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Pensamiento - Lenguaje - Préstamos para la igualdad: género

Volver a Género: La lengua como hecho social y la falacia clásica del prescriptivismo

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Partes del trabajo de investigación "Préstamos para la igualdad"

14. La lengua como hecho social y la falacia clásica del prescriptivismo

Descriptive grammarians have been able to show that
the judgments of prescriptivists are founded on no more objective basis
than the willingness of the community to accept their judgments*
The Macmillan Encyclopedia 2001

Recordando a Saussure:

Contra toda apariencia, en momento alguno existe la lengua fuera del hecho social, porque es un fenómeno semiológico. Su naturaleza social es uno de sus caracteres internos ; su definición completa nos coloca ante dos cosas inseparables, como lo muestra el esquema siguiente: [Lengua + Masa hablante]. (.) Como el signo lingüístico es arbitrario, parecería que la lengua, así definida, es un sistema libre, organizable a voluntad, dependiente únicamente de un principio racional. Su carácter social, considerado en sí mismo, no se opone precisamente a este punto de vista. Sin duda la psicología colectiva no opera sobre una materia puramente lógica; haría falta tener en cuenta todo cuanto hace torcer la razón en las relaciones prácticas entre individuo e individuo. Y, sin embargo, no es eso lo que nos impide ver la lengua como una simple convención, modificable a voluntad de los interesados : es la acción del tiempo, que se combina con la de la fuerza social ; fuera del tiempo, la realidad lingüística no es completa y ninguna conclusión es posible (Saussure 144).

Si la lengua depende de algo es de los hablantes. La lingüística moderna dejó atrás el prescriptivismo, una corriente tradicionalmente vinculada a los grupos de poder militar, religioso y económico, incapaz de comprender que la lengua es un hecho social y, como tal, un reflejo del vínculo entre lenguaje, pensamiento y organización de las sociedades. A medida que se desarrollan los valores de justicia y libertad en diferentes ámbitos de la vida humana, más expuesta queda la postura del prescriptivismo.

Veamos el recorrido histórico y el análisis que plantea Lyons:

[Analizando el s. III a. De C., periodo alejandrino]
Puesto que la lengua de los textos clásicos era diferente en muchos aspectos del griego que se hablaba entonces en Alejandría, empezaron a divulgarse comentarios textuales y tratados gramatical para elucidar las diversas diferencias que podían estorbar al lector de los primitivos poetas griegos. La admiración que dispensaron a las grandes obras literarias del pasado fortaleció la creencia de que la lengua en que habían sido escritas era intrínsecamente más "pura", más "correcta" que la cotidiana habla coloquial de Alejandría y los demás centros helenísticos. Por consiguiente, las gramáticas elaboradas por los estudiosos helenísticos llegaron a presentar un doble propósito: combinaron el objetivo de establecer y de glosar la lengua de los autores clásicos con el deseo de preservar al griego de la corrupción de los ignorantes y analfabetos. Este tipo de orientación erigido por el clasicismo alejandrino en el estudio del lenguaje contenía dos errores fatales. El primero concierne a la relación entre lenguaje escrito y lenguaje hablado; el segundo se refiere al modo como las lenguas evolucionan. Ambos pueden ser referidos a lo que llamaré la "falacia clásica" en el estudio del lenguaje (Lyons 9).

Explica que el primer error fue considerar que el lenguaje hablado dependía y derivaba del escrito; el segundo, que la "pureza" de una lengua se mantenía gracias al uso de la lengua que hacían los hablantes instruidos (Lyons 10). El nacimiento de la lingüística moderna demostró que esto no era así. Explicando las aportaciones de Ferdinand de Saussure, Lyons escribe lo siguiente (subrayado mío):

1.4.2. La prioridad del lenguaje hablado.
(...) el gramático tradicional solía afirmar que el lenguaje hablado es inferior y en cierto modo dependiente del lenguaje normal escrito. En consciente oposición a este supuesto, la lingüística contemporánea sostiene (...) que el lenguaje hablado está en primer lugar y que la escritura en esencia no es más que un recurso para representar el habla por otro medio.

El principio de la prioridad del lenguaje hablado sobre el escrito implica, en primer lugar, que el habla1 es anterior y más ampliamente desarrollada que la escritura..] (...) No conocemos ningún sistema de escritura con una historia mayor de seis o siete mil años. (...) [N]o existe ni ha existido ningún grupo de personas conocido sin la capacidad del habla, y se cuentan a centenares las lenguas que han carecido de un sistema de escritura mientras no han sido inducidos por misioneros o lingüista a escribir, en nuestros propios días. Parece razonable suponer, por tanto, que el habla se remonta a los orígenes de la sociedad humana.

La relativa antigüedad del habla y de la escritura tiene, con todo, una importancia secundaria. Mucho más decisivo que comprender la relación entre habla y escritura es el hecho de que todos los sistemas de escritura están palpablemente basados en las unidades del lenguaje hablado.

Sólo excepcionalmente ocurre que una lengua escrita se independice totalmente de la hablada en la cual se había originado. Esto sucedió en especial con el caso del latín, utilizado durante siglos en Europa como lengua de religión, administración y cultura (Lyons 38-9).

Lyons ofrece aquí una descripción que nos ayuda a entender el problema que sufren los prescriptivistas al asumir la tradición irracionalmente, como quien parte el cordero en tres trozos porque siempre se ha hecho así y no, como en el origen del hecho, porque no cabe en el horno.

El latín de los eruditos, clérigos y diplomáticos de la Europa medieval y renacentista2 era una lengua "muerta"; no se trataba de su medio habitual para la conversación diaria, aprendido "naturalmente" en la infancia, sino de una lengua que aprendían y empleaban para fines limitados. Por otra parte, era una lengua escrita esencialmente inmutable (basada en el latín "vivo" que se hablaba muchos siglos atrás) y, cuando la hablaban, la referían constante y deliberadamente a las obras escritas del pasado. (...) [L]a situación peculiar del latín en el medievo y el renacimiento europeos favoreció la reafirmación de los estudiosos de la época hacia la aceptación del principio clásico de la prioridad del lenguaje escrito(Lyons 41).

Las consecuencias de la prioriddad del lenguaje hablado son tremendas para el prescriptivismo y los diccionarios como el DRAE. Continúa Lyons:

1.4.3. La lingüística es una ciencia descriptiva, no prescriptiva.
El gramático tradicional se inclinaba a sostener no sólo que la lengua escrita era más fundamental que la hablada, sino también que una forma particular de la lengua escrita, a saber, la lengua literaria, era intrínsecamente más "pura" y más "correcta" que todas las demás formas de la lengua, tanto escrita como hablada; y que, como gramático, su tarea consistía en "preservar" de la "corrupción" a esta forma de la lengua. Esta afirmación contiene varios aspectos, que podemos tratar adecuadamente si establecemos previamente la distinción entre lingüística prescriptiva y descriptiva.

La primera cuestión que conviene abordar es la de la "pureza"o "correctitud". Debemos admitir que no existen tipos absolutos de "pureza" y "correctitud" en el lenguaje y que tales términos sólo pueden ser interpretados en relación con otros tipos determinados elegidos de antemano. Podemos decir que un extranjero ha cometido un error cuando ha dicho algo que no diría un hablante nativo. Podemos incluso decir, si lo deseamos, que algún hablante de un dialecto regional del español se ha expresado de un modo "incorrecto" o "no gramatical" al emitir una frase que está en disconformidad con las normas del español ordinario: pero en este caso venimos a afirmar que aquél debía haber hablado en español normativo en aquella situación. Mantener que una forma lingüística cualquier es "correcta" o "incorrecta" porque está en desacuerdo o no con alguna otra forma, tomada (explícita o implícitamente) como normativa es, por tanto, algo tautológico. Toda forma lingüística social o regionalmente diferenciada presenta su propia norma de "pura" y "correctitud" inmanentes a ella misma. Una vez sentado y admitido esto, el camino para una descripción más satisfactoria de las lenguas queda expedito. Si el habla de una región o de un grupo social debe ser adoptada como normal para un uso más amplio (p. Ej., como base para la expresión literaria) es un problema de distinta índole. El cometido primordial del lingüista consiste en describir el modo como la gente habla (y escribe) realmente su lengua, y no en prescribir cómo debe hablar y escribir. En otras palabras, la lingüística (en su primera diligencia, por lo menos) es descriptiva, no prescriptiva (o normativa) (Lyons 42).

Un diccionario general, por tanto, debe servir a la comunidad de hablantes: ofrecerles información sobre palabras que estén en use y cuyo significado o uso desconozcan. Un diccionario general no puede ser ya una herramienta para la gente que estudia los textos antiguos y considera que la cultura es un hecho elitista que se debe defender de los usos de la población. Libros como esos pueden elaborarse, sin duda, pero no como guías del habla: sus palabras y sus conceptos pertenecen a un mundo pasado, con valores distintos, y que muchas personas intentamos transformar por injusto. El DRAE lo usa "el pueblo" sobre todo en las discusiones absurdas, citándolo como autoridad, pero no se nota su peso en la manera de hablar y de escribir de la comunidad hablante.

El segundo aspecto alude a la noción de que el cambio lingüístico implica necesariamente "corrupción". Todas las lenguas están sometidas al cambio constante. (...) Todas las lenguas vivas, puede afirmarse, son por naturaleza sistemas de comunicación eficientes y viables que sirven a las distintas y diversas necesidades sociales de las comunidades que las utilizan. Cuando estas necesidades cambian, las lenguas tienden a cambiar para adaptarse a las nuevas condiciones. Si se requieren nuevos términos, éstos van incorporándose en el vocabulario a través, bien del "préstamo" de otras lenguas, bien de la formación a partir de elementos ya existentes en el vocabulario mediante los recursos productivos de la misma lengua; pueden establecerse distinciones inéditas y perderse otras viejas, y las mismas distinciones pueden llegar a expresarse de distinto modo (L. 42).

En España, incluso entre quienes se sitúan en posturas muy distantes de la de los académicos de la RAE, existe una tendencia a rechazar -en la teoría, no en el uso- los anglicismos. Esta tendencia no haya su fundamentación, como estamos viendo, en cuestiones lingüísticas sino en la razones políticas de una suerte de nacionalismo lingüístico españolista o antiimperialista... No es lo mismo luchar contra la super-explotación de las poblaciones por el gobierno estadounidense que decir que género no es un anglicismo (¿puro?) porque viene del latín. ¿Acaso que la etimología lo remonte al latín ennoblece al término, le da más prestigio? ¡Como si viene del caló! No es mejor ni peor si viene de lenguas vivas o muertas. En estas posturas opera el "espejismo de prescriptivismo".

Pero sigamos con Lyons:

Al negar que todo cambio lingüístico conduce al empeoramiento, no queremos, por supuesto, afirmar que siempre conduzca a la mejora. Lo que decimos es sencillamente que cualquier tipo de valoración que se aplique al cambio lingüístico debe estar fundamentado en el reconocimiento de las diversas funciones que la lengua "está llamada" a cumplir en la sociedad que la emplea.

Cabe puntualizar que, al distinguir descripción de prescripción, el lingüista no niega que haya lugar para estudios prescriptivos de la lengua. No puede rechazarse la posibilidad de que existan razones válidas de tipo cultural, social o político para promover la más amplia admisión de alguna lengua o dialecto determinados a expensas de algunos otros. Es, en particular, evidentemente ventajoso que la administración y la enseñanza cuenten con dos aspectos: primero, que el modelo literario en sí mismo está sujeto al cambio; y segundo, que, en relación con su origen, el modelo literario se basa generalmente en el habla de una clase de individuos social o geográficamente determinada y que, por lo tanto, no es más "correcto" ni más "puro" (en cualquiera de los sentidos con que mire el lingüista estos términos) que el habla de otra clase o región, sean éstas cuales fueran. Si el modelo literario dispone de un vocabulario más rico (es decir, si los que cultivan asiduamente la lectura y la escritura tienen un vocabulario más grande), se debe a que, a través de la literatura, podemos penetrar subrepticiamente en la vida de muchas sociedades, incluidas las del pasado, y participar en sus diversas experiencias.

Condenando la preferencia literaria de la gramática tradicional, el lingüista afirma sencillamente que el lenguaje se utiliza para muchos fines, y que su empleo en relación con estos fines no debe ser juzgado por criterios aplicables, solamente o en primer lugar, al lenguaje literario (Lyons 42-3).

Como profesora de idiomas en el contexto del final del siglo veinte y principios del presente, por añadir una reflexión continuadora de lo explicado antes, puedo señalar que está ampliamente aceptado entre los docentes más reflexivos que no existe una pronunciación, un acento "correcto" frente a otros más "feos" o "incorrectos". Podrá gustarnos determinado acento, el de los hablantes francófonos o del italiano al hablar español o inglés o bien, el estándar británico frente al estándar australiano o estadounidense; y no gustarnos otros, el de los hablantes del español al pronunciar el inglés. Los gustos son producto del contexto. Sin embargo, nadie puede sostener hoy en día (racional, científicamente, se entiende) que unos sean más correctos que otros. El nacionalismo del idioma es un ámbito que no cabe en la lingüística y sí en las discusiones ideológicas donde pesa mucho el contexto sociopolítico. Como lingüistas sabemos que no se puede criminalizar el uso de préstamos, porque las lenguas siempre se han prestado palabras, tanto si se reproducían sus usos como incluso si se les daba otros usos (consideremos el no paralelismo de sándwich en español y en inglés). Y para el caso de préstamos para la igualdad, diría yo que habría un valor añadido.

La literatura desde finales del siglo diecinueve nos ha mostrado además que no existe un lenguaje literario correcto frente a uno incorrecto. Es más, a raíz de la edad moderna, del "descubrimiento" de la subjetividad, la humanidad ha comprendido en todas las áreas del conocimiento humano que no existe una verdad, una realidad inmutable, y sabemos también desde entonces que el lenguaje no es independiente del ser humano en su faceta de animal social. Pero al margen de todos los desarrollos producidos en las áreas del saber, se da un hecho de crucial relevancia a la hora de comprender que no puede criminalizarse variantes del lenguaje que no sean las empleadas por una élite 3 cultural: la democratización de las sociedades. Las élites culturales han sido tradicionalmente en nuestra sociedad -y, como todo el mundo sabe, sólo constato un hecho- hombres blancos, clasistas, machistas, homofóbos, racistas, que detentaban el poder económico, religioso y político, es decir, la imposición ideológica, esa misma que desde siempre ha sustentado la injusticia estructural. La tradición escrita, instituciones como la RAE sólo recogieron sus obras (y las de otros escritores más liberales cuyo talento sólo fue reconocido después de su muerte) y es ésta selección la que ha constituido hasta el democrático siglo veinte la base de la cultura. Pero nuestras sociedades han cambiado: hoy en día empiezan a poder publicar personas que no encajan en esa descripción, de las más variadas procedencias sociales, ideológicas, y por más que quiera mantenerse el monopolio de la cultura por un sector de la sociedad, la cuestión es que la sociedad no puede asumir esa situación.

A menudo es imposible dar el significado de una palabra sin "ponerla en un contexto"; también los diccionarios son útiles en proporción directa al número y diversidad de "contextos" que citan para cada palabra. Muchas veces, tal vez las más típicas de todas, se explica el significado de una palabra proponiendo un sinónimo y una indicación sobre las limitaciones "contextuales" que rigen para la palabra en cuestión (...) sobre los hechos de esta clase -la diversidad de formas por las cuales establecemos, en la práctica, el significado de determinadas palabras, la "circularidad" del vocabulario y la pertinencia del "contexto"- no se hace un completo reconocimiento teórico en la semántica tradicional (L. 423-4).

9.2.9. "Significado" y "uso".
En este punto debemos hacer mención del famoso e influyente principio de Wittgenstein: "No hay que buscar el significado de una palabra, hay que buscar su uso" [Wittgenstein, Investigations ]. El término "uso" en sí mismo no es más claro que el de "significado", pero la substitución de uno por otro tiene la virtud de desviar al semantista de la tendencia tradicional de definir el "significado" a base de "significación". Los propios ejemplos de Wittgenstein (en su obra más tardía) demuestran que él pensaba que los "usos" que las palabras reciben en la lengua son de muy diversos tipos. Él no propuso, ni intentó proponer, una teoría del "uso" de las palabras como una teoría semántica. Pero no nos vendrá mal si extraemos de la formulación más bien programática de Wittgenstein los siguientes principios. El único control empírico que tenemos sobre el estudio de la lengua es el "uso" de las expresiones lingüísticas en las variadísimas situaciones de la vida diaria. Expresiones como "el significado de una palabra" y "el significado de una oración (o proposición)" son peligrosamente engañosas en cuanto a que nos incitan a buscar los "significados" que tienen y a identificar sus "significados" con entidades tales como objetos físicos, "conceptos" de la "mente" o bien "estados de cosas" en el mundo físico (Lyons 424).

Consecuentemente los lingüistas descriptivistas procedieron a compilar un corpus de palabras contextualizadas en su uso en las oraciones. La RAE está ahora haciendo eso en Internet con material que le envía quien lo desea, en lugar de con un equipo de lin-güistas que sepan establecer criterios y métodos de trabajo. ¿Por qué habría de elaborar un corpus si su interés no es descriptivista sino el de prescribir usos? Su corpus debería centrarse, para ser coherente con su tradición, en recoger contextos de las palabras en el ámbito de la literatura. No pueden hacerlo, es cierto, porque la literatura misma ha reco-nocido la importancia del habla en el siglo XX, introduciendo no sólo el vocabulario sino también las estructuras y las expresiones que emplea la comunidad hablante.

A la semántica le concierne dar cuenta del grado de uniformidad en el "uso" de la lengua que hace posible la comunicación normal. Una vez abandonada la concepción de que el "significado" de una palabra es lo que ella "significa", reconoceremos con cierta naturalidad que deben establecerse relaciones de diversos tipos en cuanto al "uso" (Lyons 425).

El ensayo termina con una idea que deberían haber anotado entonces los académicos:

toda la futura teoría gramatical y semántica, por muy tradicionales que sean sus propósitos, debe reunir las exigencias rigurosas de la lingüística "estructural" del siglo XX. Las revoluciones pueden ir seguidas de contrarrevoluciones, pero esto no significa jamás una simple restauración del pasado (Lyons 495).

* Los gramáticos descriptivistas han podido demostrar que los juicios prescriptivistas no tiene más base objetiva que el deseo de la comunidad de aceptar esos juicios.
1 Habla aquí se refiere a lenguaje oral e incluye las nociones langue y parole saussureanas.
2 Desde 1948 no podemos olvidar que estos hombres trataban a la población a la manera feudal.
3 La RAE sigue insistiendo en la no acentuación de la palabra, ¿por qué?, cuando invierte tantos esfuerzos en españolizar los anglicismos. ¿Acaso usar palabras francesas es indicativo de algo?

 

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Otro estilo: michelle. "Préstamos para la igualdad. 'Género', análisis conceptual, lingüístico y social". Mujer Palabra. 2005. Ruta: Pensamiento. Fecha de tu visita a la web <https://www.mujerpalabra.net>.

 

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Publicado en mujerpalabra.net en 2005.