VIVIR EN UTOPÍA. Si yo hubiera nacido en un mundo justo y bueno, creo que habría sido de las personas que viven en su mundo, absorbidas por el afán de investigar cosas a solas, explorar, aprender, en lugar de ser una persona sociable. A veces me lamento de mi suerte, de este ser social o no poder dedicarle tiempo y mente a la soledad, y eso que mi suerte es muy grande, y me he librado de vivir bajo agresiones totales y constantes. Pero me lo explico bien: aunque no lo parezca, desde mi inteligencia feminista, estamos en guerra, aunque la cultura nos diga continuamente que todo es normal.
Lo malo del mundo que tenemos tiene un lado bonito porque indica que frente a la adversidad las personas optan por ayudarse, y si pudiéramos VER eso creo que avanzaríamos más, que nos reforzaría lo bueno, en lugar de que siguiéramos la tendencia general de reforzar siempre lo malo, a sabiendas, por ambición o miedo, o inconscientemente: no ha quedado más remedio que sumarse a la lucha por la justicia, cuestión de amor. No es egoísta querer aprender y dedicar a ello la vida; esto siempre tiene que alegrarnos. Y sí es muy común que en situaciones de guerra la gente se ayude; cuando sorprende o no se hace es porque no se ve la guerra que hay. Pero cuando se ve, lo común es ayudarse porque se ve el peligro, el daño.

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