Creadoras

Como tú,
ajena a las palabras,
ignoro el círculo de sangre que iniciaste.

(A través de la cornisa del mañana
abanicamos la fragua del silencio).

El soldado se desangra en la batalla,
la palmera se desangra en el cielo,
y yo, horizonte, me desangro con ellos.

Los músculos perplejos,
pálidos de mármol perenne,
se extinguen en el páramo
cansados de quererte.

Entonces,
emanan los bramidos óseos
en esta tarde extensa con desierto
por un latido de agua dulce.

Diriges un eco de frescura
nacida de tu boca hervida de estrellas.

Como tú,
lame obnubilada la roca a la hiena
y la hoja a la llama,
y la llama me quema.

Ambas se cercenan
ambas se apagan
contorsionadas hasta la nada,
como tú, brotan;
como tú, estallan;
y después se agotan.