EXAMINAR EL PRIVILEGIO. El Hombre (las personas que son vistas varón por la sociedad) de las culturas patriarcales creen que atienden a las mujeres cuando él le pide atención a ellas.
Esto es un hecho observable en todos los ámbitos, pero que no se ve (lo evidente no se ve, como siempre) por la tara ideológica patriarcal. Es sólo un síntoma más del complejísimo problema del milenario sistema sexo-género patriarcal.
Si los hombres desarrollaran inteligencia feminista la cosa iría mejor para todo el mundo, y nuestra superación de este tipo de sociedad, irracional y violenta. Pero el mandato es optar siempre por la tradicional sospecha de que las mujeres no saben ni pueden pensar bien, por ser mujeres (excesivamente emocionales), incapacidad (inferioridad intelectual) o maldad (malos sentimientos). La sospecha es inconsciente y continua, observando se aprecia. Es mu pesao. Dijo Ferlosio una vez, “paciencia, la de las feministas”. Alguien con mirada clara para ver lo evidente.
La ceguera patriarcal, ese no poder ver lo que está ahí, es también responsable de que incluso hoy, claro que sí, hoy también, no se ve que las mujeres generan ideas, acciones, que transforman la sociedad, aunque no se las identifique como su causa o generación. Es un poco como esto de los medios de masa en manos de la derecha que hoy suenan igual que en el franquismo, masivamente bombardeando mentiras y malas ideas, y que da igual porque no pueden parar el cambio social, como los berrinches de la RAE que tampoco pueden. En España ya pasó en los sesenta y setenta del siglo 20, al final de la dictadura de derechas.
Y es que por más adoctrinamiento sexo-género, las personas somos también humanas, las mujeres también, y ciertamente nos pueden matar, y obstaculizar mucho con todas las violencia que como grupo padecemos en una infinita variedades de grados, pero eso no cambia el hecho de que somos humanas.
Como ocurre siempre en los sistemas de opresión, el grupo oprimido sabe más del opresor que al revés. De violencias y obstáculos las mujeres sabemos mucho, sea conscientemente o no, mucho más que el grupo con el privilegio de ser ubicado como superior y dirigente, como vital para el progreso humano.
Un poquito de por favor, y valentía para la autocrítica. Un poquito más de escucha y atención.