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La poesía
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Por michelle
Revisado 2 octubre 2003


Los poemas son la expresión literaria más misteriosa y libre que existe. Su fuerza reside en su poder de evocación (con unas pocas palabras se pueden generar emociones), y también en que aunque suelan tratar temas conectados al dolor, la rabia y demás, crean belleza, algún tipo de belleza.

"Evocación" quiere decir que se genera en la cabeza (que es donde nacen los sentimientos y las ideas) un eco increíble, un caudal de cosas que a veces nos explicamos y a veces ni podemos explicarnos. Los poemas transmiten emociones de una manera misteriosa, intuitiva. No se pueden leer como si las palabras significaran lo que significan. Hay que abandonarse, al menos en las primeras lecturas, abandonarse a los poemas como si estuvieras en un sueño, sin pensar, sin intentar entender, dejándote llevar por su ritmo y sus imágenes, por sus palabras.

Posiblemente, cuando a Miguel Hernández se le murió su gran amigo Ramón Sijé, no le alivió nada decir "Estoy triste". Su tristeza, su dolor, su rabia contra la muerte sería insoportable, y lo pudo expresar con la poesía, que es una manera alucinante de expresar las cosas más íntimas: vomitó, escupió, sangró, lloró un poema bellísimo, tan emocionante que es difícil no conmoverse, la "Elegía a Ramón Sijé" (Joan Manuel Serrat le puso música).

(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto como el rayo Ramón Sijé, con quien tanto quería.)

Miguel Hernández

ELEGÍA A RAMÓN SIJÉ

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

(10 de enero de 1936)

El misterio de la poesía está en que se dice lo que se dice y se dice mucho más (evocación). Si os fijáis, por poner un ejemplillo, en "siento más tu muerte que mi vida" hay como dos sentidos ('siento' de 'sentir con los sentidos' y 'siento' de 'me da pena'), pero eso lo percibimos con el corazón, el estómago o la cabeza (como quiera que se llame ese lugar donde se siente tan fuerte), no con la racionalidad. Además, "sentir más" la muerte de alguien que la propia vida da muestras de intensidad, ¿verdad? Como si fuera más real el dolor de la pérdida que tu cuerpo. Esta cuestión es muy sencilla y muy complicada, así que lo dejo por el momento.

Sí, volveré, porque se me ocurren muchas cuestiones, como por ejemplo eso de que en poesía sobre todo se expresan las cosas que duelen o que hacen sufrir, y no tanto las cosas buenas. Enseguida alguien dirá: también las buenas. Que ponga en una balanza los poemas sobre emociones gratas y los que no lo son. A lo mejor está confundiendo algo: en poesía, el dolor se expresa con belleza, lo horrible se expresa con belleza, porque eso es la poesía, es un mundo de belleza en la palabra. Pero se expresa lo doloroso, creo yo, porque lo bueno SE VIVE, y el dolor cuando lo tienes lo sufres tanto, y estás tan sola o solo con él, por más que lo pudieras llegar a contar, y tienes tanto miedo de que te venza, que entonces lo escribes, transformas ese dolor, ese espanto, en algo bello, y así te desahogas CREANDO belleza (desahogo mucho mucho mejor que el de llorar y gritar o tratar mal a la gente porque te sientes tan mal), lo que te hace sentir mejor, al menos porque has hecho algo muy especial y muy bello.

Considerando que ha habido peticiones de poemas, ahí va un par, los únicos que tengo que podrían ser más adecuados a personas de 13 años, la verdad.

Lo suyo sería que intentarais escribir un poema... El truco está en que escribáis sobre algo que os importe mucho, que os genere mucho sentimiento, que conozcáis bien en el sentido de que esté muy dentro de vosotras y vosotros. Y que digáis la verdad, vuestra verdad honda y misteriosa, sintiéndoos libres, moviéndoos con las palabras con vuestra intuición, con vuestra música interior.

El primer poema está dedicado a Xeli; el segundo está dedicado a mi perra Lazy, que murió en 1986 y a quien quise tanto que seguro que os lo podéis imaginar. Son de un poemario que junté en 1995 titulado De la sangre.

Xeli era una niña guatemalteca, a la que ojalá no haya lastimado más la guerra. La frase No soy un grano de anís la saqué del libro de Rosario Castellanos Balún Canán, que empieza así (mirad qué bonito):

           No soy un grano de anís. Soy una niña y tengo siete años. Los cinco de la mano derecha y dos de la izquierda. Y cuando me yergo puedo mirar de frente las rodillas de mi padre. Más arriba no. Me imagino que sigue creciendo como un gran árbol y que en su rama más alta está agazapado un tigre diminuto. Mi madre es diferente. Sobre su pelo -tan negro, tan espeso, tan crespo- pasan los pájaros y les gusta y se quedan. Me lo imagino nada más. Nunca lo he visto. Miro lo que está a mi nivel. Ciertos arbustos con las hojas carcomidas por los insectos; los pupitres manchados de tinta; mi hermano.
1987, Guatemala
No soy un grano de anís
dijo la niña y se llenó
de flores y de verdes,
de lagos y volcanes,
de montañas.

Como una diosa dijo
no soy un grano de anís,
y de sus manos mullidas
volcaron telares, arados,
cántaros, caminos.

 

Te vi cargar a tu hermanito
atado a la espalda, cargar
la leña, acarrear el agua,
alimentar el fuego
de la cocina.
Te vi observar el cuerpo
torturado en la plaza
bajo el sol

y restregarte el horror
de los ojos.


Te vi esperando
a que todos hubieran comido
para comer tú,
que no eres un grano de anís.

 

Eres una niña, bella y fuerte,
como los cristalitos que quieres
para tus orejas.
Eres una niña en un país en guerra
y nunca

te amaré como si fueras
un grano de anís.


SI TÚ PUDIERAS SABERLO
(Canción)


C
omo la reina

de los harapos de porcelana
que fuiste

voy derramando
los pasos
como semillas sobre la espuma
de esta ciudad
de los cartones
te llevo dentro

te llevo dentro
pues ya no estás
en otro lado
te llevo dentro
si tú supieras


Tengo otro poemilla en Exposiciones, inspirado en una escena de la película "American Beauty", y que aparece al final de la sección "La belleza del vuelo de una bolsa de plástico".
mujerpalabra.net