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Pensamiento - Sexualidad, afectos y cultura

Volver a Está bien ser diferente: construyendo clases de primaria que no intenten imponer los modelos dominantes de género

Melissa Bollow Tempel

La propuesta de una profesora para prevenir el acoso escolar en clase

Artículo original: It's OK to Be Neither: Teaching That Supports Gender-Variant Children vínculo externo. Traducción: Luz Madera para mujerpalabra.net (2012), revisión de Medusa Edición de Mujer Palabra (2013)

Allie llegó a nuestra clase de primer grado vistiendo una sudadera con capucha. Le pedí que se quitara la capucha, y se negó. Pensé que estaba simplemente haciéndose la difícil y lo ignoré. Después del desayuno nos pusimos en fila para la clase de arte, y me di cuenta de que aún no se había quitado la capucha. Cuando llegamos al aula de arte, le dije: "Allie, no estoy jugando, es la hora de arte. La regla es ni capuchas ni sombreros en el colegio".

Ella alzó la vista con lágrimas en los ojos y me di cuenta de que algo iba mal. Sus compañeras y compañeros entraron en la clase de arte y nosotras nos fuimos al almacén para que no oyeran nuestra conversación. Suavicé mi tono y le pregunté si le gustaría contarme lo que pasaba.

Mi coleta—Mi coleta —dijo rompiendo a llorar.
—¿Puedo verla? —le pregunté.

Asintió y se bajó la capucha. Las trenzas de Allie se habían deshecho por la noche y no había tenido tiempo para hacérselas de nuevo por la mañana así que se había recogido el pelo en una coleta. Era una coleta como las que llevaban muchas niñas en nuestra clase, pero Allie se sentía muy mal con ella. Con su permiso, le quité la goma del pelo y volví a trenzarle el pelo para que cayera recto.

—¿Qué tal ahora? —pregunté.

Sonrió. "Bien", dijo, y se fue dando brincos a reunirse con su grupo en arte.

¿Por qué pareces un chico?

Allison era biológicamente una chica, pero se sentía más cómoda llevando camisetas de manga larga, pantalones vaqueros anchos y zapatillas de deporte negras. Sus padres eran tolerantes y comprensivos. Su madre la peinaba con trencitas muy pegadas al cráneo porque Allie pensaba que así se parecía un poco al hijo de Will Smith, Trey, en la nueva versión de Karate Kid. Prefería que la llamaran Allie. El primer día de colegio, las niñas y los niños que no habían estado en clase con ella en la guardería se referían a ella como "él".

Yo no quería suponer que sabía cómo quería Allie que yo respondiera a las continuas equivocaciones de género, así que hice una llamada a casa y la madre de Allie me puso en el manos libres.

"Allie", dijo, "la señorita Melissa está al teléfono. Le gustaría saber si quieres que corrija a tus compañeros de clase cuando digan que eres un chico o si preferirías que simplemente no dijera nada".

Allie estaba tímida al teléfono. "Um… Diles que soy una niña", susurró.

Al día siguiente cuando corregí a los compañeros de clase y les dije que Allie era una chica, le hicieron un montón de preguntas para las que ella no estaba preparada: "Por qué pareces un chico", "Si eres una chica, ¿por qué llevas siempre ropa de chico?". Algun@s incluso le dijeron que no debía llevar ropa de chico si era una chica. Se hizo evidente que yo tendría que abordar el tema género en clase para eliminar la tensión que había en el ambiente en torno a Allie y desmontar los estereotipos de género que mis estudiantes de primer grado habían absorbido en sus cortas vidas.

La formación en el sistema de género empieza pronto

Hace unos años, yo no me había planteado que era preciso abordar el sistema de género en los primeros cursos de la educación primaria. De hecho, recuerdo haberme burlando junto con mis compañeros de una joven profesora de guardería que había diseñado su programación con el género como trasversal en todas las asignaturas. Opinábamos que sus lecciones eran una pérdida de tiempo de clase y nos reímos de sus lecciones sobre "los niños y las niñas".

Sin embargo, mis propias ideas sobre la trasversal de género cambiaron cuando me convertí en madre. Mientras compraba ropa de bebé para mi primera hija, me disgustaba que casi todo fuera rosa y que no hubiera posibilidad de error entre la sección de chicos y la de chicas. Me negué a hacer que mi bebé encajara en la caja que la sociedad había creado para ella. ¿Qué pasa si a ella no le gusta el rosa? Pensé. ¿Y qué si a ella le gustan los tigres y los dinosaurios?

Mientras mis dos hijas iban creciendo, hablamos sobre los estereotipos de género. Podían elegir ropa "de chico" si lo querían (y a menudo les animé a ello porque es más práctica). La primera semana de guardería, la maestra de mi hija pequeña me dijo que mi hija había tenido una acalorada discusión con un niño mientras jugaban a disfrazarse. "Ella insistía en que los chicos pueden llevar vestidos si quieren", me dijo la maestra. Yo sonreí con orgullo.

Por desgracia, no me di cuenta de lo importante que es incluir en clase temas de género para desmontar los estereotipos hasta que tuve una niña en clase planteando discrepancias de género (definido como "comportamiento o expresión de género que no se ajusta a las normas dominantes de género masculino o femenino") . ¿Por qué esperé tanto tiempo? Debería haber pensado el tema cuando aquella profesora de guardería años atrás lo suscitó con su trabajo. Mientras pensaba cómo hacer para enfocarlo mejor, me di cuenta de que las lecciones que había diseñado no eran solo para Allie. Ella me había despertado del sueño, pero todas las niñas y los niños de mi clase necesitaban aprender a pensar críticamente sobre los estereotipos de género y a cuestionarlo.

Empezamos con una lección sobre juguetes, porque es un tema sencillo sobre el que yo sabía que mis alumnos pensaban que tenían ideas claras. La clase se reunión en la alfombra y leí "La muñeca de William", sobre un niño que, contra los deseos de su padre, quiere una muñeca más que otra cosa en el mundo.

Después de leer la historia, pegué dos trozos grandes de papel y escribí "Chicos" en uno y "Chicas" en otro.

—Estudiantes —dije—, ¿qué juguetes son para chicos?

Con entusiasmo, los estudiantes contestaban bien alto: "¡Legos!", "Hot ¡Wheels!","¡Monopatines!", "¡Bicis!" La lista creció bastante.

—Vale —dije—. Ahora decidme juguetes para chicas
—¡Muñecas!, ¡Pintauñas!, ¡Barbies!, ¡Maquillaje!

Cuando tuvimos dos listas bastantes extensas, leí ambas en voz alta, para que fueran meditando sus contenidos.

—Hmm —dije—. Aquí dice que los Legos son para niños. ¿Pueden jugar las niñas con Legos?
—¡Sí! —gritó la mayoría sin dudarlo.
—Me pregunto si a alguna de las niñas de nuestra clase le gustaría jugar con Hot Wheels...
—¡A mí, a mííí! —gritaron algunas de las niñas.

Continuamos con el resto de los artículos de nuestra "para niños", haciendo una marca al lado de cada uno de los que eran declarados como aceptables para chicas.

Tempel pic 2Luego hicimos lo mismo con la lista "para niñas". Comenzamos con las muñecas. Como habíamos leído y discutido "La muñeca de William", les pareció bien que los niños jugaran con muñecas.

—Es un gran entrenamiento para los niños que quieren ser papás cuando crezcan —apunté.

Pero cuando llegamos al pintauñas y el maquillaje, los niños estaban retraídos.

—Hay algunas bandas de rock 'n' roll muy famosas —dije—, y los hombres de esas bandas llevan mucho maquillaje.

Algunos niños estaban asombrados. Entonces, Isabela levantó la mano: "A veces mi tío lleva pintauñas negro". Los niños se tomaron un momento para pensarlo.

—¡Mi primo lleva pintauñas también! —dijo otra estudiante.

Pronto un montón de estudiantes se morían de impaciencia por compartir ejemplos de cómo la gente rompe los límites del mundo del género. Nuestra ingeniera del colegio, la profesora Joan, venía en moto. A Jeremy le gustaba bailar. Yo casi podía ver los engranajes de sus cerebros dando vueltas y desdibujando las fronteras del sistema de género.

Apoyar el cuestionamiento del sistema de género en el día a día

Sabía que ampliar el mundo de ideas de mis estudiantes sobre lo que era aceptable o no para los chicos y para las chicas era un importante primer paso, pero para que Allie se sintiera más cómoda y orgullosa de sí misma iba a tener que ir más lejos.

Por ejemplo, el profesorado a menudo usa la categoría de género para dividir la clase en grupos o equipos. Parece fácil y evidente. Muchas personas hacemos esto también cuando les decimos que formen dos filas para ir al baño. En una conversación que tuve con la madre de Allie, me dijo que a Allie no le gustaba usar baños públicos porque muchas veces la "acusaban" de elegir el baño equivocado. Tan pronto como me lo dijo, me sentí mal. Dividiendo a las personas pequeñas en dos filas según el sistema de género yo había hecho sentirse mal sin querer y de varias maneras a pequeñas personas cuya asimilación de las categorías de género no estaba aún consolidada.

Así pues, cuando teníamos que ir al baño, empecé a hacer una fila que se mantenía tal cual hasta llegar a las puertas de los servicios, y luego les dejaba entrar libremente en el que eligieran. Allie decía que no tenía que ir al baño. Las pocas veces que sí tenía que ir, le ofrecí un baño que había a la vuelta de una esquina y que tenía un solo retrete que solía estar siempre vacío. Cuando los niños salían del servicio, querían hacer la fila como la mayoría de las clases, en filas de "chicos" y "chicas", pero en vez de permitirlo, yo siempre usaba un nuevo criterio para formar la fila, como por ejemplo: "si te gustan los polos, haz la fila aquí. Si te gustan los helados, haz la fila aquí". Y les encantaba, les mantenía felizmente ocupad@s mientras esperaban su turno. Unos cuantos ejemplos más:

—¿Qué elegirías,

  • monopatín o bicicleta
  • leche o zumo
  • perros o Gatos
  • día de calor o día de nieve
  • cuentos o poemas y canciones
  • fútbol o baloncesto
  • playa o piscina?

También me sensibilicé con el uso de la frase "niños y niñas" para dirigirme a mis estudiantes. En vez de eso, empecé a usar términos más neutros en cuanto al género, como "estudiantes". Al principio, cuanto más pensaba en todo esto, más frecuentemente se me escapaba "chicos y chicas". Intenté no ser demasiado dura conmigo misma cuando así ocurría, hasta que pude quitarme de aquel hábito para usar "estudiantes" normalmente.

En aquella época, la madre de un niño me dijo que se habían burlado de su hijo por llevar una tirita de Hello Kitty. Mencionó que también se habían reído de su hermana en el colegio por llevar una fiambrera con calaveras. Y yo... seguí diseñando más lecciones para combatir los estereotipos de género en nuestra clase.

"Está bien ser diferente"

Para profundizar en nuestro debate sobre el género, seleccioné otra lectura en voz alta.

Oliver Button es una nenaAntes de leer, pregunté a mis estudiantes: "Me gustaría saber… ¿a cuántas personas os gusta bailar?". La mayoría levantó la mano.

—¿A cuántas personas os han dicho que no podíais hacer algo porque era "solo para chicos" o solo "para chicas"?

Muchas manos se levantaron.

Entonces leí "Oliver Button es una nena". En el libro, Oliver es acosado porque prefiere bailar a los deportes. Las pequeñas personas rápidamente se dieron cuenta de que esto no era justo y empatizaron con Oliver Button.

Al día siguiente leímos "Está bien ser diferente" vínculo externo, de Todd Parr. Los libros de Parr son bastante populares en los cursos de primaria porque incluyen elementos de humor e ilustraciones sencillas con colores brillantes. Leímos:

Está bien llevar gafas.
Está bien venir de un lugar diferente.
Está bien ser de un color diferente.

Mientras leíamos, yo iba haciendo preguntas para reforzar el cuestionamiento:

—¿Quién ha vivido en un lugar diferente?

Los y las estudiantes levantaron las manos con orgullo.

—¡Fantástico! —contesté.
—Mi madre es de un lugar diferente, también. Antes vivía en Hong Kong.

Entonces dirigí la conversación hacia el género. Como clase, hicimos una lluvia de ideas y una lista de cosas que las estudiantes y los estudiantes pensaban que estaban bien aunque eso transgredía las normas de género de la sociedad. Mónica nos dijo con toda naturalidad: "Está bien que una chica se case con otra chica", y Jordan dijo: "Mi padre lleva un bolso y está bien". En este punto, expliqué que mi padre y mi amigo Wayne llaman a su bolso de hombre "murse" [no se entiende?]. Estaban fascinad@s.

Hacía el final del debate expliqué: "La gente se pasa el día deciendo cosas respecto al sistema de género masculino-femenino. Y sin embargo, a veces, vemos que nos gustaría escoger un sexo o el otro, y eso está bien; no tenemos que hacerlo". Yo quería que empezaran a ver que estas lecciones no eran solo para ampliar las "casillas" de género donde nos han colocado, sino también para cuestionarlas o eliminarlas totalmente.

Después, hicimos un simple ejercicio escrito con preguntas. Les pedí que escogieran una actividad que ellos asociaban con chicas y otra asociada con chicos como tema de una composición con dibujos. Mónica dibujó dos novias con preciosos vestidos de novia. Miguel dibujó un hombre con un bolso colgado de su hombro. Muy orgullosa, puse estos dibujos en el tablón de anuncios del vestíbulo de entrada bajo el título "Está bien ser diferente".

Aunque las cosas le iban mejor a Allie, todavía tenía que enfrentarse a muchos problemas. Al final del año escolar, la madre de Allie me contó una historia desgarradora. Me dijo que para la fiesta de cumpleaños de Allie de ese año su abuela le había comprado ropa ajustad y de colores "de ñina", y al ver que a Allie no le gustaba, se la quitó de las manos: "¿Sabe que es una chica?", preguntó enfadada, y anunció que no le volvería a comprar ropa nunca más.

Esta historia me puso muy triste. Visualicé a Allie en su día especial, abriendo emocionada los regalos delante de su familia y amistades, para comprobar una vez más que los regalos eran algo con lo que nunca se sentiría a gusto. También como madre, me hice buena idea del sentimiento de extrema decepción que sentiría.

Acabo de empezar a identificar el mundo de las pequeñas personas a las que no les sirve el sistema de género imperante. Habrá quien piense que no es adecuado tratar estos temas en clase. Mi trabajo no es responder a las preguntas de "¿por qué?" y "¿cómo?" Allie es como es (aunque plantearme esas preguntas e investigar para entender mejor la situación fue sin duda alguna parte de mi proceso). Mi trabajo no es juzgar sino enseñar, y no puedo enseñar si mis estudiantes están distraídxs o se sienten incómodxs. Mi trabajo es también preparar a estas pequeñas personas para ser parte de nuestra sociedad, que estén formadas para trabajar y actuar con toda clase de gente. Y he comprobado que enseñar sobre estereotipos de género es otra cuestión de justicia social que necesita ser tratada, como el racismo o los derechos de la población inmigrante, o la protección del medio ambiente.

Más tarde durante aquel año abrí mi bandeja de entrada una mañana y leí: "Andrew dice que quiere una muñeca y que no le importa si es para chicas. ¡Gracias, señorita Melissa!".

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Información sobre uso de este material: de la traducción, dominio público; del artículo original, consultar con su autora Vínculo externo
Publicado en mujerpalabra.net en noviembre 2013. Medusa Edición 2013: por error editamos y publicamos este artículo dos veces. La primera (ya borrada aunque vinculada aquí) fue en 2012 en la sección Educación - Pensamiento en MP.