Escribir. Una máquina de S. Plath

Estoy leyendo los diarios de Sylvia Plath (regalo de A., en español) y pienso que es una gran suerte ser escritora anónima para mí, porque yo sólo quiero que me lean, si apetece, da curiosidad, gusta, e internet es la plaza perfecta.

En realidad, las editoriales son como las peluquerías (y no lo digo para ofender; es una analogía por lo que duelen por la tradición de forzar): te hacen cosas que duelen y distorsionan, crean muros de contención, zanjas dirigidas para el riego, ciegan vanos, abren boquetes en lugares sucios, añaden transparencias que median la mirada y finalmente impide ver lo que miras con esa capacidad directa… Y luego, todo lo demás, el mundo de La cultura: el cortejo de las disecciones obligatorias de quienes pueblan ese Estado, con sus buenas y malas ideas y sobre todo, ese despiece las más de las veces improcedente e irrelevante, a menudo deformante porque incluso cuando el rastro es acertado, se mira desde la expectativa de lo que se va a encontrar, desde la explicación previa construida, que impone que todo lo mirado se use, y no facilita que se conozca.

2014 Esquina de Mi Territorio con máquina de Myrtle Solomon

Que mis textos no hayan interesado a editoriales y a su marco (y soy consciente de que gracias al acceso a la expresión libre, se ve ya más claro que el genio creativo lo tenemos mucha más gente de lo que dice la historia), el mundo de la cultura sancionada (ese establishment defensor de la ideología patriarcal con sus… ¡universales! pequeños, particulares y exclusivistas, ese mundo cerrado de mandamientos), sumado a todo lo que no he hecho para buscar un lugar allí, y que he podido NO ganarme la vida con mis actividades íntimas creativas en estado puro , y sus talentos asociados (las creativas de desde dentro, y no las que nacen de la interacción y con la prioridad de la otra persona, como dar clases de un idioma), me ha ubicado en donde, de haberlo sabido todo antes, me hubiera ubicado yo. Lejos de todo eso, invisible pero con obra accesible y pública gracias a internet.

Pensándolo ahora, como somos capaces de buscar la expresión de mucho menos de lo que podemos saber, quizá es que de hecho he podido ir eligiendo. Sin duda, algo ha tenido que influir en la apertura del camino propio de mi vida las cosas que no he querido hacer y lo que he amado hacer.

Al caso: siento alivio, quería decir, explicar, dentro de lo que es la preferencia vital general de ser de la saga de personas anónimas que han compartido sus trabajos.

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