Saltar grupo de enlaces
Logo de Mujer Palabra

Mujer Palabra es un espacio feminista independiente y autogestionado en Internet para la difusión de ideas, obras, materiales que habiten y exploren la construcción de un mundo menos violento e injusto, más libre, creativo y solidario

Creadoras

Volver a índice de María José Russ María José Russ

Una noche como ésta

¿Ha querido decir o hacer algo? ¿Evitar mi partida? ¿Besarme, quizás? Caminé por la calle solitaria. Quise, deseé, fundirme en su calor esta noche, que ahora se pasa lenta, que ahora se burla de mi soledad, de mi poca decisión...

Rodeé la plaza constitución en estas horas, la moneda se mostraba iluminada... me senté y observé esa mole blanquecina, y un pequeño temblor cruzó mis huesos. ¿Debía volver? ¿Llamar a su puerta, presentarme como si nada? ¿Me estaría esperando? Mis pensamientos volaron a su piel de hembra... a ese escote moderado que llevaba, ah... su cabello que olía a flores nocturnas... sus manos largas, su mirar tan decidido... sus hombros. ¿Qué hacer? ¿Debía seguir dando vueltas? ¿O Partir rumbo a su edificio antes de que fuese tarde?, "Ah... alguna señal que me diga que hacer". Comencé a caminar nuevamente esperando, inocentemente, una señal que me dijera "ve y búscala...", un ángel oculto quizás. Busqué esa señal en las calles que caminábamos desde hacia unos meses, frente al edificio en el que nos conocimos, mirando hacia la ventana de su oficina, o en las hermosas estructuras de los edificios sucios, ocultas para la gente común.

Al pasar por quinta vez frente a los palacios de justicia sentí el cansancio. Me senté en uno de los escalones y me dediqué a observar el cielo... supuse que ninguna señal se me iba a mostrar esa madrugada, así que decidí que el cielo oscuro y sin luna de esa noche funcionarían bien como señal "mística". Me armé de valor y me encaminé a sus brazos... de hecho, creo que corrí literalmente a sus brazos. Cuando llegué a su edificio, dudé... no lo niego, y otras dos horas de indecisión me acompañaron. Me senté frente al edificio gris a esperar alguna luz en su ventana. Sentada en cunetas por todo Santiago pasé gran parte de esa noche. Debe haber sido extraño ver a una mujer de veintitantos (no creo parecer de mas) sentada con ropa de "Ejecutiva" (secretaria para ser mas precisa), sentada en una cuneta a las tres de la madrugada... imaginarme en esos tacos ridículos en los que nos obligan a trabajar, con ese "trajecito dos piezas" que tanto les gusta a los oficinistas, en vigilia frente a un edificio de departamentos... sentada en el suelo... y peor aun... esperando a la jefa de mi piso. Me sentía ridícula... ¿quién no?

La llamaba con la mente (siempre me sentí algo psíquica), cuando una luz en su piso se prendió. Y para mejorar las cosas... ELLA SE ASOMÓ POR EL VENTANAL... mi corazón daba saltos increíbles en mi garganta. Y la única cosa que se me ocurrió fue saludar. Ella lo hizo de vuelta y luego hizo un movimiento de invitación, con lo que me apresure a la puerta de vidrio, y su bellísima voz a través del alto parlante llenó mis sentidos. No recuerdo lo que dijo, pero me sonó hermoso. Así sonó el piquete de la puerta y me apresuré. En el ascensor solté mi cabello, me quería ver lo más hermosa que fuera posible, me maquillé un poco, y pinté mis labios (es increíble lo experta que me he hecho en esto ultimo). Llegué exactamente en 30 segundos a su puerta. Escuché su voz invitándome a entrar.

Ella estaba ahí de pie, esperándome con una sonrisa, su cabello caía salvaje sobre sus hombros morenos. Sus labios suaves, sin maquillaje ya, se movieron en la frase que me pareció la mas dulce del mundo, "Pensé que ya no vendrías...". Me había estado esperando todo ese tiempo... mientras yo me daba vueltas por todo Santiago pensado si me quería con ella en esas horas... algunas veces me detesto... me comporto como una adolescente, sobre todo en situaciones como esas. Era lo que soñé desde que la conocí, y no podía decir palabra.

Se acercó a mí, y yo temblaba.

Me acarició el rostró, y yo temblaba aun más.

Me sonrío, y temblé de emoción, me tomo de la mano y me llevó a un sofá amplio y cómodo en el que nos sentamos, buscó una manta y trajo café recién hecho. Me abrazó toda la noche.

 

Enero 2003

bar

Información sobre uso de este material: consultar con la autora
Publicado en mujerpalabra.net en octubre del 2006