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Pensamiento - Filosofía

Volver a Sociedad, economía, filosofía y política De Justicias y mordazas (2010)

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GoebbelsVenimos oyendo y leyendo con frecuencia que todo argumento es digno de respeto y aquellos discursos que promuevan la violencia machista, la discriminación racial, el odio ideológico o la justificación de un genocidio quedan amparados por el derecho de cada persona a expresarse libremente. Si impedimos la difusión de cada discurso que no compartimos estaremos asumiendo un posicionamiento totalitario, intolerante y fascista, justo aquellos que tanto criticamos.

Vamos a desmontar esa idea: la libertad de expresión, lejos de ser un derecho absoluto, tiene unos límites muy marcados y que se acotan, esencialmente, en el ejercicio responsable de ese derecho. Estos límites tratan de proteger otros bienes jurídicos fundamentales que podrían verse lesionados significativamente cuando el comunicador disfruta de una posición cualificada que le permite tener cierta parcela de poder y ascendencia de opinión sobre la sociedad. Así, el derecho a la vida, el derecho a la integridad y a la dignidad de la persona, a su no discriminación por su orientación sexual, creencias, etnia, nacionalidad, etc… deben primar siempre sobre el derecho a la libertad de expresión o mejor dicho, no deben primar sino ser su límite.

En ese sentido, el derecho a la libertad de expresión se encuentra subordinado ética y jurídicamente a otros derechos fundamentales de mayor rango dentro de la propia Declaración Universal de los Derechos Humanos vínculo externo; así, "Todos tienen derecho a igual protección contra toda discriminación que infrinja esta Declaración y contra toda provocación a tal discriminación".

O lo que es lo mismo, a la intolerancia no se le puede ni se le debe responder con tolerancia.

Con ello abandonamos el argumento jurídico y entramos en las razones éticas y si se quiere filosóficas de la mano de Karl Popper y su famosa paradoja. Para él, toda tolerancia ilimitada conduce indefectiblemente hacia la intolerancia. "Si extendemos la tolerancia ilimitada aun a aquellos que son intolerantes; si no nos hallamos preparados para defender una sociedad tolerante contra las tropelías de los intolerantes, el resultado será la destrucción de los tolerantes y, junto con ellos, de la tolerancia."

Esto es ¿debemos comernos a los caníbales para acabar con el canibalismo?

Por lo que a mí respecta no creo que precisamente aquellos que si pudieran acabarían completamente con la libertad de expresión  tengan derecho a ampararse en ella para destruir las conquistas sociales.

Yo apuesto por respetar cualquier idea especialmente aquellas que son diferentes a las mías; pero si generan -o inducen a generar- discriminaciones, opresión, violencia y odio, mi conciencia pesa más que mi respeto.

Y la intolerancia se me hace en esos casos más respetable que la injusticia.

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Publicado en mujerpalabra.net en febrero 2011