Así funciona la ideología patriarcal:
El maltratador es una víctima de la persona a la que maltrata, y la comunidad arropará al maltratador con su silencio cómplice, disimulando, permitiéndole, quiero decir, su abuso. Miente y manipula y no tiene ningún grado de inteligencia-sentimiento de responsabilidad individual y social y sin embargo, cuando su víctima responde a la violencia sufrida, las más de las veces sin reproducir la violencia, es él quien da pena a todo el mundo, lo que es decir que entre todos y todas intentarán ser presión efectiva para que quien se ha atrevido a cuestionar la realidad de abuso vuelva a su lugar.
Un abuso del maltratador jamás será tan grave para la comunidad como que su víctima no asuma este papel. Mencionarán “cosas positivas” en él y “defectos y errores” en la víctima, a quien se considerará como a las mujeres feministas: excesiva en su respuesta a la violencia recibida.
La violencia del silencio es abyecta, si bien tiene la ventaja de dejar sin duda alguna más espacio que el que te arrastren de los pelos a la plaza pública para condenarte.