De día todo es luz.
Como una estrella de fuego
las zanahorias me llaman.
Las engullo ávida y cambio la piel
que cae como papel gastado
porque la nueva vibra de alegría.

De noche en las cavernas
azul cobalto en sombra de mi mente humana
se escuchan los torrentes subterráneos
del llanto y llanto y la pena y el desamparo,
pero se llevan lo perdido.
Arreglo mi muerte, me abandona una amiga.

En el desayuno,
junto al zumo de naranja y el café
con el azul intenso celeste estallando
sobre el pueblo y sobre el mar
descifro mis sueños
comprendiendo
la conclusión de dos décadas
y la vuelta de mis pies,
más viejos, más sabios, más libres.

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