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Pensamiento - Sobre sexualidad, afectos y cultura

Volver a Sobre sexualidad, afectos y cultura Asistencia o acompañamiento de la vida sexual y afectiva en diversidad funcional o discapacidad: ¿sí o no?

Ir a página de Silvia Peirano en Mujer Palabra Silvina Peirano

Antes de responder, procure imaginar al menos, las siguientes situaciones:

Una persona con discapacidad física grave o amputaciones, que no puede tocar sus genitales con independencia.

Una madre o un padre que encuentran como única alternativa practicar ellos mismos una masturbación para aliviar a su hijo/a con graves dificultades físicas o mentales; con las consecuencias que puede suponer para los padres y su hijo/a.

Aunque sólo sea para hacer frente a estas situaciones controvertidas, resulta imprescindible comenzar a visibilizar la realidad de muchas personas, y actuar a favor de sus derechos sexuales; como forma de superar el estigma sexual asociado a la condición de discapacidad.

La asistencia sexual en diversidad funcional, ya es una realidad con más de 20 años de experiencia en Alemania, Suiza, Holanda, Dinamarca, Francia está en proceso de legislarla, etc.; aseverando la viabilidad de la propuesta. Muchos Estados consideran la asistencia sexual como un servicio más a favor de la salud integral, cubriendo los costes en su totalidad, o financiando emprendimientos de asociaciones, en tal sentido. Sin embargo, en muchos otros países, el tema es completamente desconocido o rechazado sin las previas y necesarias consideraciones.

El campo de acción de la asistencia sexual es claro: ayudar a suplir el "vacío" y/o proporcionar espacios para ampliar sus experiencias en materia sexual a personas o parejas con diversidad funcional o discapacidad.

El placer como un derecho inclusivo

Profesiones en torno al sexo –más allá de la prostitución– datan de épocas remotas; sin embargo, en pleno siglo XXI muchas siguen sonándonos discordantes, aun aquellas que se ejercen en un marco de acompañamiento terapéutico.

La "asistencia sexual" o "acompañamiento de la vida sexual" de las personas con diversidad funcional o discapacidad (motriz, intelectual, psíquica o sensorial) consiste en una propuesta remunerada, que aborda el ámbito de la atención sensual, erótica y/o sexual de éste colectivo. Un medio de acción para mejorar la vida sexual y emocional, tanto de un individuo, como de su pareja; mayores de edad que, independientemente de su género o elección sexual, deciden optar por éste acompañamiento.

Suele reducirse equivocadamente el acompañamiento sexual en discapacidad, a "la humanidad y compasión" de algún compañero/a ocasional, ya sea en instituciones o dentro del ámbito familiar.
Sin embargo, el acompañamiento sexual, lejos de ser "un catálogo de prestaciones definidas", propone un apoyo en consonancia con las emociones y las expectativas sensorial y erótica de las personas beneficiarias que lo reciben. Los "cuidados eróticos" designan una práctica que puede ir desde caricias sensuales hasta la penetración, abriendo un amplio abanico que incluye acariciar, tocar y ser tocad@, el contacto corporal, disfrutar de un masaje, la excitación sexual, juegos eróticos, facilitar –a instancias suyas– el acto sexual a una pareja que no puede lograrlo sin ayuda; la masturbación...

El marco ético de este enfoque se basa en el respeto mutuo, la conciencia sobre el papel sutil de terceros en la ejecución de estos beneficios, y el pleno respeto de la intimidad del momento compartido. Los objetivos de la asistencia, están relacionados con los valores humanistas/sexuales, y el empoderamiento de la persona actual. Cualquiera que sea la opción elegida, es imprescindible proponer un diálogo sincero entre todas las personas implicadas, y llegar a un acuerdo previo.

La asistencia o acompañamiento sexual en diversidad funcional o discapacidad procura promover:

Sex? La independencia en la búsqueda y elección de el/la pareja afectiva de cada persona (con o sin diversidad funcional) pretendiendo ser un recurso ocasional o alternativa viable, para aquellas que por diversos motivos, no se encuentran satisfechas con su vida sexual y afectiva.
? La formación específica y profesional en asistencia sexual o acompañante de la vida emocional y afectiva de las personas con diversidad funcional.
? Un servicio de información y asesoramiento, destinado a las personas con diversidad funcional o discapacidad, a sus parejas, familiares y personas de su entorno social o institucional.

¿Quién es y qué hace un/a asistente sexual en diversidad funcional?

El hombre o mujer que trabaja de asistente sexual es una persona que, habiendo superado la formación básica en asistencia sexual, elige especializarse en el apoyo a la vida sexual de las personas con diversidad funcional; por voluntad propia. Su trabajo es hacer que mujeres y hombres con discapacidad accedan a la experiencia de la intimidad sexual.

El rol del asistente sexual es responder a todas las necesidades y deseos de la persona o pareja con diversidad funcional; previamente concertados. No son parejas afectivas (excepto que así sea decidido por ambos) de las personas a las que acompañan.

El/La asistente sexual propicia:

punto El escuchar para conocer y evaluar las necesidades de la persona a la que acompañará. Considera, por ejemplo: las posibilidades de una persona paralizada de pies a cabeza; cuya sexualidad no sólo se resume a la masturbación, ni se centra en sus órganos genitales. La ayuda sexual es mucho más amplia, sutil, compleja y delicada. Con una persona tetrapléjica, que no puede sentir nada de la cintura para abajo, tratará de descubrir las zonas de placer en otras partes del cuerpo, por ejemplo: redescubrir el orgasmo con una caricia en el oído.

punto La autoestima y el reconocimiento corporal. Muchas mujeres con discapacidad expresan su temor de "no ser bellas", mientras que muchos varones temen "no ser lo suficientemente buenos en sus relaciones afectivo-sexuales". El/La asistente sexual reforzará la auto-imagen corporal y afectiva, en un camino de aprendizaje hacia nuevos y más placenteros roles de género.

punto El acompañamiento tanto a la persona que asiste, como así a sus familiares. Por ejemplo, ante un varón que suele mostrar una conducta violenta o autolesiva al no saber como autosatisfacerse: el/la asistente sexual sugerirá recursos a sus progenitores para que puedan superar inseguridades al tener que enfrentarse con la sexualidad de sus hijos, y así beneficiar la independencia y la intimidad de ambos.

punto La relación entre una pareja en la que ambos presentan una dolencia que los inhabilita para hacerlo de manera independiente. En estas situaciones, el/la asistente acomoda en la posición correcta a la pareja. Luego, respetará su espacio de intimidad, pero estará atento/a a sus requerimientos.

punto En una discapacidad grave, incluso la masturbación puede ser problemática. Algunas personas con autismo juguetean compulsivamente con sus genitales; sin llegar a la eyaculación, por miedo o por no contar con los medios ni el aprendizaje previo para lograrlo. El/La asistente sexual arbitrará los medios para satisfacer mejor las necesidades individuales de la persona con discapacidad, proporcionando alternativas seguras y satisfactorias.

Los paradigmas sociales respecto de la sexualidad en personas con diversidad funcional o discapacidad

Afirmación 1: Todas las personas desean para sí una vida sexual y emocional armoniosa y placentera
Afirmación 2: Los Derechos Humanos pronuncian el derecho a la privacidad
Afirmación 3: El sexo es una de las partes más íntimas de la vida privada

Paradigma: las afirmaciones se vuelven delito si usted presenta una discapacidad

El cuerpo del delito, en el cuerpo del placer

En la actualidad, es claro que la asistencia sexual encuentra numerosos obstáculos y opositores, en la medida que consideran que se trata de una forma de prostitución, abuso o comercio. La asistencia sexual en diversidad funcional puede legitimar estar disociada de la prostitución, entre otras razones, por el hecho de necesitar una formación y un encuadre, y por estar restringida en cuanto a su objetivo: las personas con discapacidad, lo que no necesariamente criminaliza el trabajo sexual o prostitución.

En conclusión, el apoyo y acompañamiento a las personas o parejas con diversidad funcional que decidan hacer valer sus derechos sexuales y vivenciarlos, debe centrarse necesariamente en el deseo y la decisión de estas personas, propiciando una sociedad inclusiva donde se reconozca la identidad sexual de cada cual (con o sin diversidad funcional o discapacidad) desde la aceptación de la libre expresión diversa.

Todo derecho negado debe ser reivindicado y ganado en la sociedad toda. El derecho a la sexualidad de las personas con diversidad funcional ha sido encubierto de mitos y tabúes, de ángeles y demonios, de pecados y delitos. Es tiempo de protagonizar el cambio, aun a riesgo de errores o críticas. La sexualidad es una condición de vida, y no de supervivencia. ¿Estamos dispuestas y dispuestos como sociedad a involucrarnos en éste cambio? La sexualidad en diversidad funcional existe, y no es un pecado a purificar.

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Publicado en mujerpalabra.net en diciembre 2011