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Activismo - Feminismo - Contra la violación y autodefensa

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Acabo de ver el documental sobre los hombres que acosan y violan porque siempre se ha hecho y no pasa nada, tienen derecho patriarcal a hacerlo, que al fin y al cabo son ellos quienes lideran el mundo, y ellas en el fondo quieren. Sí, los acosadores misóginos denunciados por el movimiento mundial del #Metoo. Y he pensado lo siguiente.

Las mujeres no están en los órganos de decisión también por lo que no se dice: porque  esos hombres van a cosificarte como muñeca de goma o presa, continuamente, lo que es decir, vas a estar acosada por la falta de respeto continua y el riesgo de ser tocada y agredida sin tu desearlo. Esa condena a una tortura de vida dominada, de riesgo físico constante, y humillante, que no comprenden los hombres que están hoy confundidos porque ya no saben cuándo nuestra inferior inteligencia y maldad natural va a interpretar ligar como violación. Desconocen a un punto de misoginia normalizada, fácil de superar si se quiere, que se superaría usando la simple empatía humana para quebrar el caparazón de insensibilidad y desprecio. Porque todo el mundo sabemos que SABEN lo que hacen incluso aunque se mientan y aprovechen de su estatus social de héroes y mártires. Bastaría con decidirse a apearse del podium del privilegio de ser hombre en un mundo patriarcal, renunciar a ese privilegio sórdido, quién quiere un privilegio sórdido. El patriarcado les educa en no tener dignidad humana, por eso se repite tanto que ellos son más nobles que ellas, que ellas son traicioneras y aprovechadas. Estos hombres víctimas de las mujeres que construimos la revolución real, que es la superación del patriarcado, de la cultura de violencia-prevalencia que además nos lleva a la extinción. Esos hombres tan cobardes y malcriados que no se pueden poner en la piel de ser mujer, de ser una persona mujer, en un mundo milenario patriarcal donde hasta de niñas sabemos que corremos un peligro oscuro y estamos solas, seremos el problema.

Yo no quise ser secretaria bilingüe, ni ir a la Clave (un programa televisivo de debate de películas que tenía intérpretes femeninas, un trabajo soñado y muy bien pagado), ni a la ONU de intérprete, ni quise ese mundo de estatus y poder en el que mi madre tenía contactos porque sobrevivió sola en el franquismo haciendo una vida propia(una anónima más de coraje y visión infinitas para abrir caminos) y eso obligaba a tener apoyos de esos tipos. No quise porque me daba horror y asco, furor. Además, porque donde hay poder, hay corrupciones, y yo soy radical de la igualdad de derechos y la honestidad (una gilipoyas, para mucha gente, o una amenaza, de esas que no se casan con nadie). Por eso, tras una sustitución en la embajada española en Washington DC a los 18 años (1980), cuando me ofrecieron el empleo y una plaza en la universidad, dije que no, y me volví a España, a empezar en la universidad pública, y mi vida de adulta que se gana la vida como puede, independiente. (Mi madre, defraudada, porque su sueño era ir al país de la igualdad, el jazz y el movimiento hippie y el plan era que yo, que tenía pasaporte estadounidense por padre, la llamara.)

Uno de esos diplomáticos, un jefe, había intentado violarme en la vacía oficina. Como me aburría en Agricultura (ya me había leído todos los libros que pude entender sobre vacas y vinos, no había mucho trabajo), subía a ayudar en Comercio. Me divertía usar el telex y tomar cartas al dictado. Un día me hizo esperarle fuera de mi horario por una carta urgente, algo que hice con mi generosidad habitual (ese talento revolucionario que tan mal se entiende). Pero él tenía otro plan. Que yo frustré. No pudo violarme porque le di puñetazos y patadas (como mujer en este mundo, soy amable y servicial hasta que algo me parece mal). Le obligué a llevarme a la casa que cuidaba a otro diplomático que estaba de viaje (así ahorraba al máximo para llevar más a casa; y cómo ahorraba, incluso me apunté a trabajar para el abogado de la embajada dos tardes a la semana, escaseaban las "europeas" bilingües). Como no había transporte público casi (el país que cree representar los ideales democráticos no asiste a la población), y yo no iba a conseguir un coche, tenía que hacer autostop para llegar a la casa, y no tenía ganas de arriesgarme a otro ataque ese día. Días antes, ya había tenido que saltar de un coche de otro hombre violador, un decente padre de familia (al que todo el mundo creería mientras a mí me lincharían por zorra acusadora de inocentes). Todas lo sabemos, funcionaba así, y funciona así. Pero ahora ya lo protestamos y exponemos, lo impedimos. El violador se reía y seguía intentándolo desde el volante, mientras me llevaba a casa como le ordené. Que le hizo gracia, pero está claro que no quería cabrearme, viendo que de hecho me ponía furiosa. Yo quitándole la mano a golpes, claro. Me dijo lo de "Tu palabra contra la mía". Le dije que me importaba una mierda lo que dijera. Y al llegar entré sola en la casa y se tuvo que marchar.

Pero no se lo dije a nadie. Por otras razones. Razones que conocemos y la sociedad quiere desconocer. Porque la sociedad no tiene ni miajita de empatía hacia las mujeres que denuncian violencias de hombres. No quise afectar la vida de mi madre, ni disgustarla. Sabía que me defendería, que le montaría una buena al abusador. Ya una vez, cuando yo tenía 16 años y un amigo de la familia me había pedido como babysitter para su pequeño porque quería salir a una fiesta, y se me había metido en la cama desnudo, y yo, haciéndome la dormida (y aterrorizada) le había convencido-empujado-fuera-de-la-cama para dejarme en paz, y a la mañana siguiente le hice llevarme a casa porque no sabía ni dónde estaba, lo conté, y mi madre le hizo algo. Algo que le hizo desaparecer de Madrid. Y yo imaginé que le habría dado una paliza, aunque lo cierto es que no me imaginaba a mi madre pegándose (pero yo también soy pacifista y a veces he tenido que defenderme así). En fin, que callé. Las personas en los grupos oprimidos del sistema somos insignificantes y no podemos generar un cataclismo al Hombre: no se ve el daño que se nos hace, sólo que el pobre tipo está siendo duramente castigado. No se ve que lo que tú haces es defenderte de una violencia terrible y que lo que hacen Ellos es violar con protección social, incluso si se trata de sus niñas, niñes y niños.

Tampoco lo comenté a otras compañeras porque no quería hacerlas sufrir (pensaba erróneamente yo): pensé que quiza las estaba violando y que ellas no se estaban defendiendo a mí estilo directo fisico (que al fin y al cabo, yo llevaba practicando desde las infancia porque tuve optar por ser una "marimacho" para poder negarme a no mancharme y jugar en espacios reducidos, para poder correr, trepar y correr , y luchar por la justicia enfrentándome a los abusones). Pensé que ellas para sobrevivir en ese grave problema se estarían defendiendo pensando lo que mandaba la sociedad: que querían. Ser secretaria entonces llevaba incluido acostarse con el jefe (como concluí y verifiqué, por eso descarté el empleo), pero se le atribuía a la ambición de ellas.

Sí, sí, no puedo estar sorprendiendo a nadie. A nadie con una mínima dignidad. Así nos fuerza a pensar esta cultura de misoginia normalizada. Así de terrorífico es este sistema de opresión que seguimos intentando destruir: que todas en el fondo queremos ser violadas, porque somos zorras ambiciosas que encima nos aprovechamos y vivimos del Hombre. Nadie quiere ver lo que está ahí, la realidad monda y lironda: que el Hombre (ese grotesco, irracional y violento modelo de líder patriarcal) impide a las mujeres que podamos hacer nuestras vidas, que podamos pensar u ocuparnos en algo que no sea lo que Él nos impone. Y me aguanté la pena y la rabia. Eso sí, estaba alerta por si en mi presencia pudiera ver algo que justificara poder patear al abusador. (Soy pacifista pero si te atacan cuerpo a cuerpo la legítima defensa puede incluir acción violenta para salvarte de la violencia.) Pero el Padre de Familia y "extraordinario diplomático" se cuidó mucho de no coincidir conmigo siempre que le fue posible, no le vi mucho por la oficina después de aquello. Claro que fue por mí, ser insignificante, no por importantes asuntos diplomáticos, las cosas del Hombre. Todos los que ejercen la violencia son cobardes además de no tener dignidad.

Así que ¡arriba Manadas feministas! (2016) y ¡arriba Me too vínculo externo! (2017, en la web tienen mucha info y recursos). ¡Amorosa caña! Y hombres, más valor, porque tenéis que hacer el trabajo solos, sin que tengamos que llevaros de la mano, que colaborar como iguales para superar estas taras propias y sociales no nos convierte en vuestras criadas. Tenéis que identificar vuestros privilegios en una cultura patriarcal porque si no, no podéis ni imaginar lo que es ser mujer en el violento y misógino mundo patriarcal. Y tenemos que superar este tipo de cultura cuanto antes, que ya nos vale.

Yo sí te creo

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Webita publicada en abril 2024