Toda opresión genera un daño pero también puede generar una fortaleza. Que no se espere nada de ti multiplica la dificultad de que explores y desarrolles tu potencial pero también proporciona una libertad de la que no disponen quienes tienen valor a ojos de otras personas, la libertad de movimiento que da el anonimato, el no importarle nada a quienes reparten estatus y monedas. No tienes que demostrar nada porque nadie espera nada de ti. No vas a “triunfar” igual que no vas a “fracasar”. Los conceptos no se aplican a tu caso. Y esto, que en principio es negativo, un modo de no existencia, para quien necesita libertad es una muy buena noticia. Una ventaja, como lo de las mujeres y el dinero.

Siempre he sabido que mi relación con el dramático hecho de ganar dinero era privilegiada por ser mujer. Para mí, como mujer, poder ganar dinero para mantenerme es un motivo de alegría y celebración, no una obligación, como lo es para un hombre, el cual, si no puede ganar dinero se ve abocado a autodestruirse, porque ha fallado al mundo “como hombre”. Los dos lo necesitamos igual, pero hay un hecho subjetivo-social en cómo se percibe el hecho. Yo, como mujer, aunque dependa del dinero igual que un hombre que también lo necesite para vivir, siempre he podido disfrutar de esta relación positiva con el hecho dramático y asqueroso de tener que ganar dinero para vivir. Y si hubiera sido hombre, habría luchado con uñas y dientes, o bien, con los puños, que es más masculino, por desligarme de la obligación, de la sensación de que mi identidad pudiera dejar de tener valor si no fuera capaz de ganar dinero, o mucho dinero. Y como hombre que hubiera luchado por esto, con todo, sé que no habría podido sentir nunca la sana y sencilla alegría que da ser independiente económicamente, cuando eres una mujer, porque lo sabemos, de alguna manera, consciente o inconscientemente: nos estaba vedado, no poder ganarnos la vida era una pieza clave de la esclavitud de las mujeres en el patriarcado. Lo sabemos tan bien, tan hondo, como sabemos, desde pequeñas, que nuestra libertad de movimiento está más amenazada que la de los hombres, por el tema añadido a los peligros y central del mundo misógino de la violación.

A pesar de lo dicho anteriormente, el dinero, como el llamado poder (que no es más que que todo el mundo te tenga miedo, degrada todo lo toca), o más precisamente, desnaturaliza todo lo que tiene valor. Por ello pienso que en la inevitable transacción que es ganarse la vida, no debe ponerse sobre la balanza aquella destreza que más amas; que debemos buscar trabajos que nos gusten, sí, dado el gran número de horas de nuestras vidas que nos van a ocupar, pero no trabajos que necesitemos hacer por nuestro propio ser, como son los de expresión artística. Es cierto que la expresión artística es alentada por la interacción social, por nuestras relaciones con la gente en el mundo, pero es distinto usar esa inspiración para explorar libremente o expresar algo que te es vital, a usarla para realizar un trabajo que te han encargado. La distinción no es puritana, es por proteger el territorio libertad a la hora de crear.

No todo el mundo se relaciona igual con su capacidad de expresión. Cierto. Por eso mismo debe respetarse a todo el mundo, evitándose juicios de valor, definiciones que contribuyan a la omisión de personas con otras opciones.

La omisión es un arma también, y lo sabemos bien las mujeres. No es cierto que el mundo de la cultura acaba sabiendo qué obra merece esto o lo otro, o qué artista. En el mundo, no sabemos de millones de personas que fueron y son valiosas para la especie y murieron o viven en el anonimato. Y no lo sabemos, no porque no podamos saberlo: es de lógica que así lo concluyamos. No lo sabemos porque consciente o inconscientemente validamos continuamente el mismo sistema que nos hace daño. Si no entendemos que el mundo construido es sólo una parte de la realidad, y actuamos y pensamos como si fuera toda la realidad, seguiremos perpetuando lo que nos hace daño y negando la existencia de otras personas que es decir de otras maneras de actuar y pensar y expresarse y sentir.

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