Ser escritora es haber desarrollado la creatividad aprovechando, impulsando la inteligencia lingüística, y haber tenido la fortuna, en determinados momentos, y a veces el talento, de transmutar algo propio en algo que puede comunicar a otras personas, conmoverlas de alguna manera, ayudarlas o inspirarlas para entender algo de alguna manera.

Cada vez que esto ocurre, que desde algo tan pequeño como la propia visión y experiencia, los propios recuerdos e ideas, sepas qué seleccionar y cómo combinarlo, crear esa música, esa imagen, esa idea, para que de pronto algo intransferible comunique, es emocionante y asombroso.

No se comparte por fama, poder y dinero sólo. (Y desde luego, si eres escritora con inteligencia feminista, siempre estarás muy lejos de esto.) Se comparte también o aparte por un instinto animal que es un rasgo de las mejores cosas de las que somos capaces como especie.

Que ojalá desarrolláramos libremente en lugar de siempre someternos a la reproducción ad nauseam de la violencia.

 

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