(De cíberconversaciones con mis cíberamistades! Pompitas de amor!!!)

Más sobre identidad. Por ejemplo, el otro día me puse en palabras algo sobre mi identidad, y pensé: lo cuento y nadie me creería. No me entenderían, no me creerían. Es demasiado ajeno a todo lo que prevalece y se impone continuamente. Todo esto lo digo a mi pesar, claro, nunca he querido ser “original” sino justamente comunicarme y poder convivir. Bueno, allá voy, por si alguien comenta:

Estaba yo teniendo una mala discusión con una persona en el muro de mujerpalabra. Yo sabía que no estaba siendo paciente, y estaba siendo cruda. Y entonces convoqué “mis apoyos”, es decir, cité a algunas personas que suelen participar en debates, por si querían leer y comentar. Y ahí estamos: que me dieran la razón no era el tema, el apoyo yo lo sentí cuando la gente se pasó y comentó, no por lo que dijera. Porque aquí viene la cuestión crucial de identidad que no se entiende en el mundo general:

hay gente que prefiere saber a que le den la razón.

Claro que si quienes opinan ven que tu análisis les gusta y sirve, eso es una gran alegría, y un alivio, pero si no fuera así, si estuvieras equivocada, sería triste que te dieran la razón, y por un tercer lado, si no opinan lo suyo, te quedas sin saberlo.

La cuestión de fondo es que el hecho de que te importe más saber que que te den la razón indica hasta que punto estás evolucionando hacia la superación de la violencia y la guerra. Pero cómo lo explicas. Yo lo veo así, y será así? No lo sé, pero me parece una buena idea!

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