Sólo puedo mirar muchas cosas de la realidad por encima, saltar sobre ellas como lo que son, piedras candentes. Arden, escuecen, duelen. A pesar de todo lo que ignoro, a veces tengo la impresión de que esos pocos me dicen cosas que ayudan a conocer la realidad.
Quiero decir que a veces miro la realidad de la gente (social) como si fuera un cuadro, la leo como si fuera un poema, me muevo entre ella como si fuera escuchar una música a lo lejos.
Es otra manera de conocer. Quizá no sea la mejor para algunas cosas pero pienso que tiene que valer para otras. Creo que tiene, que contiene algo muy valioso. Aunque sé que dista mucho de ser suficiente o algo que te permita dejar de luchar por entender las cosas.
Es decir, quiero decir, declarar, por si alguien me tiene en consideración, que yo sé nada de nada y cada vez menos, que eso es en un sentido bueno, porque abre el espacio imposible de la posibilidad, pero que no hay que olvidar que no es suficiente para conocer.

(Necesitaría menos caos general y al tiempo sin ese caos es más difícil trazar conexiones. Pero esta frase es pura trampa autodestructiva. No es caos general, es que lo más sencillo y constructivo te lleva a estar dándote contra el muro de la violencia invisible.)

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