El problema de las personas creyentes que nos exigen respeto porque nuestra crítica a su religión (culturalmente, a menudo también la nuestra, aunque seamos no creyentes, porque se nos ha impuesto, es decir, tenemos conocimiento además) les ofende y agravia es que insisten en no reconocer los hechos históricos sociales de lo que su religión ha hecho. Eso no se arregla diciendo que su verdadera religión no es así, que su Biblia, su Corán no son misóginos, ni machistas, ni homofóbicos, ni clasistas, ni identidistas del pueblo elegido (racistas, nacionalistas), ni enemigos de la razón empática, ni generadores de guerras y de terror. Eso se arregla haciendo esa lucha si es lo que desean (recuperar la verdadera religión, todo el apoyo, sin duda, a eso, a religiones del amor y la solidaridad) pero sin duda respetando que se haga la crítica al impacto social de la religión (una crítica que si viniera de una persona creyente y defensora de su religión aceptarían, supuestamente; ¿por qué no de una persona no creyente?), la crítica a justamente lo que no debería haber sido así pero lo ha sido y lo es. Es irracional y violento enfadarse y ofenderse cuando se hace una crítica a una religión que ha impuesto de todo a todo el mundo. En otros ámbitos hablaríamos de madurar. Tienen que saber separar lo que a ellxs les da espiritualmente su religión de lo que su religión le ha dado a las poblaciones durante siglos. Aprender a apreciar el valor del pensamiento crítico, y aprender a no demonizarlo, como nos han enseñado sus religiones, que exigen fe y que la razón se someta a la religión, a la creencia, a la fe. Este debate empezó en Europa en el Medievo y nadie desearía volver a aquellos tiempos de oscuridad y violencias radicales.  Si tenemos derechos humanos (tan recientemente como desde el siglo 20, y esto acaba de empezar, por eso no está extendido) no es por la religión, por bondadosas que digan ser quienes hablan de que sus religiones han sido distorsionadas y su fe es de bondad y justicia, porque la religión ha gobernado a las sociedades humanas durante siglos de terror, sufrimiento y destrucción. Estos son hechos, no opiniones, y mucho menos, insultos a las personas creyentes, o a su espiritualidad. Es una barbaridad acusar a quienes hacen una crítica (una exposición razonada que se podrá o no refutar) a las religiones de no respetar.

http://www.mujerpalabra.net/materiales/postales_mp/religionyconvivencia.htm

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