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Creadoras - Narraciones

Volver a Narraciones Doña Claudia tiene 52 años

Volver a página de Leonor Silvestri Leonor Silvestri

Doña Claudia tiene 52 años, y tres hijxs de 31, 29 y 18. Su hija se llama Carolina, que heredó la mirada de su madre, y tiene también tres hijxs que van de los 10 a los 4 años, ella es ama de casa - su marido no quiere que trabaje para que cuide de lxs hijxs. El hijo del medio de Doña Claudia es militar, la única carrera que pudo continuar por razones económicas porque como todxs sabemos, la universidad es pública, estatal y gratuita para lxs hijxs de lxs burgueses y de lxs pequeño burgueses que como yo, y lxs hijxs de su patrón, pueden darse el lujo de ir. El tercer hijo está terminando el bachillerato, y vive con Doña Claudia que lo mantiene para que termine de estudiar. Doña Claudia estuvo juntada 12 años con el padre de los tres hijxs que murió por bebedor. Doña Claudia tiene un gran recuerdo de ese hombre que nunca la pegó y amó a sus hijos. Doña Claudia tiene un novio hace 13 años que perdió un ojo manejando un bus y gastó 15.000 córdobas aproximadamente en operaciones varias (1 dólar son 20 córdobas). Hoy este hombre hace changas de todo tipo y vive con uno de sus hijxs. Doña Claudia lo quiere, aunque le gustaría que estuviera mas tiempo con ella, pero el hombre trabaja a veces en otros pueblos y no puede. Dicen que también anda con otras mujeres, pero probablemente sea cuento. Doña Claudia no quiere convivir con ningún hombre más, ni tener cuentas de banco en común ni cohabitar, ni ser la mujer de nadie. Le gusta su libertad. Y le gusta que cada quien tenga su dinero, ni que la mantengan ni mantener. Doña Claudia, que no terminó tercer grado del colegio, y trabaja desde los 9 años, aprendió de grande la importancia de leer, y hoy es un hábito que practica con ahínco. Y no solo la biblia, en especial el nuevo testamento, sino también la prensa. Doña Claudia es una firme creyente pero dice que le habla a Dios como si existiera y la escuchara pero obra en su vida como si Dios no existiera. Doña Claudia no cree en ir a la iglesia, ni en los curas ni en los reverendos. Doña Claudia es sirvienta. Gana el sueldo mínimo: $75 dólares por mes. Doña Claudia limpia una casa que tiene dos jardines y aproximadamente 9 cuartos, algunos más grandes que otros, y dos baños, una galería interior, y cocina-comedor. Trabaja en esa casa por sus $75 dólares mensuales de lunes a sábado de 9 a 7, a veces entra más tarde, a veces sale más temprano. Luchó para que no la hicieran llegar a las 7 de la mañana como se estila con las sirvientas. Sus patrones aceptaron particularmente porque Doña Claudia hace algo así como 20 años que trabaja en esa casa y es incapaz de robar nada. Cuando el perro de la familia enfermó de viejo y murió Doña Claudia no dejó que lo tiraran a la basura y lo hizo enterrar en el jardín del fondo. Doña Claudia tiene dos perras a las que, a diferencia del resto de lxs nicaragüenses, ama y cuida y dice que quiere como si fueran su familia. Además de limpiar todos los cuartos de la casa y los baños, lava la ropa y la plancha, y prepara dos comidas diarias, y lava siempre todos los platos de todo el mundo que esté en la casa, donde viven fijos 3 personas al año, pero a veces visitan desde el exterior la familia y demás. Cuando la familia de los dueños de casa visitan, a veces le dan $15 o $20 dólares —a veces un poco más, como en Navidad— que Doña Claudia ahorra para terminar su casa, y poder tener una huerta que la alimente y que le dé productos para vender. Doña Claudia también hace mandados para la gente que está en la casa, y les cose la ropa, suelen pagarle a parte por estas labores. Doña Claudia por suerte come en esa casa por lo menos el almuerzo, y un magro desayuno. Doña Claudia está pagando 4.000 córdobas para hacerse los dientes. Doña Claudia sueña con no ser más sirvienta de nadie, no tener nunca más a nadie encima, y ser independiente. Doña Claudia quiere poner un negocio de tortas (queques) y trabajarlo con su hija Carolina. Doña Claudia a veces los Domingos hace queques y sale a venderlos, a veces se los da alguien que tiene una tienda para que los venda: invierte 30 córdobas, recupera 60. Doña Claudia a veces hace limonada y sale a venderla, también teje, y cose, y limpia los domingos para ahorrar otras cosas si alguien le pide, o corta pasto y arregla jardines, o hace lo que haga falta y vaya surgiendo para redondear su escaso sueldo. Doña Claudia tiene un chanchito alcancía donde va poniendo de a poco dinero por si algún día pasa algo y hace falta. El padre de Doña Claudia murió de cáncer hace dos años y el tratamiento costosísimo la dejó en la ruina. Doña Claudia ya no tiene madre tampoco. Doña Claudia no conoce el rencor y aunque quiere a lxs hijxs del patrón y les llama "mis hijxs" no se confunde, entiende la diferencia entre unxs y otrxs. Doña Claudia vive engripada, con dolor de garganta y cansada, pero está siempre alegre, o al menos así parece. Doña Claudia aprendió a hacerse un poco la tonta para sobrevivir, pero tiene clarísimas las cosas. Y sabe bien como va la rueda del mundo. Doña Claudia quiere recibir un regalito para su cumpleaños que es el 25 de Febrero, pero algunas de las personas para las que limpia no creen ni en los cumpleaños, ni en limpiarse el propio baño ni en lavarse los platos después de cenar, así Doña Claudia no tiene tanto que fregar por la mañana. Doña Claudia también sabe hacer masajes, pelo negro olas mary a veces hace eso para juntarse unos pesos más, o a veces vende las cosas viejas que le regalan en la casa del patrón y no le entran y vendiendo 3 pares de zapatos viejos que no son de su número puede comprarse un par nuevo para ella a 100 córdobas. Doña Claudia goza con la vida de una manera pocas veces vista, goza con el sexo, del cual le gusta hablar y le gusta reír. Doña Claudia está llena de chispa, fuego y luz, y los ojos le brilla cuando habla de hacer el amor, y del cuerpo de los hombres, pero no se deja llevar por cualquiera. Doña Claudia ya aprendió que decirle que sí al sexo no es decirle que no al poder y que no por mucho coger una se vuelve mas libre en especial de la educación que recibió de su familia donde era completamente natural tener sirvienta. Doña Claudia tiene las manos de piel gruesa y dorada de tanto sol, y las uñas cortas, la cara curtida y un pelo negro hermoso y espeso que cuando se lo suelta recuerdan las olas del mar y la espuma de la marea.

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Publicado en mujerpalabra.net en la primavera del 2010