Ayer vimos una buena peli, aunque el prota era un psicópata, por lo bien que actuaban la prota y los dos protas, y por la historia, quizá. Empezaba mal y me lo perdí. Siempre se me ocurren tareas urgentes en ciertos momentos televisivos. Realmente estoy muy saturada de violencia. Es como un rechazo instintivo y viejo. Una insumisión general. Pero volví a la peli: al menos tuvieron la delicadeza o la inteligencia de no hacer a una mujer picadillo, como en las pelis de psicopátas, que rechazo o me rebotan por eso. Mataba(n) a cuchilladas a un hombre, corrupto, claro, en el patriarcado las muertes de los hombres tienen sus sentidos relevantes. No como las de las mujeres. El caso es que hoy estábamos de zafarrancho y al sacar el paquete de detergente para lavar la ropa, vi que podía echar lo que quedaba en el nuevo y me puse a ello, sabiendo que tendría luego que meter la mano para intentar arrancar los cachotes de detergentes como petrificados, las rocas jabonosas, y que te duelen las uñas porque cuesta, y por eso al final, tiras la caja de cartón con detergente en el fondo, como para unos dos lavados, medio mes de ropa sucia. El caso: justo antes de meter la mano lo vi como un rayo. Abrí la caja nueva, volteé la vieja sobre ella y lancé cuchilladas sobre el fondo. Se desprendió todo el jabón y luego sólo tuve que deshacer las rocas jabonosas. Nada de dolor bajo las uñas. Lo que se aprende de la tele…

Seguro que la estampa de una mujer acuchillando el fondo de una caja de cartón para que se suelte el montón de detergente adherido y como petrificado (porque le da vergüenza tirarla tal cual, porque le da vergüenza la sociedad de consumo con su pornografía de lo que es basura) da más miedo que la de un psicópata haciendo su nauseabunda función misógina siglo tras siglo en el patriarcado.

 

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