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Pensamiento - Crítica al Patriarcado

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Gloria Anzaldúa (1942-2004)

Homenaje enviado por Mujeres Creando

Gloria Anzaldúa"Hay una rebelde en mí —la Criatura de las Sombras. Es una parte de mí que se niega a aceptar órdenes de autoridades ajenas. Se niega a aceptar órdenes de mí voluntad consciente, desafía la soberanía de mi propio gobierno. Es la parte de mi que odia los constreñimientos de cualquier clase, incluso los autoimpuestos. Al mínimo amago de cualquier otro de limitar mi tiempo o espacio, patalea con ambas piernas, se desboca."

"No me deis vuestros dogmas y vuestras leyes. No me deis vuestros banales dioses. Lo que quiero es contar con las tres culturas —la blanca, la mexicana, la india. Quiero la libertad de poder tallar y cincelar mi propio rostro, cortar la hemorragia con cenizas, modelar mis propios dioses desde mis entrañas. Y si ir a casa me es denegado entonces tendré que levantarme y reclamar mi espacio, creando una nueva cultura -una cultura mestiza- con mi propia madera, mis propios ladrillos y argamasa y mi propia arquitectura feminista."

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Tiranía Cultural

La cultura moldea nuestras creencias. Percibimos la versión de la realidad que ella comunica. Paradigmas dominantes, conceptos predefinidos que existen como incuestionables, imposibles de desafiar, nos son transmitidos a través de la cultura. La cultura la hacen aquellos en el poder hombres. Los varones hacen las reglas y las leyes; las mujeres las transmiten. ¿Cuántas veces habré oído a madres y suegras aconsejar a sus hijos pegar a sus mujeres por no obedecerlos, por ser hociconas [big mouths], por ser callejeras [going to visit and gossip with neighbors], por esperar que sus maridos las ayuden con la crianza de los hijos y el trabajo doméstico, por querer ser algo más que esposas?

La cultura espera que las mujeres muestren mayor aceptación a, y compromiso con, el sistema de valores que los varones. La cultura y la Iglesia insisten en que las mujeres estén sometidas a los hombres.

If a woman rebels she is a mujer mala. Si una mujer no renuncia a sí misma en favor del varón, es egoísta. Si una mujer se mantiene virgen hasta el matrimonio, she is a good woman. Para una mujer de mi cultura únicamente había tres direcciones hacia las que volverse: hacia la Iglesia como monja, hacia las calles como prostituta, o hacia el hogar como madre. Hoy en día algunas de nosotras, muy pocas, tenemos una cuarta opción: incorporarnos al mundo por medio de la educación y la carrera profesional y convertirnos en personas autónomas. Como pueblo de gente trabajadora nuestra actividad principal es poner comida en nuestras bocas, un techo sobre nuestras cabezas y ropa sobre nuestras espaldas. Dar una educación a nuestros hijos e hijas está fuera de las posibilidades de la mayoría de nosotros.

Educadas o no, la responsabilidad de las mujeres aún es la de ser esposa/madre sólo la monja puede escapar de la maternidad. Si no se casan y tienen hijos se hace sentir a las mujeres como completos fracasos. "¿Y cuándo te casas, Gloria? Se te va a pasar el tren". Y yo les digo, "Pos si me caso, no va a ser con un hombre". Se quedan calladitas. Sí, soy hija de la Chingada. I've always been her daughter. No 'tŽs chingando. (...)

Los humanos temen lo sobrenatural, tanto lo terrenal los impulsos animales como la sexualidad, lo inconsciente, lo desconocido, lo ajeno como lo divino lo sobrehumano, el dios que hay en nosotros. La cultura y la religión tratan de protegernos de estas dos fuerzas. Se teme a la mujer por la virtud de crear seres de carne y sangre en su vientre sangra cada mes pero no muere, por la virtud de estar en comunión con los ciclos de la naturaleza. Dado que, según el cristianismo y la mayoría de las religiones mayoritarias, la mujer es carnal, animal y más cercana a lo terrenal, debe ser protegida. Protegida de ella misma. La mujer es lo extraño, la otredad. Es un reconocido fragmento de las pesadillas del hombre, es su Bestia de la Sombra. Verla le conduce a un frenesí de ira y temor.

La gorra, el rebozo, la mantilla son símbolos de "protección" de las mujeres en mi cultura. La cultura léase los hombres pretende proteger a las mujeres. En realidad mantiene a la mujer en roles rígidamente definidos. Aleja a las niñas de otros hombres no caces en mi coto, sólo yo puedo tocar el cuerpo de mi niña. Nuestras madres nos enseñaron bien, "Los hombres no más quieren una cosa"; no puedes confiar en los hombres, son egoístas y son como niños.

Nuestras madres se aseguraban de que no entráramos en camisón o en bragas en las habitaciones de hermanos o padres o tíos. Nunca estábamos solas con hombres, ni siquiera con los de nuestra propia familia.

A través de nuestras madres, la cultura nos daba dobles mensajes: No voy a dejar que ningún pelado desgraciado maltrate a mis hijos. Para acto seguido decir, La mujer tiene que hacer lo que le diga el hombre. ¿Cuál debíamos ser, la fuerte o la sumisa, la rebelde o la conformista?

Los derechos tribales por encima de los individuales aseguraban la supervivencia de la tribu y eran necesarios entonces y, como en el caso de todos los pueblos indígenas del mundo que están aún defendiéndose contra el asesinato intencional y premeditado, todavía siguen siendo necesarios.

Gran parte de lo que la cultura condena se focaliza en las relaciones de parentesco. El bienestar familiar, la comunidad y la tribu son más importantes que el bienestar individual. El individuo existe primero como pariente -como hermana, padre o padrino- y después como individuo.

En mi cultura el egoísmo está condenado, sobre todo en las mujeres; la humildad y generosidad, la ausencia de egoísmo, es considerada una virtud. En el pasado, ser humilde con miembros de fuera de la familia aseguraba que no harías a nadie envidioso; así él o ella no utilizaría ningún hechizo contra ti. Si te sientes importante eres una envidiosa. Si no te comportas como todo el mundo, la gente dirá que piensas que eres mejor que los demás, que te crees grande. Con la ambición condenada en la cultura mexicana y valorada en la anglosajona- llega la envidia. El respeto acarrea una serie de reglas que mantienen en orden las categorías sociales y las jerarquías: el respeto está reservado para la abuela, papá, el patrón, aquellos con poder en la comunidad. La mujer está en lo más bajo de la escala un peldaño por encima de los desviados. La cultura chicana, mexicana, y algunas culturas indias no toleran la desviación.

Desviación es todo aquello que está condenado por la comunidad.

La mayoría de las sociedades tratan de librarse de sus desviados. La mayoría de las culturas han quemado y golpeado a sus homosexuales y a otros que se han desviado de la normalidad sexual. Los raritos son el espejo que refleja el miedo heterosexual de la tribu: ser diferente, ser otro y por lo tanto inferior, por lo tanto sub-humano, in-humano, no-humano.

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Publicado en mujerpalabra.net en diciembre 2007