: te capacita para ver y apreciar lo que es invisible a los ojos de otras personas, te proporciona una sensibilidad o inteligencia extrema.

¡Cuánto odio enseña el patriarcado! ¡Con cuánto ahínco inconsciente colabora la gente para perpetuarlo!

Que «amemos» según los dogmas patriarcales no borra la existencia del amor. No nos convierte a todas las personas en seres incapaces de amar.

Sí, bien percibido: hago lo que me da la gana. Como el resto de personas que creen no estar eligiendo (y, por cierto, no hacen más que quejarse de todo, no organizándose jamás para nada; quejicas profesionales que detestan la libertad por lo que eligen, sí, pero lo que elige la mayoría, con sus pieles adversas a la empatía y su mente adversa a la resolución noviolenta de los problemas).

Lo que nos diferencia es más bien que yo sé que estoy sola y que debo mantenerme en pie sola, y que amo más la consciencia de la realidad que la compañía de la mayoría (al parecer, no se puede vivir en sociedad si no eliges el surco prevalente).

Ah, sí, los hombres nunca se disculpan, y algunas mujeres tampoco. Pero…

Yo existo y cuento y ofrezco esto: capacidad para disculparme sin sentir que es un acto humillante; no porque nos hayan despojado a las mujeres de dignidad, con sus viejas lecciones hipócritas y perversas, sino porque sé que es un acto necesario cuando se comete un error, sobre todo, si afecta a otra persona.

Así pues, no, no me interesa una amistad que no ofrezca una posibilidad de libertad así de fundamental. Como tampoco me interesa una amistad donde no se pueda hablar de un problema de comunicación. Me parece el ejemplo máximo de desamor.

Y luego está la belleza de la amistad: se puede elegir, no hay problema y eligiendo, no pasa nada.

No me refiero al mal de las personas que no son capaces de bondad. (Para solucionar ése, no creo que podamos evitar la violencia, aunque aludo a la de privar de libertad.) Me refiero al mal de personas capaces de bondad, que es el resultado de aceptar realizar ciertas operaciones («lo que hace todo el mundo» y «todo el mundo entiende que se haga, aunque esté feo» porque se «cargan de razones»), las «operaciones de la mezquindad o defensividad».

Son estos mecanismos, se me ocurre, lo que hace que sea tan difícil modificar la mentalidad por defecto que nos ha sido construida por «el mundo», por la cultura, por la sociedad. No defienden nada bueno, destruyen, degradando a quien los protagoniza y haciendo daño a quien es objetivo de ellos.

Hoy me han dicho que esta idea tiene al menos 2.500 años, que soy socrática y platónica, y que otra visión pudiera ser que la gente no entiende ni, sobre todo, puede o quiere entender.

Hoy por lo menos he encontrado una saga.

El amor puede adoptar muchas formas. Lo importante es que no se base en los mecanismos de autodestrucción y manipulación con que se nos bombardea continuamente. Para poder evitar su impacto, hay que tener el entendimiento abierto a la evolución, capacidad autocrítica y empática… Y algo más: aprender a usar el humor, que siempre es un modo de solución honorable y placentero.

No es cierto que las personas sometidas a una situación de pobreza y las que tienen un coeficiente mental inferior a lo que se considera media sean más felices. Lo que pasa es que ni la pobreza ni el coeficiente intelectual despojan a las personas de su condición de persona.

La gente que dice cosas así no sabe lo brutal que aparece ante quienes decidimos usar la inteligencia para buscar la justicia y resolver problemas de formas noviolentas. Se escandalizarían si se vieran en este espejo. Pero ese escándalo no sería tan intenso como el dolor y la desesperación que provoca oír sus palabras psicópatas.

Hay algo que me genera rechazo radical y es cómo se reproduce el sistema de valores patriarcal sin que se enteren algunas mentes que consiguen reconocimiento a su trabajo de los mecanismos de reconocimiento prevalentes.

Para poner un ejemplo, hace ya muchos años escuché en la tele a Almudena Grandes y a Ana María Matute hablando sobre literatura. Y la segunda decía (la segunda, conocida por su inocencia, ¿no? Ay, qué penita tan grande me genera tanta inconsciencia!) algo que es repetido por estos grupos de personas siempre, y que una de las cosas que más rechazo me da (ojalá pudiera ejercer, en su lugar, el furor indiferencia), que es:

«La gente buena al final sale siempre». (!!!)

Buena se refiere a con talento para escribir, en su caso.

La reacción inmediata es preguntarse entonces (considerando la historia de siglos de la humanidad), si jamás hubo sobre el planeta más que alguna mujer capaz de expresar algo con talento de algún tipo. Es sospechoso que las mujeres no aparezcan por ningún lado, ¿no? (Y si aparecen ahora, en todo caso, no es sin búsqueda empecinada ni niega la realidad de siglos). No es posible que eso haya sido así, a pesar de que se las excluyera de poder dedicarse a lo que desearan y que pudieran estudiar y demás libertades que potencian las capacidades.

Y otro dolor: a esas pocas que aparecieron que serían buenas eso era según Ellos «porque escribían como hombres». Es decir, escribieron algo que los hombres en el poder pudieron entender y valorar. Aunque esto también cuesta creerlo, claro, por el obstáculo de la idea nada irracional de que todo autoritarismo tiene en su repertorio alguna excepción que lo valida incluso más.

Qué patético que ése sea el precio que consciente o inconscientemente parecen ir pagando las personas que reciben algún reconocimiento. ¡Pues no se habrán muerto como se han muerto (asesinadas, de hambre y frío, o por la incomunicación, que no es moco de pavo esto) millones de personas que fueron y serán anónimas y que sin embargo su vida o pensamiento brillaba y latía! 

Las castas no empatizan nada. Por eso hay que evitarlas. Te atocinan la mente. Te hacen fofa. Incapaz de empatizar, de conocer el mundo. ¿No podrá la gente combatir su clasismo aprendido, su sentir halago?)

Quiero dejar de sentir este asco, por decirlo más directamente, porque es la versión menos digerible del dolor que causa la injusticia. ¡A ver si se lo plantean de un vez: la realidad! ¡Que piensen con un poco de libertad, por favor!

Por eso y por más, feliz de estar en la masa anónima, entendiéndose eso no como no desear compartir sino justamente lo contrario: sólo se puede compartir en pie de igualdad.

El error no está en que lo que se haga sea dañino para nadie. Hay que comprender lo incomprensible. Hay que saber cuándo es necesario no intentarlo más. A esto se lo llama «dejar de insistir». En una pintada dice: «La resignación es un suicido cotidiano». ¿Es dejar de insistir resignarse? ¿Por qué tengo siempre la sensación de que me estoy jugando la vida?

The mistake is not that one is doing something which harms anybody. What needs to be done is to understand what it is impossible to understand. One must know when it is necessary to stop trying. This is called «to stop insisting». A grafitti says: «Resignation is committing suicide each and every day». Is to stop insisting resignation? Why do I always get feeling that I’m risking my life?

Soy feminista. Mi amor, la justicia

«Hay que visibilizar el hecho continuado e irrefutable de que usamos la lucha noviolenta a diario para defendernos de y transformar un mundo patriarcal construido desde la violencia. La lucha noviolenta ha sido permanente por parte de las mujeres, no porque exista un género trascendente que sea la Mujer que por su capacidad de generar vida evita producir la muerte. Yo no creo esto. Pero sí que perteneciendo a un grupo sometido durante siglos a todo tipo de violencia, tiene un valioso conocimiento no sólo de la violencia, sino además de cómo sobrevivirla y cómo incluso construir a pesar de ella. Hay que visibilizar, coherentemente, la violencia que usa todo el mundo a diario: la violencia verbal, conceptual, pues ésta tiene un papel fundamental en la construcción de la sociedad.» (michelle renyé, 2012)

Escrito para el proyecto en mujerpalabra.net de aportar citas de mujeres, y así rescatarlas de la violencia del ninguno histórico de siglos.

Mujeres, difundid vuestro pensamiento, vuestra creatividad, vuestras luchas, no puede ser que cuando queramos citar a gente valiosa, sólo se nos ocurran hombres.

Jane Bowles

Nació en 1917, año en que también nacieron Leonora Carrington (pintora y escritora surrealista) y Carson McCullers (próxima a Faulkner al escribir, pero muy distinta).

Considerando el estrangulamiento que sufre esta escritora a manos de quienes han «heredado» sus derechos de autora (que además la tía y su ejército de abogados persigue legalmente a todas las webs y blogas que quieren apoyar la difusión de su obra), estoy pensando en hacer un dibujo de ella, basado en una foto (este artículo lo quiero traducir también, está muy bien) que posiblemente fuera tomada hacia el final de su vida (1917-1973), y traducir menos su relato «Simple Pleasures«, «Placeres sencillos» (patatas asadas), que escribió en algún momento entre 1944 y 1951 (parece que en 1946, cuando tenía 29 años) y que publicó en 1966 en una colección de relatos y obras de teatro que tengo la suerte de tener porque mi amigo Fernando lo encontró creo que en Los Angeles y me lo regaló a su vuelta.

Me enfurece lo indecible lo que considero una visión misógina sobre su literatura, artículos de la prensa española, escritos por hombres insensibles e ignorantes: visión incapaz de entender que no todo el mundo posible ha sido imaginado por ellos. Dicen que sus historias son malas. Pues bien, señores, no todo el mundo quiere escribir «historias» tal y como ustedes las conciben. Lo que pasa es que hay literatura que te lleva en viajes a lo desconocido. Si no se puede hacer el viaje, guárdese el mínimo respeto de no echar mierda a lo que no se comprende.

(Para mí, lo que intenta captar, describir, plasmar son los procesos desconocidos inconscientes de la mente humana en su fluir del día. Es puramente exponente de aquello que se llamó en el mundo anglófono, el modernismo (distinto a lo que se entiende en español por esta palabra), captar instantes, el de Dorothy Parker (nada conocida para el público mayoritario), Katherine Mansfield, Virginia Woolf, y otra gran olvidada que a mí me asombra, Jean Rhys.)

Jane Bowles lo sabía, supongo, que no la leían e incluso que no la leerían. Tras la publicación de Two Serious Ladies / Dos damas muy serias (1943), escribió en una carta a su compañero Paul:  «I am serious but I am isolated and my experience is probably of no interest at this point to anyone.» Trad.: «[Voy en serio]?, pero estoy aislada y mi experiencia probablemente no le interese ya a nadie».

Toda mi furia contra el mundo por esta autora. Como por Camille Claudel (ay, y no voy a dejar que me lleguen más nombres y más no nombres que nunca conoceremos), lo que le hicieron a una impresionante escultora que tuvo que sufrir la tortura que debe de ser no poder crear porque te encierran en un psiquiátrico. Sométete, experto-de-mierda, a la incomprensión radical, y ya veremos cómo lo llevas, qué haces. Canalla.

A las personas que tienen el don de explorar deberíamos amarlas y apoyarlas, porque hacen lo que casi nadie se atreve a hacer, su vida, sobre el alambre del mundo.

Frente a una persona que se niega a regir su comportamiento por el ánimo o la inteligencia de convivir (alejándose o quedándose), ¿qué se puede hacer? Es como la educación: no puedes enseñar nada a quien no quiere aprender. Es como la violencia de los que lo acaparan todo: ni con tu violencia ni con tu noviolencia podrás nada contra quien se niega a dejar de abusar. Por ello, como activista, yo intento aportar esfuerzos que ayuden a las personas a desarrollar su inteligencia-sensibilidad (cabeza-corazón), me alejo del activismo de presión (el culpabilizador o de convencer, pienso que aunque pueda cosechar algún resultado, sobre todo hace daño, porque maneja conceptos violentos), porque si la mayoría comprendiera algunas ideas fundamentales para la convivencia, eso tendría un impacto en la sociedad y en la evolución de nuestras mentes y relaciones. Ahora bien, queda sin resolverse siempre la cuestión de qué hacer frente a quien no tiene intención alguna de dejar de hacer daño.

En la vieja película de ciencia ficción «Ultimátum a la Tierra», el representante de civilizaciones más inteligentes que las que pueblan la Tierra, que viene aquí con la misión de decirnos que es un desastre total lo que nos hacemos y lo que hacemos en lo que es nuestra casa, que procede de sociedades que han rechazado la violencia en su vida cotidiana, viaja acompañado de un robot gigante que es capaz de borrarte del mapa con un limpio rayo. Y es ése el ultimátum de civilizaciones noviolentas: si pretendemos seguir adelante por el camino de la violencia y la injusticia, nos fulminarán como cualquier terrícola fulmina una plaga, pongamos, de cucarachas: sin ningún problema moral, dado lo dañina que es la especie.

Con esto, claro, no renuncio a la noviolencia, a ninguno de mis ideales, pero es importante abordar este problema, porque aunque falte mucho para que la mayoría comprenda que se vive mejor abandonando la violencia verbal que ejercemos cotidianamente, la violencia conceptual, de actitud, el problema quedará y quizá intentar resolverlo nos ayude a dar con algo que, obviamente, nos falta.

No es que me niegue a relacionarme con gente que por su labor intelectual / artística haya tenido la fortuna y el fruto de su arduo trabajo de recibir cierto o mucho reconocimiento público a su obra. Es que se me hace pesado porque es como andar por un campo minado (cuidado con esto, cuidado con lo otro), temo a sus amistades, y me entristece ver cómo por voluntad propia, como cuando vas a la ginecóloga o a la dentista, se van limitando el espacio, para poder caber.

Podríamos decir que mi arrogancia no encuentra límites; o sencillamente, que trabajo con mi vida porque es el único material que tengo a mano y no es de nadie.

Podríamos decir que soy dañina para la sociedad, y también que soy necesaria porque soy buena.

Hay otra manera de ver las cosas. No soy ingenua; soy idealista, impulsiva y espontánea. Lo sé: una fuente inagotable de imperfecciones, de error; y también: una posibilidad de hallar puertas y ventanas.

Toda opresión genera un daño pero también puede generar una fortaleza. Que no se espere nada de ti multiplica la dificultad de que explores y desarrolles tu potencial pero también proporciona una libertad de la que no disponen quienes tienen valor a ojos de otras personas, la libertad de movimiento que da el anonimato, el no importarle nada a quienes reparten estatus y monedas. No tienes que demostrar nada porque nadie espera nada de ti. No vas a “triunfar” igual que no vas a “fracasar”. Los conceptos no se aplican a tu caso. Y esto, que en principio es negativo, un modo de no existencia, para quien necesita libertad es una muy buena noticia. Una ventaja, como lo de las mujeres y el dinero.

Siempre he sabido que mi relación con el dramático hecho de ganar dinero era privilegiada por ser mujer. Para mí, como mujer, poder ganar dinero para mantenerme es un motivo de alegría y celebración, no una obligación, como lo es para un hombre, el cual, si no puede ganar dinero se ve abocado a autodestruirse, porque ha fallado al mundo “como hombre”. Los dos lo necesitamos igual, pero hay un hecho subjetivo-social en cómo se percibe el hecho. Yo, como mujer, aunque dependa del dinero igual que un hombre que también lo necesite para vivir, siempre he podido disfrutar de esta relación positiva con el hecho dramático y asqueroso de tener que ganar dinero para vivir. Y si hubiera sido hombre, habría luchado con uñas y dientes, o bien, con los puños, que es más masculino, por desligarme de la obligación, de la sensación de que mi identidad pudiera dejar de tener valor si no fuera capaz de ganar dinero, o mucho dinero. Y como hombre que hubiera luchado por esto, con todo, sé que no habría podido sentir nunca la sana y sencilla alegría que da ser independiente económicamente, cuando eres una mujer, porque lo sabemos, de alguna manera, consciente o inconscientemente: nos estaba vedado, no poder ganarnos la vida era una pieza clave de la esclavitud de las mujeres en el patriarcado. Lo sabemos tan bien, tan hondo, como sabemos, desde pequeñas, que nuestra libertad de movimiento está más amenazada que la de los hombres, por el tema añadido a los peligros y central del mundo misógino de la violación.

A pesar de lo dicho anteriormente, el dinero, como el llamado poder (que no es más que que todo el mundo te tenga miedo, degrada todo lo toca), o más precisamente, desnaturaliza todo lo que tiene valor. Por ello pienso que en la inevitable transacción que es ganarse la vida, no debe ponerse sobre la balanza aquella destreza que más amas; que debemos buscar trabajos que nos gusten, sí, dado el gran número de horas de nuestras vidas que nos van a ocupar, pero no trabajos que necesitemos hacer por nuestro propio ser, como son los de expresión artística. Es cierto que la expresión artística es alentada por la interacción social, por nuestras relaciones con la gente en el mundo, pero es distinto usar esa inspiración para explorar libremente o expresar algo que te es vital, a usarla para realizar un trabajo que te han encargado. La distinción no es puritana, es por proteger el territorio libertad a la hora de crear.

No todo el mundo se relaciona igual con su capacidad de expresión. Cierto. Por eso mismo debe respetarse a todo el mundo, evitándose juicios de valor, definiciones que contribuyan a la omisión de personas con otras opciones.

La omisión es un arma también, y lo sabemos bien las mujeres. No es cierto que el mundo de la cultura acaba sabiendo qué obra merece esto o lo otro, o qué artista. En el mundo, no sabemos de millones de personas que fueron y son valiosas para la especie y murieron o viven en el anonimato. Y no lo sabemos, no porque no podamos saberlo: es de lógica que así lo concluyamos. No lo sabemos porque consciente o inconscientemente validamos continuamente el mismo sistema que nos hace daño. Si no entendemos que el mundo construido es sólo una parte de la realidad, y actuamos y pensamos como si fuera toda la realidad, seguiremos perpetuando lo que nos hace daño y negando la existencia de otras personas que es decir de otras maneras de actuar y pensar y expresarse y sentir.

No es posible el borrón y cuenta nueva y al tiempo…

La inferioridad cognitiva, intelectual de las mujeres (transmitida en todos los ámbitos, incluida la Historia y el mundo de la Cultura sancionada), y también la moral (transmitida brutal y sutilmente por las religiones), ha sido construida empecinada, permanentemente en el planeta por un mismo sistema de organización social, el sistema patriarcal. Desde Aristóteles a Nietsche, ejemplos del mundo del pensamiento, desde la Biblia a las Inquisiciones y Cazas varias, desde la exclusión material de las mujeres de todo espacio de acceso al desarrollo de las habilidades cognitivas del cerebro humano (bibliotecas, universidades) hasta el siglo 20, desde la Historia escrita, donde las mujeres no aparecen supuestamente porque no han aportado nada valioso para la especie (lo único para lo que sirven, que no es meritorio sino una ventaja biológica, es gestar y parir, a lo que se suma la imposición de educar obedeciendo los mandatos patriarcales, y nada de esto puede ocupar un lugar en la Historia patriarcal porque no es excepcional, sino obligación), demostrar la inferioridad de las mujeres ha sido tan intenso y continuado que podemos decir que equivale a un lavado de cerebro de los colectivos culturales. Muy recientemente, en el siglo 20, un número suficiente de personas como para que se aprecie el impacto en la propia fibra de la sociedad, ha cuestionado el más duro status quo del planeta: muchas personas tienen ya las palabras para defender con argumentos y con datos procedentes del análisis de las realidades, el sistema patriarcal de sexo-género que ha fundamentado y justificado hasta la náusea la distribución de papeles de hombres y mujeres en la sociedad.

Ser mujer se define por este tener la capacidad de gestar un embrión, y no que se desee gestar, parir y asumir el tener hijos e hijas. Patriarcalmente, tener la capacidad física de gestar implica incapacidad intelectual y moral. Y este único compartimento reservado a las personas con vagina tiene como única alternativa el que se las use como muñecas hinchables.

Sin embargo, ser mujer es desde una perspectiva feminista ser persona, tener todo el potencial del cerebro y la mente humanas, y la construcción de una sociedad justa no puede ignorar este hecho, es más, debe apoyar a las mujeres para que se recuperen de los efectos de siglos de alienación de su condición humana. Si hemos sobrevivido, ha sido justamente porque disponíamos de inteligencia, esa capacidad para adaptarse y sobrevivir, incluso en las circunstancias más adversas. Los hombres también necesitan espacio para recuperarse del papel de Hombre que también se les ha impuesto, aunque el papel asignado a las mujeres y la no existencia de papel asignada al resto de personas que no podían ser encajadas en el papel de Hombre o de Mujer, han pertenecido al grupo oprimido, y este hecho no puede ignorarse, añade complejidad al proceso de recuperación, aunque también tenga contrapartidas que puedan ser beneficiosas: como la del mayor conocimiento de la gama y el alcance de la violencia patriarcal, de cómo opera ésta en la sociedad patriarcal.

Todas las personas son seres humanos, esta idea es tan tardía como del siglo 20. Es preciso asimilarla y no se puede asimilar sin un análisis (una crítica) de las sociedades patriarcales, de cómo éstas condicionan la percepción, la imaginación y  la palabra, la mente humana, y con ello, todas las relaciones.

Tenemos que seguir luchando por aprender a hablar, que es aprender a percibir y pensar.

Y al tiempo, es posible además de necesario

Es valioso que haya personas dedicadas al conocimiento de los problemas de muy diversa índole que padecemos como especie y como sociedades (patriarcales) pero las soluciones posibles también depende de que existan personas dedicadas a escapar a los modos de pensar prevalentes, pues están condicionados por la mentalidad de guerra prevalente en la especie. Es preciso que haya personas que sospechen de la mentalidad de guerra, y que intenten pensar escapando a este condicionamiento. En un mundo con el nivel de interdependencia actual de las personas y de las poblaciones, el transformarlo todo para la construcción de sociedades justas y noviolentas, es decir, con espacio para el desarrollo del potencial de la mente humana, de un desarrollo no basado en la opresión, la explotación, la represión de nadie, las soluciones no van a generarse sólo del mundo que nos ha enseñado a operar haciendo un uso tan mezquino de la inteligencia; necesariamente tendremos que llegar más allá, que trascenderlas, que liberarnos de ellas.

Si pudiéramos comprender que la diversidad no es fuente de debilidad sino justamente de fortaleza…

Dejamos atrás los mitos como medio para el conocimiento y su transmisión, y los ubicamos en el mundo de las historias, de las manifestaciones de la creatividad humana. Las religiones ocuparon aquel lugar, ordenándonos cómo vivir, y tendrían que estar pasando ya a ocupar el mismo lugar que los mitos. Siempre han perseguido el conocimiento, el conocimiento en manos de «cualquiera» porque existen alternativas mejores para construir la vida social y personal. Son un gran ejemplo de la mentalidad de guerra: no saben ser sin perseguir, sacrificar, condenar a quienes no acatan su orden. Estamos aprendiendo muchas cosas desde las ciencias y con la asistencia de la herramienta tecnológica, y lo que más claro queda es que aprendemos porque somos animales con imaginación y seres sociales, capaces, lo vemos y lo sabemos, de construir cómo percibimos el mundo, el lenguaje para narrarlo, y los modos de relacionarnos. Vemos, sabemos ya que estos constructos no son verdades inmutables, sino eventos dado en el tiempo y en el espacio, de lo que se desprende que pueden cambiar también dramáticamente. Cómo si no desaparecieron civilizaciones enteras de la noche a la mañana. Es lo mismo que lo ocurre en la naturaleza: diversidad infinita, continuamente generándose, transformándose, y muriendo. Todo es un proceso, y ser proceso no significa sólo una evolución, sino que también incluye muerte y nacimiento y también inagotables grados de todas estas cosas. Si algo ha quedado claro es que nuestro potencial arroja una diversidad parangonable a la de la naturaleza, y si conseguimos comprender la libertad en el planeta no existiría un único sistema, basado en la mentalidad de guerra, además. Con la violencia no podemos conseguir un mundo que nos permita desarrollar nuestro potencial, todas las personas, porque nos condena a un mundo donde un grupo impone todo a un resto. Hay que pensar más allá, también.

Decir que se vive contando con el ideal no significa que se viva utópicamente porque eso es imposible, no sólo porque no escapamos al uso del dinero sino también porque existen aspectos culturales que rechazamos pero que llevamos dentro como un gen, que a veces identificamos y transformamos y a veces no. Lo que significa esto, según yo lo entiendo, es que frente al dolor, la tristeza y la decepción que es la vida, quiero decir, la vida en sociedad, una tiene el recurso de intentar construirse como si viviera en un mundo mucho mejor. El ánimo procede de saber que un mundo social no puede existir sin que antes haya habido cada vez más gente siendo y viviendo cosas que aún no existen, teniendo en cuenta el ideal (por eso las redes sociales son vitales, pues nos recuerdan que hay gente en esa lucha por todo el planeta aunque allí donde vivamos parezca que estamos en soledad o en minoría). El desánimo procede de que hace falta mucha más gente capaz de inteligencia empática, de que parece claro que hay mucha gente que no entiende nada bueno y no es capaz de aprender, de evolucionar, y de que llevamos ya demasiados siglos luchando para estos pocos tan buenos, y siempre tan amenazados.