Ayer vi un programa sobre Forges, cuyo trabajo me acompañó mucho en mi juventud, y en general me gusta. Cuando le preguntaban una tontería, y salía la respuesta que dio en el pasado, aún se podía escuchar, porque era lógica, con humanidad, digamos. Pero luego, cuando responde a la misma pregunta en la actualidad, esa edad madura que da sabiduría, ay! El halago ya ha hecho mella: Forges era duro de pelar respecto a caer en sus distorsiones, pero han sido muchos, y va y cae. (Sabía que no acuñaba lenguaje, sino que sabía escuchar, y luego añadía creatividad, y acaba diciendo que acuña lo que llevaba décadas existiendo en el idioma.) Y así se ve todos los días y los años: gente que pensaba bien que empieza a distorsionar porque no puede vencer el poder de atracción del halago. No seré yo quien les condene, porque no soy hija de la Inquisición, por más mierda que llevemos dentro (aunque los patriarcas y la masa obediente inconsciente -la que se cree excepcional y la que no se cree porque no piensa- nos prohíban mentarla cuando avisamos sobre los Héroes y Contrahéroes, mentalidad patriarcal totalitaria y brutal) pero sí me da tristeza, y me gustaría que la gente luchara más incluso por conservar la lucidez. Si sientes halago, contrólate, evítalo. Es la trampa última del poder debilitado: has escapado a tanto y vas y finalmente caes en lo más bobo.