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¿De verdad nos enamoramos?

Las Evas tenemos una manera de enamorarnos que nos caracteriza. Y es la de hacerlo del más gilipollas de todos los de la fiesta. ¿Por qué?

Porque nos pone el más fuerte, duro y machito. El más chulo de sus amigos. El que se ríe del débil. El que gana las peleas. El más admirado. Y no es casual. Es que queremos ser como ellos. Es que deseamos esa fortaleza, esa chulería y esa independencia. Queremos también ganar las peleas y proyectamos en el objeto de amor nuestros deseos más inconscientes.

Y es que en nuestro interior, allí dentro del medio de las entrañas, no nos creemos que podamos nunca llegar a ser fuertes, admiradas, independientes. Y lo vemos en el otro, y lo deseamos, al menos, en el otro.

Y así, lo idealizamos y lo montamos en un pedestal en el que nosotras estamos debajo mirando y esperando ser miradas, seduciendo, poniendo ojitos, haciéndonos las débiles (al macho en cuestión le mola el rollo de proteger, pa´eso es el principe azul…), inventándonos cabriolas para conseguir su atención, y su amor.

¿Lo conseguimos? A veces. Algunas de ellas, resulta que el principe sale rana, y nos acostamos con él una noche y a la siguiente se acuesta con otra y ya no nos mira a la cara… Qué lindo hombre, ¿verdad?

Otras nos quedamos esperando hasta hartarnos. E incluso ya al final, nos decidimos y se lo soltamos a la cara cuánto lo amamos. Y ahí descubrimos lo poco que se merece nuestro amor, pues no da la talla.

Quizás salga de estos vínculos (gilipollas-tontaenamorada) alguna relación estable. Contádmela por favor. Yo aún hoy no la conozco.

Hablar desde el corazón

¿Por qué no hablamos desde el corazón? ¿Por qué nos da tanto miedo hablar desde la honestidad de lo que sentimos y pensamos y somos? Vivimos la vida callando lo que sentimos pensando que es horrible, que no podemos sentirlo, que está mal, que va a sentar mal, que nos van a rechazar… Nos violamos continuamente a nosotras mismas para conseguir un supuesto amor del otro que nunca es suficiente porque nunca ama la parte más importante de nosotras, la parte que escondemos, la parte más necesitada de amor.

Hasta que no la escuchemos y le demos espacio en nuestra vida, amándola como se merece, no vamos a sentir el amor de la otra persona, pues ésta nunca va a poder amarme si me escondo.

De Patricia Narbona Gómez, enviada a mujerpalabra.net el 19 de abril del 2013