Claro que observo los fantasmas, el fantasma, en mi recuerdo, ahora que hay luz en mis sueños y puedo notar el color, hoy, que reía en la velocidad de un tren que pasó por un arco de flores.

No hay música posible que recoja el dolor de los errores en la ausencia.

No hay nada que hacer y sin embargo sigo con el puño bien liado a la cuerda que vuela y guardo en un cuarto oscuro que tiene fibras y medusas en la puerta cerrada que nunca abro.

Sí, es posible.

Por eso no podía escuchar música, me haría niña y te echaría de menos.

Por eso no puede dolerme la mezquindad en el mundo, sólo la pérdida de las cosas buenas.

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