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Activismo - Pacifismo feminista, feminismo antimilitarista

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Ir a webita de autora michelle, Internacional de Resistentes a la Guerra (2000, rev. 2009)

En las décadas de los ochenta y noventa, se fue produciendo en España un lento y difícil desarrollo del pacifismo de carácter feminista. Esta corriente surgió del antimilitarismo y no del feminismo, aunque muchas de sus integrantes fueran feministas.

Feminismo e izquierda frente al pacifismo en los ochenta

A partir de 1979 quedó claro que existían dos grandes corrientes en el feminismo: la independiente y la de doble militancia, integrada por feministas que militaban en partidos políticos de izquierdas. Ambas luchaban por la igualdad, por conseguir derechos para las mujeres (separación, divorcio, anticonceptivos, aborto, trabajo asalariado...), y también por cuestiones más de fondo, como la sexualidad y la educación. Partían, no obstante, de distintos enfoques, empleaban distintos procesos y métodos. Respecto al pacifismo, ninguna corriente descartó públicamente la violencia como principio y metodología para la transformación social; no había contacto con grupos o redes de mujeres que se declararan públicamente antimilitaristas o pacifistas. Quizá esto fue por no disponer de tiempo para analizar el tema. Pero también había otra razón: la igualdad con los hombres significaba también derecho a llevar las armas. El golpe de Estado de 1981 no facilitó que se descartara la posibilidad de tomar las armas. Los comités de solidaridad (mixtos) con la lucha sandinista y las guerrillas salvadoreña y guatemalteca, por otro lado, no concebían la lucha por la justicia más que rindiendo toda capacidad crítica al acto de fe de "creer" en las armas. En el contexto de un país muy machista, es comprensible que las feministas no abordaran todas las luchas que eran necesarias. Las independientes se centraron en sus áreas de trabajo, que eran muchas. Por su parte, el feminismo de doble militancia, como la izquierda política en su conjunto, no se limitó a ignorar los temas que planteaba el pacifismo y el pacifismo feminista. Los partidos de izquierdas nunca han sido antimilitaristas. (No se concibe el nacionalismo ni la toma o conservación del poder sin la herramienta del aparato militar). Tradicionalmente, han intentado sofocar las iniciativas civiles de carácter izquierdista que escaparan a su control. La idea de que la abolición de los ejércitos es una condición necesaria para la construcción de un mundo sin guerras podría ser perfectamente asumida por una sociedad civilizada, y por tanto, defendida desde toda la izquierda. Sin embargo, la izquierda de partido se dedicó a intentar fagotizar y utilizar, y al tiempo a ignorar, a las y los activistas de la noviolencia.

Apariencia y realidad de las activistas noviolentas

La imagen que si acaso prendía en la sociedad -y sería interesante investigar por qué- fue la de que las pacifistas eran mujeres que pedían la paz por razones biológicas o femeninas: como generadoras de vida amaban la vida y se enfrentaban a la muerte que representaba el militarismo. Y esto suscitaba bastante desprecio –aunque, en cualquier caso, la posición fuera perfectamente respetable. Eso, no obstante, no tenía relación con nuestro activismo.

Los grupos pacifistas congregaban a activistas cristianas/os (cristianas/os de base) y a anarquistas noviolentas/os. El posicionamiento público que predominaba, el análisis que se manejaba, no era el de la Vida frente a la Muerte. El antimilitarismo de las mujeres que existía en el país tenía un discurso más próximo al anarquismo feminista noviolento. Se planteaban las vinculaciones de la violencia con el machismo y el sistema patriarcal; la necesidad de redefinir el poder para que las mujeres se sintieran capaces de él, o vinculadas a él, aunque desde supuestos noviolentos: que los medios tenían que ser coherentes con los fines y que el uso de la violencia degradaba la lucha por la justicia. Se planteaba que el militarismo afectaba gravemente a las mujeres, que la herramienta privilegiada del machismo y la misoginia era el ejército. Un ejército, fuera del signo que fuera (y esto había que decirlo porque era cierto), que fomentaba la mentalidad de violencia y desprecio hacia las mujeres en la sociedad; que servía como justificación e incitador del uso de la prostitución o de la esclavitud sexual (en lugares "en paz") y de la violación (en "tiempos de guerra").

Este análisis, de hecho, planteó más problemas a las activistas. Cuando se intentó abrir un espacio en los grupos mixtos para desarrollar estas ideas, en general se tuvieron que soportar burlas y una poderosa no participación. Los grupos de trabajo antimilitarista sobre vínculos con el feminismo fueron integrados por mujeres, que tuvieron que asumir funciones no reconocidas como parte de la lucha del conjunto: concienciar a los antimilitaristas (a la mayoría de ellos), por ejemplo, de que el antimilitarismo era más que la insumisión a participar en el ejército. Esto duró hasta que muchas de estas mujeres se dieron cuenta de que no tenían por qué hacerlo, de que ellas no tenían la obligación de educar a los hombres. Frente a aquel absurdo, muchas se marcharon de los grupos mixtos para formar grupos o más bien redes de mujeres o para realizar acciones directas noviolentas de mujeres.

Asignatura pendiente: nacionalismos y antimilitarismo

Quisiera apuntar un problema añadido conectado a la poca visibilidad del pacifismo, y concretamente, del pacifismo feminista. Es la delicada cuestión de los nacionalismos. El nacionalismo español está relacionado con las mentalidades de derechas. Los nacionalismos vasco y catalán, por ejemplo, reciben el apoyo de gentes de izquierda, aunque aquí hay que matizar. Personalizo, porque la cuestión es muy delicada: como persona comprometida con la lucha social por la justicia, y desde mi perspectiva pacifista feminista, simpatizo con la lucha de los pueblos que han tenido que sufrir la represión cultural y sus consecuencias. Sin embargo, como he mencionado, los nacionalismos dependen de un ejército, están tan íntimamente vinculados a esta idea que aparece como un pilar incuestionable. Y aquí se me produce el cortacircuito neuronal, porque estoy contra los nacionalismos (y defender la identidad cultural no es lo mismo que el nacionalismo, el nacionalismo es una forma de hacerlo). Con la guerra en los Balcanes, las pacifistas hemos analizado bien los males de unos nacionalismos en los que la lucha por la identidad o no se hace o se hace desde el medio compartido de la violencia y la guerra.

En esos años, la comunicación producida entre grupos del movimiento social de Cataluña o Euskadi con grupos de Madrid y viceversa, por ejemplo, fue escasa y no libre. O se discutió mal (como cuando se discute el machismo, con mucha tensión y no consiguiendo tratar ideas) o no se hizo uso de la libertad de expresión, dejando el espinoso tema en manos de quienes lo sufren directamente, tanto por desentenderse de él o porque se temía que se considerara (mala) injerencia cualquier implicación u opinión. También es cierto que en el Estado español una minoría intenta establecer canales de comunicación que puedan conducir a un posicionamiento público de mujeres antimilitaristas ante la cuestión de los nacionalismos.

Los noventa: puntos de encuentro

Durante los noventa, el feminismo en su conjunto maduró y se enriqueció o diversificó, lo que ha sido positivo. Por su parte, los hombres más machistas del movimiento antimilitarista no se sienten ya tan legitimados en sus posiciones, y algunos grupos han retomado –hombres incluidos– un trabajo para aprovechar lo que el análisis feminista puede ofrecerles.

El desarrollo que los grupos feministas han dado a su análisis sobre la violencia de género se ha alimentado y ha alentado también el análisis pacifista de las conexiones entre militarismo y violencia machista. Además, muchas antimilitaristas y feministas independientes han coincidido en sus maneras de trabajar y organizarse y actuar: creativas, baratas, accesibles para todas, no jerárquicas, con humor, no generadoras de injusticias o dependencias esclavistas (antes se decía: "todo tiene un precio" y "los fines justifican los medios" para cerrarte la boca)...

Las mujeres pacifistas hemos trabajado desde la participación no jerarquizada, la espontaneidad, la creatividad, la perseverancia y el saber que medios y fines venían a ser lo mismo. Nuestro interés por desarrollar enfoques no destructivos sobre la idea del poder ha tenido un impacto interno (al menos), en la creación y en el carácter de nuestras redes. De hecho, gracias a la existencia de un grupo de activistas pacifistas feministas –Mujeres de Negro Contra la Guerra, de Belgrado– se creó en España una red de mujeres –la Red de Apoyo a Mujeres de Negro– que congrega y comunica a diferentes mujeres y grupos de mujeres, y que, dado este hecho, aunque nació como red de apoyo a las mujeres de los Balcanes, se ha convertido en un foro y en una herramienta de apoyo de los propios grupos del país.

Aquel poder que reivindicaron las primeras feministas del mundo, el de ser dueñas de nuestro cuerpo y negarnos a que lo utilizaran, ha sido enriquecido con esa idea y esa vivencia del poder desde dentro, de la conciencia de que tenemos poder (empoderamiento vínculo externo), uno cuya puesta en práctica no degrada, sino que llena de fuerza constructiva y sirve de inspiración para cualquiera. Un poder que, aunque se ve obligado a enfrentar importantes obstáculos y a enfebrecidos oponentes, concibe el fin y el proceso desde el mismo lugar, pretendiendo no caer en la injusticia y la violencia.

Agradecimientos

Gracias a Concha Martín, de la Red de Apoyo a Mujeres de Negro vínculo externo (MdN), por la interesante conversación crítica, y a las mujeres de la Biblioteca de Mujeres vínculo externo por la apasionada pelea. Gracias también a Yolanda R., de MdN, y a Jose, del Grupo Antimilitarista de Carabanchel vínculo externo, por las críticas. Gracias a las compañeras de Creatividad feminista vínculo externo (México) por publicar este artículo en su web, un artículo que no ha sido reproducido en sitios antimilitaristas, he de añadir, lo que no es inocente como se creerá creer (un clásico del antifeminismo interiorizado). En 2005: Vinculado en Indymedia Barcelona Dones en acció vínculo externo

Añadido de 4 ene 2006: el movimiento, sus redes, están creciendo bastante, lo que tiene aspectos positivos evidentes y lo que plantea algunos problemas que habría que analizar, como el que haya personas sin formación en activismo social y que no se plantean que esto pueda ser algo que hay que pensar y trabajar. En la reunión de Jerusalén de Mujeres de Negro en 2005, por ejemplo, cuando mujeres de la zona se negaron a participar si se celebraban talleres conectados al lesbianismo (talleres que visibilizaran la opresión de la comunidad homosexual o que abrían un espacio a un grupo tradicionalmente machacado), hubo mujeres de la red que lo aceptaron. Esto debería analizarse, porque apunta a una incoherencia importante. Hay que utilizar el trabajo generado por las corrientes sociales para formarse un poco. Hay que debatir cosas. En este sentido, el pacifismo y el feminismo tienen mucho que aportar, porque han planteado debates importantes que aún no se comprenden, por lo que se ve, o que incluso no se han hecho.

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Publicado en mujerpalabra.net en 2001